Bienvenidos al real de la revolución ciudadana: un obsceno sumidero
En los últimos cuatro meses,
desde la posesión del nuevo presidente, de
manera muy rápida se develó el discurso correísta que imponía la forma de ver
la realidad política, económica e ideológica del Ecuador. Bastó que Lenin Moreno,
en relación a la situación económica del país, diga que “no hay tal mesa servida”, para que
se fisure la malla ideológica que el correato construyó y defendió
con todo el aparato de control mediático que instauraron.
Hasta el momento en que se dijo la frase “no
hay tal mesa servida” toda la sociedad ecuatoriana estuvo durante una década obligada
a aceptar como realidad, la mentira del gobierno
de Correa. Los pocos que se atrevía a disentir, con lo que la propaganda oficial
difundía por todos los canales posibles,
eran violenta e inmediatamente desacreditados,
silenciados, amedrentados, perseguidos acusados, enjuiciados y en algunos casos
encarcelados.
En sociedades poco democráticas, la palabra de las personas que carecen
de la autoridad política oficial no
tiene el peso ni el valor simbólico que tiene el de las personas que están envestidas
del poder político dominante. Esta es la razón de que hayan sido las
palabras del nuevo presidente las que, como una roca lanzada contra un cristal,
provocaran la fisura
que inició el desmonte de la espesa fantasía ideológica correísta, y no,
así, las innumerable denuncias hechas por la disidencia política en el gobierno
anterior. Desde que Lenin Moreno dijo “no hay tal mesa servida”, la malla
ideológica montada por el correato se empezó a romper a una velocidad
inimaginada, una tras otras comenzaron a caer las ficciones ideológicas que durante una década tuvieron
secuestrada la conciencia de la sociedad: La
carrera científico-tecnológica Yachay, el mejor manejo económico de la historia
del país, las manos limpias de los altos funcionarios de gobierno empezando por
el ex presidente, las mentes lúcida de la dictadura tecno burócrata, “los
humanos por sobre el capital, etc. etc.
La última herida que terminó de dejar en hilachas la fantasía ideológica
correísta, fue hecha por el mismo Lenín Moreno el último fin de semana, en el
contexto de la conmemoración de los 10 años del proceso Constituyente, que tácticamente
coincidió con el día de la conmemoración correísta por el 30
de Septiembre, hecho que paso sin pena
ni gloria. “Ahora llaman revolución a cualquier pendejada”, esta es la frase
que provocó la mayor herida narcisista al correísmo, que tejió toda su fantasía
ideológica en torno al significante Revolución
Ciudadana. Creo que de esta herida no se salva Alianza País:
Por un lado,
porque hiere al corazón ideológico del movimiento, que se articuló, levantó y fortaleció para lograr sus ambiciones
de grupo nombre de la revolución. Evacuaron todo el contenido histórico, ideológico
y ético transformador del concepto para
ponerlo al servicio de los intereses de la reproducción mejorada del sistema
capitalista y lograr ellos mismos su recompensa económica y política por el
buen servicio realizado. Cuando Moreno dice que a cualquier pendejada ahora se
le llama revolución, deja al descubierto la farsa, la estafa, el fraude que fue
el proyecto del Movimiento País.
Por
otro lado, en la medida en que es Moreno el que desmonta la mentira de la
Revolución Ciudadana, la herida viene de adentro del propio movimiento, lo que
revela que ya no hay cohesión interna, que ya no les sirve más todos los chivos
expiatorios (supuestos enemigos) que inventaron para mantenerse unidos. Definitivamente están liquidados como movimiento
y como proyecto, ya no tiene fantasía ideológica que soporte y justifique su
identidad política, por lo tanto sus execrables actos de corrupción económica,
política, ideológica, jurídica y ética queda expuesto al desnudo. La fantasía
correísta ha caído, bienvenidos al real
de la revolución ciudadana, diría el filósofo esloveno.
Ante la destrucción evidente de
la fantasía ideológica Correísta, su gran líder se transforma de manera vertiginosa
en un obsceno resto político, que pasó de ser el referente simbólico más importante de la política nacional y de la
“revolución”, a ser el “loco del ático”
como ya lo llama muchos ecuatorianos. En
este contexto de caída inminente del relato correísta, los militantes que aún siguen
empeñados en no ver que se quedaron sin ficción ideológica e incluso sin discurso, arrojados al desierto
del sin sentido y de las declaraciones absurdas,
son doblemente obscenos, no solo en su
ser político, sino incluso en su ser humanidad. Estos necios correístas quedarán
atrapados en su perverso delirio, repitiendo hasta el infinito loas a su “amado
y respetado líder”, mientras la sociedad sigue caminando.
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