El círculo de pesadilla, la compulsión por la repetición
Por una u otra razón la sociedad ecuatoriana en su gran mayoría muestra su
apoyo al nuevo presidente Lenin Moreno, respaldo que muy probablemente se
ratifique en la consulta popular que tendrá lugar el próximo año. Si se analiza
con un poco de detenimiento, las preguntas de la consulta, si bien muestran un sagaz
manejo político del contexto socio-político actual que deja más o menos y otras
menos que más conformes a varios de los sectores sociales que han hecho
demandas específicas, no cuestionan realmente la estructura de poder que se
montó en esta década. Incluso la pregunta
sobre el Consejo de Participación Ciudadana no llega donde tendría que haber
llegado si hubiese la voluntad política de democratizar el poder público.
Ante esta evidencia, observada por muchísimos sectores sociales, unos
consideran que pese a la ambigüedad de las preguntas placebo hay que apoyar al
nuevo gobierno porque de todas maneras es un avance democrático frente al régimen
anterior. Otros plantean que por la forma opaca en que están articuladas las preguntas,
por ejemplo la concerniente a la explotación en el Yasuní, no queda otra opción
que votar sí, pues lo contrario sería apoyar su explotación, aunque la pregunta
no asegura realmente el principio ecológico. Hay algunas opiniones que
sostienen que hay que apoyar la consulta porque tenemos que arrimar el hombro para ampliar el
espacio democrático perdido en la época anterior y que éste es el primer paso.
Lo cierto es que otra vez nos encontramos acorralados, como muchas veces
en nuestra historia. A veces obligados a elegir al menos malo, como en tantos
procesos electorales en los que incluyo
el del 2006 y el del 2017. Otras veces en
falsos dilemas en los cuales no nos toca más que decidir por alguito en vez de nada, como si se tratase de una
caridad que nos están concediendo y, por lo tanto, no queda más que coger lo
que buenamente el poder nos quiere dar y, aún más, agradecer. Al menos que juzguen y sancionen a unos
cuanto corruptos que han robado el país, así la mayoría y sobre todo los de
mayor perfil queden inmunes. O la tristemente célebre frase “han robado pero al menos han hecho
carreteras”.
Lamentablemente la herencia colonial que nos convirtió en mendigos y nos
obligó durante mucho tiempo a ser objeto de la caridad de los poderes de turno,
no desaparición con la República, todo lo contrario se mantuvo encubierta
detrás de la retórica de los derechos humanos.
Cada vez que un gobierno llega a la administración del Estado, ofreciendo
la promesa de la redención moderna, pronto se olvida de la sociedad que le
eligió y gobierna para los grupos económicos nacionales e internacionales y
para sus propios intereses de grupo. La mayoría del periodo de gobierno se pasa
justificando sus políticas antipopulares en abstracciones metafísicas como el
progreso, el desarrollo, la nación, la democracia e incluso el mismo pueblo y la revolución,
para al final terminar saqueando los recursos de la sociedad y empobreciéndola
más. En ese momento de precariedad económica política, jurídica, ideológica y
ética viene otro grupo ofreciendo rescatar al país de la ruina que le dejó el
anterior, también este nuevo apela a
las mismas abstracciones metafísicas y llega a la administración del Estado para repetir el libreto del
anterior. Esta es la historia política de nuestros países que parece que nunca
terminará.
Algo distinto ocurre ahora que el gobierno de Lenin Moreno ofrece sacarnos
de la ruina económica, política y ética en la que nos sumergió el anterior, y
es que no es realmente nuevo, ni siquiera
en el sentido tramposo de los nuevos anteriores,
sino que efectivamente no lo es, pues es parte del mismo movimiento político
que gobernó el país la última década. Quizá es esta particularidad la que
vuelve tan opaca esta nueva promesa de cambio, pese a lo cual otra vez como mendigos
agradecemos lo que el poder quiere darnos. Nos olvidamos rápidamente que los
que ahora ofrecen la democracia participaron del autoritarismo, así como ellos
fácilmente cambian el discurso de: todo por
la revolución hasta perseguir enjuiciar y encarcelar a dirigentes sociales y a quien quiera que se oponga a su interés
de casta a todo por la democracia,
hasta hablar con sus enemigos políticos.
Es difícil creer, más aún cuando es el mismo libreto que se repite como en una pesadilla de la cual
no acabamos de salir. Al final siempre
es bueno tener esperanza, ojalá algún día tengamos esperanza en otra forma de organización
política de la sociedad que no repita el engaño hasta el infinito.
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