lunes, 31 de julio de 2017

El falso debate de los revolucionarios y los traidores


Pocos días después que Lenin Moreno asumiera la administración del Estado, empezó la disputa más dura que se registra en el movimiento PAIS en estos 10 años. Las querellas entre  los militantes que se encuentran cercanos a la línea representada por Moreno y los que son fieles a Correa, fue destapada públicamente por el ex presidente.  A partir del artículo publicado en el Telégrafo el 6 de Junio, el ex presidente hace notorio su distanciamiento con el nuevo presidente. Desde ese momento una especie de guerra de tuits entre los dos líderes, así como la de sus seguidores al interior del PAIS, deja claro a la sociedad ecuatoriana  que hay una disputa en crecimiento entre las dos líneas políticas más fuertes del movimiento de gobierno.


No llegó el año 2010 para que varias organizaciones sociales y personalidades cercanas a los movimientos sociales que hicieron posible que Alianza País fuera gobierno, dejaran sus filas. Ya en aquella época se develó fracturas en el movimiento, las mismas que fueron encubiertas por el liderazgo caudillista que comenzaron a fabricarle al ex presidente y por el aparato publicitario que caracterizo al anterior gobierno. Estos dos dispositivos del poder político de la Revolución Ciudadana mostraron, a nivel nacional e internacional, que aquellas organizaciones e individuos que abandonaron o eran sacados del gobierno, no representaban nada para el proyecto “revolucionario”. Así, tanto organizaciones sociales como figuras individuales conocidas por su participación activa en las  luchas  anti-neoliberales y por su cercanía a los sectores populares y sus intereses fueron, poco a poco, reemplazadas por advenedizos “revolucionarios” que nunca participaron en ningún proceso político popular, pero que supieron aprovechar la oportunidad.

Sin saber bien como lo hicieron, para las elecciones del 2013, sacaron del sombrero del mago político al “novísimo revolucionario” del movimiento, quién fue elegido como candidato a vicepresidente, por sobre muchos militantes que tenía historia en la izquierda y en las luchas sociales. Desde el 2013 al 2017 gobernó la línea dura correísta, integrada, curiosamente, poe militantes que provenía: unos, de los partidos de la derecha partidocracia y, otros, de los grupos y concepciones más dogmáticas y conservadoras de la izquierda. Esta extraña alianza, desde mi punto de vista, fue nefasta para la sociedad ecuatoriana y sobre todo para sus organizaciones sociales y políticas. Cuando sostengo que desde el 2013 gobernó la línea dura correísta no significa que en ese gobierno no participaran de una u otra manera muchos de los que hoy se alinean con Moreno, incluido el mismo Moreno.

En este escenario, la sociedad ecuatoriana más allá del movimiento PAÏS, no puede creer que esta disputa sea entre revolucionarios y no revolucionarios, entre consecuentes y traidores, entre los buenos y los malos. Es un solo movimiento el que ha gobernado en esta última década y sigue gobernando. Si bien está claro que nunca fue, y menos ahora, un movimiento con unidad y coherencia ideológica, es Alianza País la que ha dirigido el destino de los y las ecuatorianos en esta última década y lo sigue haciendo. Cómo se puede pensar entonces que, más allá de las diferencias obvias en el manejo de las relaciones políticas entre el Estado y la sociedad que distancian al  ex presidente y el actual, la política económica y la estructura básica del Estado no tengan una continuidad en la discontinuidad que aparece hoy por las disputas. Cómo así las medidas económicas que hoy toma Moreno no están conectadas con el ejercicio económico que se implementó desde la época de su antecesor, si en gran parte es el mismo gabinete económico? Quién puede decir que ya en la época del gobierno de Correa no se tomaron claras decisiones de corte neoliberal (entrega de la reserva de oro a la Goldman Sachs, ampliación de la deuda consolidada al monto exorbitante de 57.788 millones, extractivismo, concesiones de algunos bienes públicos al sector privado, firma del Acuerdo Comercial con la CEE, reformas laborales anti-trabajadores, asalto a los fondos del IESS y a los fondos  de cesantía de los maestros,  transferencia de capital del Estado al sector privado de la Salud, transferencia de los recursos sociales a la gran al gran capital vía corrupción, reforma mercantil de la Universidad , entre o muchos otros)?

De repente los adeptos al anterior gobierno se rasgan las vestiduras por la “traición” de Moreno, ¿cómo si no hubiesen participado en todas las decisiones económicas y políticas responsables de la actual situación del país? Que Lenin está preparando un paquetazo dice el ex y entonces uno dice: ¿qué fueron  todas las decisiones arriba anotadas que nos pusieron ante estas difíciles circunstancias actuales? sino el gran fraude económico de los "revolucionarios". Por su parte, el presidente Moreno y sus adeptos participaron más/menos de todas esas decisiones económicas a las que hoy tienen que dar respuesta, son absolutamente corresponsables de la actual situación del país, ellos y no la sociedad. No tienen por qué asumir culpa en esta situación los sectores populares trabajadores  que siempre son los que llevan el peso de las crisis provocadas por la ambición de los grupos económicos y la complicidad de los funcionarios gubernamentales a  su servicio.   

Definitivamente esta pelea no es de la sociedad y menos de los movimientos sociales y populares. Es urgente que la sociedad se organice de manera autónoma y haga propuestas propias  frente a la crisis económica, política, ideológica y ética  y exija al nuevo gobierno para que la crisis la paguen los responsables de la misma, los grupos que más ganaron en la última década y los corruptos que se llevaron los recursos de la sociedad.          


La pelea no es entre más o menos revolucionarios, la pelea que vemos es entre co-responsables de un proyecto fallido para la mayoría de la sociedada, cuyas consecuencias hoy tienen que asumir. Que no venga el ex a decir que él y sus seguidores son los auténticos revolucionarios y tampoco que venga el nuevo presidente y su grupo a decir que ellos nada tienen que ver con lo que hizo el gobienro anterior y que la responsabilidad es de toda la sociedad.   

Es urgente abrir el debate y la alternativa desde los  pueblos, desde los trabajadores para que no vuelvan a poner el costo de la crisis sobre nuestros cuerpos.  

2 comentarios:

  1. En este contexto, yo me pregunto: ¿qué hubiera sido de nosotros si ganaba la oposición?. Porque sin entre ellos se ponen y se quitán la mesa, con la oposición hubiese sido peor... Solo se que debemos aunar esfuerzos desde los sectores sociales y aprovechar la supuesta apertura por parte del ejecutivo para el dialogo, pero que sea todo a la luz de la opinión pública.

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  2. La economía es o debería ser la principal preocupación de los ecuatorianos, porque la crisis dejada por la década podrida, más temprano que tarde comenzará a golpear los bolsillos del ciudadano común. Todavía no se siente, porque aún hay cierta liquidez por la capacidad no agotada de endeudamiento del gobierno. Pero la opinión pública está obnubilada con temas de crónica roja que mantienen su atención como cualquier culebrón.
    No resto importancia a las denuncias de corrupción y los esfuerzos para combatirla y meter a la cárcel a los corruptos, pero son pocos los que ponen atención a la resaca que se avecina.
    Con ese panorama, es ilusorio pensar en que la sociedad se organice para debatir y proponer planes para salir de la crisis sin caer en las muy probables medidas se corte neoliberal que impondrán los grupos de poder económico que pululan al rededor de la mano extendida de Lenin Moreno.

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