Correa en el laberinto de la vieja ruta de los hombres perversos
Que mal hace el “amor”
incondicional de la Corte a la persona que funge de su Rey. La Corte es ese
perverso grupo de oportunistas que aprovechan de la debilidad psíquica,
emocional y cultural de ciertas personas para encaramarlas en el poder y a través de ellas aprovechar del mismo. Una
persona con una empobrecida identidad cultural (alienada) con una frágil
estructura psíquica (narcisista) con una inestable estructura emocional
(carencia afectiva) es el objetivo perfecto para los planes de la Corte.
Primero identifican al ser débil
e inmediatamente comienzan a construir su poder, el mismo que lo hacen crecer
de manera sistemática, a través de un conjunto articulado de dispositivos
psíquicos. Desde el adulo cotidiano, pasando por la veneración exagerada hasta
llegar a la sumisión rastrera al “elegido”, son las maneras de construir al
ídolo antes de convertirlo en chivo expiatorio. Así, Rafael Correa fue el “elegido”
por la Corte de oportunistas, bastó su
primer “éxito” en una sociedad en crisis (la eliminación del Feirep cuando fue
ministro de economía de Palacios) para ganarse el derecho a ser el
primero entre sus pares. Los deseos de su fracción de clase media con
aspiraciones de ascenso social, se convirtieron en actos de endiosamiento exagerado
al “elegido”. Esta clase media instruida con aspiración de poder y privilegios
le cogió de modelo, de referente de sus delirios coloniales y le empezó a
venerar, adular e imitar servilmente. Basta recordar como en el trascurso de estos 10 años, los
funcionarios del grupo más cercano a Correa hasta los funcionarios de tercer y
cuarto nivel imitaban las formas autoritarias, machistas, racistas del “elegido”;
incluso imitaban su manera de vestirse, de habar, de burlarse, de insultar de
enjuiciar, en definitiva lo imitaba en todo. Por su parte, las funcionarias además
de hacer lo que hicieron sus compañeros lo amaban, lo idolatraban, se sometían públicamente
a él y a su violencia machista.
Lamentablemente, pues así
funciona esta lógica del poder según el maestro Girar, gran parte del resto de
la sociedad imitaba a los imitadores, configurando una sociedad autoritaria,
violenta, machista y sobre todo colonizada.
La prueba y el pago de la
adulación entre los “amigos” es justamente el título de “amigos” cercanos, leales
incondicionales del “elegido”, que todos reconocen cuando en el fondo son y se conducen como sus primeros enemigos. Un verdadero
amigo no adula, no concede, no se somete, porque sabe que hace daño a la
persona objeto de esa lisonja, pues ésta pierda sentido de realidad y por lo
tanto se vuelve un ser absolutamente vulnerable, aunque aparente todo lo
contrario. La “amistad” en el círculo del poder es el nombre que se da a los serviles
e incondicionales, es decir a los que en cualquier momento, así como adularon a
uno, pueden adular a otro; así como lo amaron lo pueden odiar; así como lo siguieron
lo pueden abandonar. No se trata entonces de la amistad entre personas iguale y distintas que comparten
una misma comunidad de vida, es la tramposa y oscura relación del poder político de dominación.
La distancia social de quien
ocupa el lugar más alto en la estructura de poder y los otros, no abona a la amistad
real donde los amigos intercambia criterios, opiniones y valores en su proceso
de consolidación humana, sino que es subsidiaria para que todos los que están por
debajo del “elegido”, quieran imitar el poder que éste representa, no así sus
valores personales. Al fin de cuentas, amar a Correa era amar su poder, desear
a Correa era desear su éxito político, no se amó ni deseó ni respetó a la
persona, sino al lugar en la estructura del poder de dominación que éste
ocupaba. En este sentido todos los que
le rodearon y aún los más cercanos, más temprano que tarde, de tanto querer
imitarlo se vuelve sus más acérrimos competidores. Al final, solo
tuvo rivales que se esforzaron en llegar hasta donde él llegó. Todos quisieron
y quieren convertirse en esa especie de rey no coronado que fue Correa. (Cfr. Girar. 1985)
Nadie puede ocupar el centro en
la estructura del poder y menos tanto tiempo, como lo hizo Correa, sin provocar entre sus más cercanos
envidias, celos, resentimientos. La ola
de la admiración acaba convirtiéndose en una resaca que invierte ese
sentimiento. (Girar.1985) Al final,
el “elegido” se convierte en víctima sacrificial, del odio provocado por su
exceso de “éxito” y poder.
Es fácil entender que en el
momento en que la persona Rafael Correa deja el lugar del poder, ya no es más
imitable, ni deseable, ni respetable. Sin la investidura del poder no es nadie,
pues no es tan simple recuperar su ser
persona, ya que es justamente su persona, ya de principio frágil, la que ha sido totalmente destruida por el
poder tan concentrado que lo invadió, desvirtuó y trastornó. Poco a poco, mientras
más fuera del nuevo-viejo círculo de la corte se encuentre, será nada ni nadie para
sus “amigos”, para la sociedad, y peor
aún para él mismo.
La actividad del Rafael Correa,
que hemos observado en estas últimas semanas en las redes sociales, es la
muestra clara del padecimiento propio de todo “elegido”, en el momento en que
se aproxima el ritual donde será inmolado como víctima sacrificial. Al final Correa
parece que intuye que la evocación que el Presidente Moreno hizo a su gobierno,
a su pasada gloria, es casi una
ironía para recordarle que es eso: pasada,
y que en el presente él es: el ex, el
que ya no es, el que pasó.
El destino cumplido por el
expresidente es el destino de todos los hombres y mujeres de poder, fatalidad
de la que no pueden escapar. Pasó de ser el ídolo a ser una víctima sacrificial
de todo el odio y la envía que generó su poder transitorio.
Mientras haya sociedades y seres frágiles
en identidad cultural, huérfanos de comunidad, carentes de afecto humano y por lo mismo temerosos, vanidosos y
narcisistas, la estructura vertical y autoritaria del poder estará intacta. Cuando
menos el poder esté concentrado, más extendidas, más horizontales, más democráticas
serán las relaciones entre los seres humanos, las comunidades y la sociedades.
Cuantos menos ídolos haya menos Cortes de oportunistas, menos competitividad,
menos envidia, menos odio, y por lo tanto menos dolor humano.
!Aprendan de una vez!. Leen a Zizeck, y etcs, pero no leen a nuestros pueblos: http://espoirchiapas.blogspot.mx/2017/07/carlos-gonzalez-cni-vamos-reorganizar.html
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