Las señales del nuevo Gobierno
En el primer discurso
de posesión del nuevo presidente Moreno, éste estableció ciertas pautas con las
que leer la transición de mando en curso.
Hay tres niveles de la realidad donde el presidente Moreno tiene que mostrar
la cualidad distintiva del gobierno que preside, no solo en relación a su
antecesor, sino incluso a aquellos que antecedieron a la autodenominada Revolución
Ciudadana. Los niveles aludidos son: el discursivo, el simbólico y el de la
política real y efectiva. Es pertinente aclarar que el último nivel es en sí
mismo la expresión del cumplimiento o no de lo proyectado discusivamente, tanto
en la época de campaña como en los
primeros discursos después de que se proclamó el triunfo de Moreno.
A nivel discursivo, lo expuesto por Moreno ha marcado una distancia con
su antecesor, tanto a nivel de la forma de emisión, cuanto del contenido de lo
dicho. En palabras de Foucault se puede decir que el sujeto que emite el
discurso de Moreno ya no es el caudillo autoritario, sino el sujeto del diálogo.
Hay menos palabras prohibidas como por ejemplo el tabú en torno a los medios de
comunicación, los rituales de lapidación verbal de las sabatinas, lo objetos exclusivos del emisor autorizado del discurso, etc. Los sistemas
de separación y rechazo no son tan radicales, como aquello de separar entre los
buenos y los malos, los patriotas y
los anti patrias, los honestos y los mentirosos, los que saben
y los que no saben, etc., De hecho el
discurso de Moreno no remarca tan nítidamente la voluntad de verdad ni de poder,
como lo hacía el discurso de su antecesor.
La eliminación de las sabatinas necesariamente irá acompañada de la
eliminación de los recursos de los comentarios, tanto de los defensores como de
los detractores del discurso presidencial y, por lo tanto, la vigencia del
discurso y el poder que encierra tiende a disminuir. Esta política asumida por
el nuevo Presidente implica también bajar la fuerza de la imagen del autor o
del emisor, lo cual contribuye a combatir el caudillismo apoyado y exacerbado
en la figura del caudillo, como
propietario único y legítimo del discurso político de la sociedad.
A nivel simbólico el presidente Moreno ha tomado algunas medidas de
impacto en este terreno: eliminación de los Ministerios Coordinadores, símbolos
del poder del Estado que se construyó en esta década; eliminación de la
Secretaría del Buen Vivir que se volvió el símbolo del cínico despilfarro
económico del gobierno anterior; eliminación del Plan Familia Ecuador, símbolo
de una mirada ultraconservadora del anterior mandatario en temas de salud sexual
y reproductiva; la nueva política anunciada por el Ministro de Educación sobre
no construir nuevas escuelas del milenio, símbolo inequívoco de la visión
educativa colonial del antiguo gobierno; la reunión con representantes de los medios
de comunicación que da un viraje a la actitud anti medios del ex mandatario. El
mismo llamado al diálogo y a la reconciliación intenta poner punto final a la
política intransigente y de oídos sordos que caracterizó al primer gobierno del
movimiento PAIS.
Es innegable que el nuevo gobierno ha tomado algunas mediadas que son
símbolos de un cambio de perspectiva en el manejo del Estado, no solo porque la
manera en que se lo venía haciendo ya no era viable, si se toma en cuenta que
ya no cuentan con el inmenso capital económico y político que tuvieron hace 10
años, sino porque varios integrantes del
nuevo gabinete gubernamental claramente fueron arrinconados por el ex
presidente, por ciertas discrepancias internas.
A nivel de la política efectiva, en la cual se puede comprobar si el
discurso de campaña performa realidad social efectiva o no, aún no existe referencia.
Hay que esperar al menos los consabidos 100 días de gobierno para tener una
idea de las políticas reales que va a
tomar el nuevo gobierno, y si éstas mantienen el viraje del discurso y de los
símbolos aludidos. Es en este nivel que ciertamente se podría tener un juicio claro sobre el carácter del nuevo gobierno.
A nivel de la pura enunciación del discurso es fácil proponer cualquier
propósito, aunque de hecho crea una expectativa y en esa medida ya produce una
cierta realidad. A nivel de las medidas simbólicas tomadas, donde el discurso
ya empieza a objetivarse de manera coherente la cosa es más clara, aunque no
dice mucho aun del carácter político del nuevo gobierno.
Para que los ofrecimientos de campaña se hagan realidad y las medidas símbolo tenga desarrollo falta
mucha voluntad política, fuerza dentro y fuera del Movimiento PAIS. Y si el
nuevo gobierno de verdad quiere gobernar
para los intereses de los menos favorecidos de este país y afectar las
estructuras de inequidad y desigualdad de esta sociedad, deberán contar con el
apoyo y respaldo de las organizaciones y movimiento sociales. Así, la primera medida de fuerza y de cambio en
este sentido es dar amnistía a los dirigentes sociales enjuiciados y
sentenciados por el ex mandatario. A partir de la amnistía será posible ver si
se inclina a favor de los intereses del Ecuador de abajo o sigue gobernando
para los intereses del gran capital como lo hizo su antecesor.
Por último, es necesario que el nuevo gobierno entienda que en tanto que
gobierno de Alianza PAIS, es heredero directo de la política de su antecesor.
Cuando se trata de evaluar el pasado es más fácil recordar los equívocos que los
aciertos, más aun cuando en relación a lo ofrecido en la campaña del 2006, los
equívocos, por no llamar traiciones, superan abiertamente a los aciertos. En
este sentido, la voluntad política del gobierno de Moreno de caminar en
beneficio de la sociedad y sobre todo de sus sectores históricamente oprimidos,
excluidos y explotados debe ser firme decidido e incorruptible. Si este no fuera el caso la sociedad y la historia
quizá sean mucho más severas en sus juicios de lo que serán con su antecesor.
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