El grotesco símbolo del poder correísta
En la Ciudad de Quito está por concluir la construcción de la llamada
Plataforma Gubernamental Financiera, que curiosamente coincide con el fin de la
presidencia de Rafael Correa. Tal parece
que dicha construcción es el mejor
símbolo del tipo de poder que se instauró
en esta década.
Desde una perspectiva realmente democrática, se esperaría que el poder
que la sociedad delega a un gobierno,
para que éste organice y administre los asuntos comunes, deba ser lo más
discreto posible, para no aplastar simbólica y menos efectivamente a la sociedad a
la cual debe su razón de ser. Se entiende también desde esta perspectiva que
los funcionarios públicos, empezando por los que tienen mayores
responsabilidades con la sociedad hasta los de responsabilidades menores, se deben
a la sociedad para la cual trabajan y no al revés. En otras palabras, los
funcionarios públicos existen solo y únicamente porque la sociedad así lo ha querido, no tienen
existencia propia por fuera de los acuerdos entre los miembros diversos de la
sociedad. No han nacido funcionarios públicos, no han heredado el puesto, no es
de su propiedad ni el puesto ni los instrumentos materiales y simbólicos requerido
para cumplir su función. El presupuesto
estatal no les pertenece, los bienes públicos no son de su propiedad, ni
privada ni personal, por lo tanto no pueden disponer de ellos como si estuviesen
decidiendo sobre sus asuntos particulares. Además no es lo mismo la persona que
el rol que cumple, diferencia que no puede ser nunca olvidada para resguardar
la democracia y para que sepan y no olviden que su paso por el gobierno es temporal
y que el poder transferido a ellos es transitorio, pues éste realmente le
pertenece a la sociedad.
Lamentablemente lo que se esperaría casi nunca es lo que opera en la
política real, sin que esto signifique que hay que dejar de buscar que el deber
ser, sea.
La mayoría de gobiernos y gobernantes dentro de la lógica institucional
del Estado olvidan los preceptos de la democracia real, y lo primero que hacen
es confundir su identidad personal con la identidad de la función gubernamental.
Se opera rápidamente una perversa simbiosis entre la persona y el rol social que
cumple de forma transitoria (funcionario público), lo que necesariamente confunde
el poder delegado por la sociedad como
poder propio, del cual se usa y abusa. Cuando son incapaces de distinguir entre
su identidad social y la identidad gubernamental pierden todo sentido de la realidad y empiezan
a delirar con el poder, creyendo que es inherente a su persona. Esta confusión hace un inmenso daño a la
democracia, pues se tiende a arrebatar a través de leyes, decretos y
reglamentos el poder de la sociedad y a concentrarlo en las manos del gobierno
y de sus funcionarios de turno.
Cuando dicha confusión ya se ha operado, los funcionarios públicos
empiezan a: 1. Administrar los asuntos
comunes y los recurso sociales como si
fuesen de su propiedad. 2. Usar los recursos públicos para fortalecer su poder
y no para resolver las demandas de la sociedad. Esta distorsión de la democracia
se manifiesta por una parte en la forma del discurso enunciado siempre en
primera persona: “les hemos dado”, “hemos hecho carreteras”, “tengo este presupuesto”, “voy a invertir en
esto o aquello”, “no me hagan enojar porque si no…”, etc. etc., y por otra
parte en el ejercicio efectivo de las decisiones político-económicas, las
cuales se hacen a espaldas de la sociedad y sus organizaciones políticas
autónomas. Se tienen así un estrechamiento de la democracia y una peligrosa ampliación
de formas autoritarias de gobierno.
Mientras más tiempo permanezcan los funcionarios públicos enredados en
esta confusión, se solidifica su delirio de poder y tienden a usar los recursos
públicos para edificarlo y preservarlo. Al
igual que en el antiguo Egipto, los faraones
del siglo XXI buscan monumentalizar su poder hacia la eternidad. El
problema es que el sistema político del antiguo Egipto era dinástico y los monumentos faraónicos respondían a su horizonte político; al
contrario, en democracia los monumentos faraónicos como la plataforma
gubernamental financiera es la muestra más grotesca de lo antidemocrático. Las
edificaciones faraónicas manifestaban con claridad la concentración admitida
del poder del Faraón (poder religioso, político, económico y militar) y por lo
tanto fueron símbolos de un poder reinante. En el caso de la democracia, que supone
que el poder está en la sociedad, todo tipo de edificación que muestre el poder
concentrado en el gobierno niega el poder de la sociedad y, por lo tanto, se convierte
en signo perverso del poder autoritario.
Es por esta razón que la plataforma gubernamental fianciera que irrumpe violentamente en la Av. Amazonas es el signo más
claro y grotesco del poder autoritario instaurado
en esta década. Esa monstruosa construcción, que además adolece de un pésimo
gusto arquitectónico, sintetiza cada una de las manifestaciones obscenas del
poder arrebatado a la sociedad en estos diez años. Los juicios estatales en contra de ciudadanos, los
sacrificios políticos en el patíbulo de los sábados, la persecución, acosamiento
y criminalización a la disidencia política, el último vergonzoso juicio a los
miembros de la Comisión Anticorrupción, etc.
Para despedirse y como no podía ser de otra manera, el Ec. Rafael Correa
consecuente con su pérdida total del sentido de realidad decide quedarse con la
banda presidencial; en un acto extremo de enajenación, hace de un símbolo
transitorio, del poder delegado por la
sociedad a una función pública, un fetiche de su vanidad. En este caricaturesco
acto se muestra el efecto empobrecedor que la confusión entre la identidad
personal y la identidad de la función gubernamental provoca en un individuo. René
Girar diría que es un ejemplo perfecto de “la ruta antigua de los hombres
perversos”.
El simbolo malevolo se levanta amenazante en el corazon de la ciudad Franciscana. Carente de estetica y funcionalidad, sera el recuerdo perene de la irracionalidad y el abuso.
ResponderEliminarLa critica es el pasatiempo del mediocre, lo que resulta facilmente de demostrar con este articulo, quienes nunca hicieron nada son los que ahora critican todo,
ResponderEliminarComo arquitecto ratifico el contenido total del artículo, ese mamotreto es horrendo.
EliminarAsí es, lo vivimos todos los sábados. La crítica desde el poder, además de un signo de mediocridad, lo es también de prepotencia y complejo de inferioridad. Desde un punto de vista objetivo, si la sociedad sufre por el secuestro del poder democrático a cargo de un grupúsculo, que no ha producido nada y se jacta de "construir", aunque lo ha hecho en forma ineficiente y corrupta, y cuando esa sociedad no puede fiscalizar el gasto de sus propios recursos, entonces la crítica es lo único que le queda. Y todo aquel que defiende a ese grupúsculo es cómplice del peor crimen contra su sociedad.
EliminarY tu pasatiempo es la critica verdad
EliminarEs triste ver que hasta pierde identidad arquitectónica. Donde el articulo no lo podia describir mejor que lo que es. Una muestra faraónica ante sus 51% de subditos.
ResponderEliminarY Por otro lado un edificio carente de funcionalidad y que traera mas problemas de tràfico al sector....ahora mismo para salir del parqueadero cercano al edificio toma de 15 a 20 minutos....no quiero imaginar como serà cuando venga toda la burocracia al "edificio"
ResponderEliminarPara quién es el edificio.?.quién lo va a usar.?..la gente, el pueblo por supuesto..qué es lo más importante, que sea bello o funcional.?..como dice el amigo de arriba: "la crítica es el pasatiempo de los mediocres"..es lo más fácil criticar, hacer es otra cosa, en este gobierno se hizo lo que no se había hecho él décadas, "palo porque bogas, palo porque no bogas', esa ha sido la mentalidad de los mediocres en nuestro país..ahora que alguien se atrevió a hacer y cambiar nuestro atrasado país se critica..suena a odio y envidia.
ResponderEliminarBonito el Cuartel General de la Gestapo.
ResponderEliminarTorturas, en que subsuelo está ?
;)
El estado no debe ser discreto... de donde saca ese absurdo. .. todo el resto del documento. Esta concentrado de ira ... no es objetivo. ..aparte de eso que el edificio si parece ser una brutalidad urbana..
ResponderEliminar¿La funcionalidad? Ya veremos, aunque lo dudo. ¿Estética? Ninguna, es un edificio horrible, me parece un insulto a los excelentes diseñadores arquitectónicos que tiene el país.
ResponderEliminarEl Gobierno tiene los mejores edificios de la ciudad expropiándolos a la AGD y sin pago. Es un despropósito haberse endeudado con China en 240 millones para construir este mamotreto.
ResponderEliminarEl Palacio Legislativo; la Fiscalía General; y ahora este mamotreto indigno de una ciudad como Quito tienen de común una jaula.
ResponderEliminarDachau?
Seamos objetivos y en mi opinión esperemos que realmente sirva para una buena gestión de la administración pública en beneficio de la ciudadanía y no se convierta en un elefante blanco, solo el tiempo lo dirá...
ResponderEliminarPARECE ALCATRAZ
ResponderEliminarMuy buen comentario el suyo Iván., coincido.
ResponderEliminar"El patíbulo de los sábados" es una frase tan descriptiva y real!!
ResponderEliminarLa mejor descripción de las sabatinas!!
El artículo esta cargado de un odio al oficialismo, que involucra su desacuerdo, a la Arquitectura, gusto arquitectónico? Monstruosa construcción? No vivimos del pasado, la Arquitectura avanza sincrónica mente con la cultura, ya no podemos darnos el lujo de seguir haciendo arquitectura puntual para la ciudad, el implantar objetos a escala urbana benefician a la ciudad. En mi opinión Cómo arquitecto, es uno de los mejores edificios que plantean un verdadero trabajo urbano.
ResponderEliminarGracias por dar tu nombte completo para no contratarte. Posible haces alcantarillado público, como muchos arquitectos en nuestro querido Quito. Que mal gusto señor.
EliminarGracias por dar tu nombte completo para no contratarte. Posible haces alcantarillado público, como muchos arquitectos en nuestro querido Quito. Que mal gusto señor.
EliminarYo estoy lejos de ser correista, por el contrario, soy crítico de un gobierno prepotente como este último. Sin embargo, esta obra en sí no es mala ni buena ni un símbolo. Tiene una finalidad y si cumple y dota de un ambiente físico adecuado para la mejor toma de decisiones, bienvenido sea. Caso contrario, que se privatice el monumental edificio y se le saque provecho. No comparto las líneas generales del artículo. Aunque por otra parte, sí comparto el trasfondo y la asociación con elementos del correismo que ya no se soportan
ResponderEliminarSi sacamos el fin arquitectónico a este edificio y realmente vemos el trasfondo que certeramente describe la autora,no podemos evitar encontrar una lógica perversa en la actuación de estos 10 años. Relacionarlo y ejemplificarlo con de la banda presidencial es muy inteligente. Posible le faltó relacionarlo con el tema de la seguridad presidencial "postmorten"... genial artículo que molesta al 49% y agrada al 51%. Los resultados son evidentes. Se trató de que esté "a tiempo", para que su majestad salga inaugurando la "piramide"....
ResponderEliminarSi sacamos el fin arquitectónico a este edificio y realmente vemos el trasfondo que certeramente describe la autora,no podemos evitar encontrar una lógica perversa en la actuación de estos 10 años. Relacionarlo y ejemplificarlo con de la banda presidencial es muy inteligente. Posible le faltó relacionarlo con el tema de la seguridad presidencial "postmorten"... genial artículo que molesta al 49% y agrada al 51%. Los resultados son evidentes. Se trató de que esté "a tiempo", para que su majestad salga inaugurando la "piramide"....
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