El límite del Estado Moderno y el desafío de la sociedad
Según dice David Harvey,
en la época contemporánea, la acumulación de capital se da por desposesión, de
manera muy parecida a la acumulación primitiva de capital. Esta forma de
valorización del valor radicaliza la explotación del trabajo y de la naturaleza,
llegando a la depredación destructiva de lo social y de lo ambiental.
A nivel político, la
acumulación por desposesión destruye la institucionalidad burguesa que en
ciertos periodos viabilizó la acumulación de capital en base a la observancia
de ciertas reglas que de una u otra manera limitaban la voracidad del capital.
Estos periodos se manifestaron en la forma política e institucional del llamado
Estado de bienestar y en los acuerdos internacionales que fundaron las Naciones
Unidas y sobre todo la Carta Universal de los Derechos Humano. La institucionalidad burguesa que intentó
establecer criterios más democráticos para controlar la reproducción de capital,
duró breves periodos de tiempo si se los compara con los tiempos en los cuales
el capitalismo funcionó liberado de cualquier control externo al mercado.
Desde la implementación
del neoliberalismo en los años 70 del siglo pasado, hasta la fecha actual, la
acumulación de capital asume exponencialmente formas cada vez más depredadoras
de la vida social y natural, al tiempo que en su expansión destruye cualquier
institucionalidad política de la sociedad, incluida el Estado, que mínimamente
limite su desarrollo. A su vez, mientras más debilitada o inexistente es la
institucionalidad política de la sociedad más depredadora es la acumulación de
capital. Se establece una relación funcional entre debilidad institucional y
organizativa de la sociedad y ampliación de la voracidad de la acumulación de
capital. Circularidad de muerte.
Desde la teoría política
marxista se plantea que el Estado burgués es un instrumento político que
garantiza la reproducción del capital. Sin embargo, se supone que esta garantía
se plantea en términos sino democráticos, al menos de la observación de mínimas
reglas que frenen la conflictividad social que ponga en riesgo la reproducción
del sistema. Asistimos hoy al colapso de la institucionalidad burguesa estatal,
en lo que se la ha tenido de mínimas reglas democráticas que eviten la
destrucción misma de su poder. En lo que tienen que ver con los Derechos Humano,
que es quizás el mayor logro de la humanidad en el marco de la civilización
occidental, éstos desaparecen en el contexto de su permanente y cínica
violación.
En este contexto
devastado de la institucionalidad burguesa (Estado Nacional) el capitalismo
adquiere prácticas mafiosas para su reproducción, visibles en la corrupción
generalizada en toda institución social, sobre todo en las instituciones
económicas y políticas. No es difícil ubicar esta característica si traemos a
la memoria la crisis del 2008 y el papel delincuencial que en ella jugó la
institución financiera mundial (Wall Street) y los Estados Nacionales que la
solaparon, o el escándalo de corrupción de la FIFA y últimamente los sucios
negocios entre grandes corporaciones como Odebrecht y los Estados latinoamericanos,
entre muchísimos otros casos. Así
también en la forma mafiosa en que operan las grandes corporaciones
capitalistas dedicadas a la guerra, a la farmacéutica, a los transgénico, etc.
Al tiempo que se
debilita la institucionalidad democrática burguesa, el Estado se convierte en
aparato puramente represivo, que hace el papel de capataz para contener la
lucha social en favor de los negocios capitalistas. En esta nueva
función de aparato de seguridad de las corporaciones, el Estado es susceptible
de ser atravesado por estructura criminales, ligadas a los negocios ilícitos,
en América Latina específicamente al negocio de las drogas. De esta manera
asistimos a la constitución de narco-estados que sostienen los negocios más
salvajes del capital.
En este escenario, la
sociedad debilitada en su organización, sobre todo la autónoma (los pueblos
ancestrales, de los movimientos sociales, de los obreros y campesinos, de las
mujeres, de los jóvenes, etc.) queda indefensa ante las estructuras mafiosas
legales e ilegales, cuya frontera se diluye.
Ese es entre otro el lamentable caso de la sociedad mexicana donde del Estado
no es en rigor un estado fallido sino un narco-estado cuya institucionalidad
democrática prácticamente ausente deja libre el paso a las estructuras de los
carteles. El Estado así no es el supuesto espacio de negociación de los
intereses sociales distintos, sino el espacio de disputa de los carteles y las
bandas criminales.
Este es el escenario
mundial que se dibuja en el horizonte de la sociedad actual, y es a esta
infortunada situación a la que como pueblos tenemos que dar respuesta para
defender la vida. Reitero: a la sociedad le urge establecer nuevas relaciones
de las cuales broten otras nociones, otros valores, otra institucionalidad que
garantice la vida humana y natural. El Estado cumplió su tiempo, es hora de
reinventarnos en nuestros acuerdos básicos y en nuestras instituciones
políticas.
Descubriendo al agua tibia, a estas alturas del partido, de una "izquierda" retardada. !Aprendan del Concejo indígena de gobierno en México!... !Renazcan en un país sin cultura de autonomía porque las mismas organizaciones la han castrado. Empezando por quienes tuvieron oportunidad de potenciarla: los indígenas!
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