¿Diálogo Presidencial o publicidad electoral?
El día domingo 5 de febrero el país
esperó y presenció el llamado “Diálogo Presidencial 2017”, al término de dos
horas la decisión electoral de la sociedad ecuatoriana debe haber quedada más incierta
e indiferente que antes del evento.
Vamos aclarando conceptos que nos
ayuden a entender este malogrado evento político.
Se puso énfasis en que no era un
debate, sino un diálogo, supongo para decir que no se permitiría disputas y
menos agresiones entre los candidatos.
Cuál es la diferencia entre debate y
diálogo?
En términos generales no mucha, en
los dos casos los conceptos se refieren al acto de comunicación entre dos o más
personas para exponer sus ideas y los argumentos que las sustenten, sobre un tema común y de interés para todos
los participantes. La razón de este acto es que los distintos actores puedan
conocer las posturas que tienen sobre el tema en cuestión, sobre la base de exponer
de manera clara, comprensible y argumentada. Se supone que este ejercicio de comunicación
racional permite que en el intercambio se transformen o se afirmen las opiniones
de los participantes. Sin embargo independientemente de esto, el acto de comunicación
siempre afirma la razón humana que le humaniza.
Quizá una posible pequeña diferencia
sea que el debate parece suponer que las ideas de los participantes son diferentes,
aunque de hecho esta diferencia es un principio del diálogo, pues difícilmente
se intercambia ideas iguales. Podría ser que el debate suponga no solo ideas
diferentes, sino antagónicas que buscan ser expuestas de manera directa para el
conocimiento de los otros. El diálogo por su parte pone peso en que este intercambio
de opiniones permita a sus participantes llegar a acuerdos sobre el tema que se
conversa.
En atención a lo dicho y en
referencia al “Diálogo Presidencial”, el
país esperaba escuchar a los candidatos
exponer sus ideas en torno a su propuesta de programa de gobierno de manera clara, es decir
entendible, verosímil y honesta, que son las premisas básicas del diálogo. Sin
embargo lo que se observó es mucha opacidad en las intervenciones, un alto
nivel de demagogia que obviamente hizo de sus ideas algo inverosímil, como
aquello de viviendas gratis para los pobres,
el millón de empleos, todo se resuelve con la ternura, acabar con los impuestos,
subir el bono de desarrollo humano a 150 dólares,
y todos las demás ofertas de campaña que se oyen en lo spots publicitarios y que
fueron repetidas por los candidatos. Como es obvio la demagogia no requiere ni
permite ningún argumento que sostenga las falsas ofertas, por lo tanto las intervenciones
de los candidato carecieron de argumentos, lo cual hizo del acto algo no solo
aburrido sino insustancial.
En un diálogo los participantes
tienen que reconocerse como sujetos diálogo, es decir reconocer la legitimidad
de la opinión del otro, lo cual lleva a que se escuche, que ciertamente se escuchen
y que no hagan como que se escuchan. En
la medida en que los actores de un diálogo se oyen hay entendimiento
intersubjetivo y mayor claridad en el tema que se trata. Lo que el país observó
la noche del domingo fueron ocho políticos respondiendo a las preguntas del
entrevistador, pues como no había diálogo no había moderador. Cada uno
respondía desde lo que sus tiendas políticas habían preparado sin importar lo
que el otro candidato decía, solo repetían cada uno su libreto y punto. Encerrados
en sus verdad política, que no es otra que ganar votos, fueron ocho monólogos con
tiempo controlado.
No hubo ideas, sino propaganda; por
lo tanto no hubo intercambio de ideas y menos aún confrontación de las mismas
en base a argumentos, en base a razones
que permitan a la sociedad hacerse una idea medianamente clara de lo que cada
candidato propone al país.
Los candidatos siguen hablando para
ellos mismos encerrados en su pequeña caja electoral. Solo quieren ganar las
elecciones y la sociedad no sabe para qué. Si nos ubicamos en las
circunstancias actuales y mediatas del
país ninguna de las propuestas retóricas que hacen los presidenciables es
viable y, por lo tanto, lo que ofrecen no tiene sentido, con algunas propuesta puntuales, sin mucho peso.
El candidato que más representa este
autismo de la clase política es el candidato oficialista. Realmente parece que
el Sr. Moreno ha perdido el principio de realidad, todo lo que dice no tienen
absoluta coherencia con los 10 años en que ha participado del gobierno de
A.PAIS. Cuando habla parece que representa a otra tienda política y que no ha
sido gobierno por más de una década. Habla en contra de la corrupción como si
su gobierno no estuviese salpicado de
corrupción hasta la cabeza, sobre todo su compañero de fórmula; dice que va a quitar el IVA y las salvaguardias
puesta por su gobierno; habla de diálogo cuando su gobierno lo destruyó y el nunca dijo nada sobre el asunto; habla
de ternura con los 10 años de intolerancia, humillación y abuso de poder del
cual él participó o al menos fue cómplice.
La sociedad quería saber que proponen
los candidatos para tratar de resolver los problemas que el país enfrenta,
sobre todo los económicos y políticos. No
hablaron de ello, pues no hubo diálogo que les permita reconocer las
dificultades que como sociedad enfrentamos y luego establecer acciones ciertas y
posibles para intentar solucionarlas.
Después del “Diálogo presidencial”
creo que nos quedó un mal sabor político y una desazón social y la confirmación que los políticos oficiales son sordos y les encanta esa sordera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario