La
reflexión propuesta tomará como antecedente una breve aproximación al
significado del poder, tanto como concepto, cuanto como praxis social. En laperspectiva de leer esta última década del poder en el Ecuador
El
poder, en su significación más amplia, es la capacidad humana de crear mundo en
su doble dimensión simbólica-material. Esta capacidad creadora de mundo supone
libertad, en cuanto solo un ser libre tiene voluntad de imaginar e inventar su
mundo. Así, entonces, el poder es un poder-hacer-crear
mundo en libertad, lo que no quiere decir que tengamos la libertad de decidir
no crear mundo, pues sin él no es posible la existencia humana. El poder-crear mundo es un poder siempre
colectivo, en la medida en que tal tarea exige ponerse-en-común, asociarse,
aliarse, vale decir: ponerse junto y en relación con el otro. De esta forma, la
apertura de mundo es apertura de lo social.
Ahora
bien, esta capacidad humana, su poder, puede transformarse en instrumento de dominación
y devenir en poder de dominación. La dominación, por su parte, dice del control que un grupo tiene frente a
otros grupos, un país frente a otros países, una nación frente a otras naciones
y nacionalidades, un Estado frente a otros estados, un Estado y un gobierno
frente a los ciudadanos, un individuo frente a otro individuo o individuos, el
Hombre frente a la naturaleza.
El
control busca el sometimiento y obediencia del sujeto controlado, sujeto de la
dominación, sujeto sujetado al poder de dominación, sea esta legal, tradicional
o carismática, según dice Weber. En
atención a lo planteado, el poder de dominación debilita la puesta en común
para construir mundo y, por lo tanto, la alianza social, esto es, lo social.
Tanto
el poder como capacidad humana de crear mundo posible y posibilitante de la
apuesta en común, cuanto el poder como instrumento de dominación sobre lo otro,
instituyen un tipo de relación social. La relación que se instaura con el
poder-crear mundo es una relación que se
abre a su propio movimiento, es decir una relación que estructura relaciones
humanas cada vez más amplias y diversas. Al contrario, la relación que se
instaura con el poder-dominar se cierra a su posibilidad y cosifica la relación
humana en una estructura de dominación, que paraliza la imaginación que inventa
y construye mundo. La primera fecunda la apuesta en común, la segunda destruye
lo común.
El
núcleo articulador del poder de dominación es la propia dominación, es decir el
poder de dominación se alimenta de la dominación, lo cual le hace un poder de
acumulación de dominación. En otras palabra, mientras más ejercicio de la
dominación, mientras más sujetos sujetados al poder de dominación, más voluntad
de dominación. De hecho, tanto el sujeto sobre quien se ejerce la dominación,
cuanto el sujeto que la ejerce son dominados por el poder de dominación. Esto
explica la profunda enajenación humana que provoca el poder como instrumento de
dominación, pues el ser humano queda atrapado en la lógica del dominio que ya
está hecho estructura de control y sometimiento del otro; otro que no es más
que el ser humano frente a la dominación. La cosificación del poder humano de
creación de mundo, en su instrumentalización como dominación, termina por
debilitar lo humano del humano y fortalecer lo inhumano de lo humano.
El
poder de dominación y su acumulación, es decir esta instrumentalización del
poder para el control y sometimiento del otro, puede ser vista a dos niveles: a
nivel del ser social y a nivel del ser individual. En el primer caso se puede
observar el poder de dominación que la especie humana ha acumulado y ha
ejercido sobre el resto de la naturaleza (otro primero); el que una
civilización como la occidental ha ejercido sobre el resto de civilizaciones y
pueblos no occidentales; el que un Estado (norteamericano) ha ejercido sobre
otros estados; el que una nación (blanco-mestiza) ha ejercido sobre otras
nacionalidades; el que un gobierno (liberal-burgués) ha ejercido sobre otras
formas de gobierno; el que un gobierno ejerce sobre los ciudadanos, sobre los
pueblos, sobre las personas. En el segundo caso se puede observar la dominación
que los padres ejercen sobre los hijos e hijas;
la que el hombre (s) ha ejercido sobre la mujer (es); la que el
capitalista ejerce sobre los obreros y campesinos; la que el blanco (s) ha
ejercido sobre los culturalmente distintos; la que los heterosexuales han
ejercido sobre los otros diversos sexuales; la que los adultos han ejercido
sobre los jóvenes, niños y viejos, etc.
El
poder de dominación es, entonces, una estructura de sometimiento que doblega a
todos los sujetos que quedan atrapados en ella. Aquellos que son atrapados como
sujetos dominados van a sufrir la dominación como explotación, opresión,
despojo, humillación. Aquellos que son atrapados como sujetos dominantes,
mientras cumplan la función de dominadores, van a acumular tanto poder que
terminarán decidiendo sobre la vida y la muerte de los otros. Así, el dominador
será el que decida quien vive y quien muere, sea en el nivel biológico,
político, social y simbólico de su existencia.
En
la historia humana han existido poderosos (encarnaciones humanas del poder de
dominación) que no solo han administrado la vida de los dominados, sino que han
tenido el derecho sobre la vida y la muerte socio-simbólica de los dominados.
Entre estas encarnaciones del poder de dominación se puede ubicar al Gobierno
de Alianza País.
En conclusión, Alianza País no se contituyó en un poder desde abajo que rompa las relaciones de inequidad y busque la justicia social, todo lo contrario, se constituyó en un claro poder de dominación patriarcal y capitalista.
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