lunes, 16 de enero de 2017

Qué tipo de gobierno necesitamos los próximos 4 años
Un criterio para la discusión electoral
 



En la década del gobierno de la autodenominada Revolución Ciudadana, como en ningún otro gobierno desde el fin de las dictaduras militares e incluso  en las dictaduras, la sociedad fue reducida a su mínima expresión organizativa, por efecto de la recuperación y expansión del Estado en clave hobbssiana. La sociedad con su riqueza, su diversidad, su conflictividad, su heterogeneidad   terminó reducida al Estado,  a su vez éste se abrevió en una de sus funciones: El Ejecutivo  y ésta última se limitó al Movimiento País que obscenamente se encarnó en su caudillo. A fin de cuentas, el enorme y rico debate de la sociedad ecuatoriana y los acuerdos que del mismo se desprendieron en el proceso constituyente, por efecto de una manipulación jurídica y su aprobación en la Constitución del 2008 , quedó reducida a la persona Estado encarna en la persona Rafael Correa.  

  
Es esta lógica la que permite comprender que el Estado, en los términos descritos en el párrafo anterior, haya arrinconado a la sociedad hasta dejarla indefensa y en indefensión frente a su poder político que se ensancha en la medida en que la organización autónoma de la sociedad  se debilita. En estos 10 años ninguna de las organizaciones sociales y  políticas autónomas de la sociedad se han fortalecido, todo lo contrario, en el mejor de los casos se encuentran excesivamente  frágiles y en el peor han desaparecido.

El tristemente célebre Quinto Poder es el signo evidente de la estrategia  estatal de la destrucción de la organización autónoma de la sociedad, única garantía de la participación directa y en crecimiento de la diversidad de sujetos que la componen; y también única garantía de la democracia profunda y radical que asegura un mejor destino común.

Durante esta década todos hemos sido testigos impotentes de como el Estado hobbesiano, que se impuso, acabó con la ingobernabilidad de la década anterior a costa de la captura y silenciamiento de la sociedad. Muchos derechos individuales (derecho a la expresión, a la disidencia, a la objeción de conciencia, a la comunicación, etc.)  y colectivos (derecho a la libre asociación,  derechos de los pueblos ancestrales a autogobernarse, a defender sus tierras y territorios, a la educación intercultural bilingüe, etc.) fueron vulnerados a nombre del interés general, de la voluntad general  encarnada en el Estado-correísta.

Hemos sido testigos impotentes de la amenaza, persecución, acoso  y  clausura de organizaciones sociales (La CONAIE, la UNE, el fondo de Cesantía de los Maestros, la Fundación Pachamama, sindicatos, Acción Ecológica, Pueblos y comunidades indígenas, etc.) Observamos indignados como se enjuició, se multó y encarceló a jóvenes estudiantes, periodista, caricaturistas, músicos, dirigentes sindicales, dirigentes indígenas, dirigentes campesinos, maestros, veedores, ecologistas,  ciudadanos en general, por el delito de discrepar, protestar, resistir. Mientras muchos funcionarios corruptos salen sin problema del país.

Tuvimos y aún soportamos una invasión cotidiana de publicidad oficial que acecha, asfixia y coarta el pensamiento político autónomo de la sociedad, en una clara intención de controlar ideológicamente a la población  para que no pueda pensar, debatir, construir conciencia crítica frente al poder totalitario del Estado-correísta, en definitiva liquidar la posibilidad del uso público de la razón único fundamento de la democracia.  A esta perversión publicitaria se sumó la Ley de comunicación que disciplina, sanciona y castiga a los que no se autocensuran.

El Estado-correísta no es solo monopolio de la violencia, sino que se levantó con el monopolio de la palabra, del pensamiento, de la organización.  No solo administra la cosa pública, sino que intenta administrar la totalidad de la vida de la sociedad. Es la expresión más acabada de  como el fin del poder político estatal es el propio poder estatal, un círculo perverso del poder que se acumula arrinconando a la sociedad hasta amenazarla con su extinción en una masa acrítica.

Ante esta más que lamentable situación, la sociedad ecuatoriana, o  lo que queda de ella, necesita un tiempo y sobre todo un espacio para recomponerse, para recuperar y fortalecer sus interacciones, sus tejidos, sus organizaciones. Necesita un espacio para respirar, para abrir el entre nos-otros que nos permita reconocernos en nuestras diferencias y en nuestro posible en común, necesita recuperar el espacio político autónomo, necesita recuperar la democracia profunda. Creo que esa urgencia es el criterio fundamental para saber por quién votar.    
   
           

    

3 comentarios:

  1. ¿Compara este gobierno con una dictadura, señora? Sígale haciendo el juego a la derecha y compartiendo ataques con los neoliberales con quienes dice discrepar.

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  2. Me ha impresionado tu intervención en el programa de colectivo burbuja sobre la globalización. Añado este blog a mi lista. Saludos cordiales

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