Qué tipo de gobierno necesitamos
los próximos 4 años
Un criterio para la discusión electoral
En la década del gobierno de la autodenominada Revolución Ciudadana,
como en ningún otro gobierno desde el fin de las dictaduras militares e incluso
en las dictaduras, la sociedad fue
reducida a su mínima expresión organizativa, por efecto de la recuperación y expansión
del Estado en clave hobbssiana. La sociedad con su riqueza, su diversidad, su
conflictividad, su heterogeneidad terminó reducida al Estado, a su vez éste se abrevió en una de sus
funciones: El Ejecutivo y ésta última se
limitó al Movimiento País que obscenamente se encarnó en su caudillo. A fin de
cuentas, el enorme y rico debate de la sociedad ecuatoriana y los acuerdos que
del mismo se desprendieron en el proceso constituyente, por efecto de una manipulación
jurídica y su aprobación en la Constitución del 2008 , quedó reducida a la
persona Estado encarna en la persona Rafael Correa.
Es esta lógica la que permite comprender que el Estado, en los términos
descritos en el párrafo anterior, haya arrinconado a la sociedad hasta dejarla
indefensa y en indefensión frente a su poder político que se ensancha en la
medida en que la organización autónoma de la sociedad se debilita. En estos 10 años ninguna de las organizaciones
sociales y políticas autónomas de la
sociedad se han fortalecido, todo lo contrario, en el mejor de los casos se
encuentran excesivamente frágiles y en
el peor han desaparecido.
El tristemente célebre Quinto Poder es el signo evidente de la
estrategia estatal de la destrucción de
la organización autónoma de la sociedad, única garantía de la participación
directa y en crecimiento de la diversidad de sujetos que la componen; y también
única garantía de la democracia profunda y radical que asegura un mejor destino
común.
Durante esta década todos hemos sido testigos impotentes de como el
Estado hobbesiano, que se impuso, acabó con la ingobernabilidad de la década
anterior a costa de la captura y silenciamiento de la sociedad. Muchos derechos
individuales (derecho a la expresión, a la disidencia, a la objeción de conciencia,
a la comunicación, etc.) y colectivos
(derecho a la libre asociación, derechos
de los pueblos ancestrales a autogobernarse, a defender sus tierras y territorios,
a la educación intercultural bilingüe, etc.) fueron vulnerados a nombre del
interés general, de la voluntad general encarnada en el Estado-correísta.
Hemos sido testigos impotentes de la amenaza, persecución, acoso y clausura
de organizaciones sociales (La CONAIE, la UNE, el fondo de Cesantía de los
Maestros, la Fundación Pachamama, sindicatos, Acción Ecológica, Pueblos y
comunidades indígenas, etc.) Observamos indignados como se enjuició, se multó y
encarceló a jóvenes estudiantes, periodista, caricaturistas, músicos,
dirigentes sindicales, dirigentes indígenas, dirigentes campesinos, maestros, veedores,
ecologistas, ciudadanos en general, por
el delito de discrepar, protestar, resistir. Mientras muchos funcionarios corruptos
salen sin problema del país.
Tuvimos y aún soportamos una invasión cotidiana de publicidad oficial
que acecha, asfixia y coarta el pensamiento político autónomo de la sociedad,
en una clara intención de controlar ideológicamente a la población para que no pueda pensar, debatir, construir
conciencia crítica frente al poder totalitario del Estado-correísta, en
definitiva liquidar la posibilidad del uso público de la razón único fundamento
de la democracia. A esta perversión publicitaria
se sumó la Ley de comunicación que disciplina, sanciona y castiga a los que no
se autocensuran.
El Estado-correísta no es solo monopolio de la violencia, sino que se
levantó con el monopolio de la palabra, del pensamiento, de la organización. No solo administra la cosa pública, sino que
intenta administrar la totalidad de la vida de la sociedad. Es la expresión más
acabada de como el fin del poder político estatal
es el propio poder estatal, un círculo perverso del poder que se acumula
arrinconando a la sociedad hasta amenazarla con su extinción en una masa
acrítica.
Ante esta más que lamentable situación, la sociedad ecuatoriana, o lo que queda de ella, necesita un tiempo y
sobre todo un espacio para recomponerse, para recuperar y fortalecer sus interacciones,
sus tejidos, sus organizaciones. Necesita un espacio para respirar, para abrir
el entre nos-otros que nos permita reconocernos en nuestras diferencias y en
nuestro posible en común, necesita recuperar el espacio político autónomo,
necesita recuperar la democracia profunda. Creo que esa urgencia es el criterio
fundamental para saber por quién votar.
¿Compara este gobierno con una dictadura, señora? Sígale haciendo el juego a la derecha y compartiendo ataques con los neoliberales con quienes dice discrepar.
ResponderEliminarMe ha impresionado tu intervención en el programa de colectivo burbuja sobre la globalización. Añado este blog a mi lista. Saludos cordiales
ResponderEliminarSaludos
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