martes, 29 de abril de 2014


Yasunidos, actualidad humana vs voracidad extractiva de la Revolución Ciudadana




Sin duda alguna, un abismo histórico, ético y estético separa la lucha de los jóvenes yasunidos de la obsoleta propuesta desarrollista del gobierno.
Nacida en la indignación de los jóvenes, frente a la decisión del gobierno de explotar la reserva ecológica Parque Nacional Yasuní, la lucha de Yasunidos inscribe en la historia de esta sociedad, no solo ecuatoriana sino mundial, el marco político para la creación de una nueva significación de lo humano.  Lo que se debate en el acto ético-político de Yasunidos, así como  el de los pobladores de Intag, no encuentra su límite en la demanda de una redistribución equitativa de los ingresos que el Estado obtenga por la explotación de la naturaleza, sino que se abre a imaginar otra manera de ser y estar en el mundo, otra manera de ser humano. El acto ético-político de Yasunidos  abre un paréntesis en el relato de la historia dominante, pone en suspenso el discurso del progreso capitalista con sus implicaciones sociales desarrollistas y sus obsesiones de crecimiento económico.

Yasunidos expresa el rostro humano que pulsa por afirmarse en su humanidad, esto es, en la honestidad y humildad de reconocer su enorme proximidad vital con la naturaleza que lo obliga a hacerse responsable de cuidarla, entendiendo que no es de su propiedad, sino el milagro de la   hospitalidad. Esta es la cualidad ética de la lucha Yasunidos, que impide que sea absorbida, neutralizada, poseída  o eliminada por un poder enmascarado en obsoletas ofertas capitalistas.  Este rostro humano de los jóvenes yasunidos, que interpela al viejo poder por el deseo y la justicia de otro mundo, desafía no solo al poder, sino su poder.  (Cfr. Levinas, 1977) Esto, quizá, explica la razón por la cual el gobierno agrede, humilla, desacredita y persigue la lucha de Yasunidos. Es un gobierno, un poder, que perdió poder sobre los jóvenes que sueñan y desean otro mundo; un gobierno cuyo discurso caduco, que ofrece baratijas barnizadas a cambio de la vida, ya no convoca; un gobierno que hace mucho perdió la sintonía con la actualidad de lo humano que expresan Yasunidos.
Mientras el gobierno insiste neciamente en la explotación petrolera del Yasuuní, hostigando la conciencia de la sociedad con costosas publicidades,  lo jóvenes yasunidos, puestos corporal y festivamente en el mundo –en la calle-, trascienden la miseria de los argumentos capitalistas a favor de la depredación de la naturaleza y la comunidad humana.  Así, también, la utilización de las  fuerzas represivas del Estado para agredir la lucha de yasunidos muestra que los jóvenes, deseantes de otro mundo, son inmunes a la retórica  de falsos profetas capitalistas, inmunes a los precarios argumentos del poder. Es esta inmunidad la que asusta al poderoso que se ve impotente ante la fuerza del deseo que imagina nuevos destinos para la humanidad. Un débil poderoso que no logra entender el NO ético de Yasunidos, frente al cual hace lo que todo ser miedoso hace: agredir. Sin embargo, el NO ético de Yasunidos es un a corporeidad-rostro humana y soberana inviolable, una resistencia ética a la  violencia del poder que reside en su idea-deseo de otro mundo. Es con este deseo que imagina otro mundo con el cual el poder de un gobierno estéril de utopías no logra lidiar. Es, también, ésta la razón que explica porque el gobierno  de una revolución vieja no puede ser interlocutor válido de la expresión de lo que pulsa por nacer, del rostro de la nueva promesa humana.
El abismo que separa Yasunidos del gobierno es el mismo que separa la epifanía del rostro humano de la risa cínica de la máscara inhumana. El rostro es precisamente esa presentación excepcional del deseo humano de mundo, sin medida común con la presentación de realidades dadas y gastadas, siempre sospechosas de alguna superchería usada y abusada por la retórica del poder (salir de la pobreza, crecer económicamente, desarrollarnos, responsabilidad ambiental etc.). (Cfr. Levinas, 1977) El rostro humano de Yasunidos cuestiona la violencia de la razón gubernamental mimetizada con la razón capitalista; cuestiona la autoridad impersonal de la institución estatal que absorbe y niega la pluralidad humana que convive en este país; cuestiona la arrogancia de una economía devastadora defendida por el gobierno. 
Yasunidos es, por un lado, una especie de manantial de promesas humanas donde la vieja máscara de la revolución ciudadana se descubre en su  farsa política y en su envejecido pensamiento; y, por otro, es el rostro que expresa todas las luchas en defensa de la vida y en contra de la voracidad extractivista del capital. 
El acto ético y político de Yasunidos, más allá de lo que suceda con la verificación de las firmas presentadas y con la consulta popular que los jóvenes y todos los firmantes demandan, ya ha sido  inscrito en la conciencia de la sociedad ecuatoriana. Este hecho no podrá ser violado por ninguna estrategia del poder gubernamental, ya se encuentra en la historia y el deseo del pueblo ecuatoriano, ya aparece en el horizonte donde se dibuja un nuevo destino para la humanidad.  

Referencias 
Levinas, Emmanuel, Totalidad e Infinito, ensayos sobre la exterioridad, Ed. Sígueme, Salamanca, 1977.




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