Yasunidos, actualidad humana vs voracidad extractiva de la Revolución Ciudadana
Sin duda alguna, un abismo
histórico, ético y estético separa la lucha de los jóvenes yasunidos de la
obsoleta propuesta desarrollista del gobierno.
Nacida en la indignación de los
jóvenes, frente a la decisión del gobierno de explotar la reserva ecológica
Parque Nacional Yasuní, la lucha de Yasunidos inscribe en la historia de esta
sociedad, no solo ecuatoriana sino mundial, el marco político para la creación
de una nueva significación de lo humano. Lo que se debate en el acto ético-político de Yasunidos,
así como el de los pobladores de Intag, no
encuentra su límite en la demanda de una redistribución equitativa de los
ingresos que el Estado obtenga por la explotación de la naturaleza, sino que se
abre a imaginar otra manera de ser y estar en el mundo, otra manera de ser
humano. El acto ético-político de Yasunidos
abre un paréntesis en el relato de la historia dominante, pone en
suspenso el discurso del progreso capitalista con sus implicaciones sociales
desarrollistas y sus obsesiones de crecimiento económico.
Yasunidos expresa el rostro
humano que pulsa por afirmarse en su humanidad, esto es, en la honestidad y
humildad de reconocer su enorme proximidad vital con la naturaleza que lo
obliga a hacerse responsable de cuidarla, entendiendo que no es de su propiedad,
sino el milagro de la hospitalidad. Esta es la cualidad ética de la
lucha Yasunidos, que impide que sea absorbida, neutralizada, poseída o eliminada por un poder enmascarado en
obsoletas ofertas capitalistas. Este
rostro humano de los jóvenes yasunidos, que interpela al viejo poder por el
deseo y la justicia de otro mundo, desafía no solo al poder, sino su poder. (Cfr. Levinas,
1977)
Esto, quizá, explica la razón por la cual el gobierno agrede, humilla,
desacredita y persigue la lucha de Yasunidos. Es un gobierno, un poder, que
perdió poder sobre los jóvenes que sueñan y desean otro mundo; un gobierno cuyo
discurso caduco, que ofrece baratijas
barnizadas a cambio de la vida, ya no convoca; un gobierno que hace mucho
perdió la sintonía con la actualidad de lo humano que expresan Yasunidos.
Mientras el gobierno insiste
neciamente en la explotación petrolera del Yasuuní, hostigando la conciencia de
la sociedad con costosas publicidades,
lo jóvenes yasunidos, puestos corporal y festivamente en el mundo –en la
calle-, trascienden la miseria de los argumentos capitalistas a favor de la
depredación de la naturaleza y la comunidad humana. Así, también, la utilización de las fuerzas represivas del Estado para agredir la
lucha de yasunidos muestra que los jóvenes, deseantes de otro mundo, son
inmunes a la retórica de falsos profetas
capitalistas, inmunes a los precarios argumentos del poder. Es esta inmunidad
la que asusta al poderoso que se ve impotente ante la fuerza del deseo que
imagina nuevos destinos para la humanidad. Un débil poderoso que no logra
entender el NO ético de Yasunidos, frente al cual hace lo que todo ser miedoso
hace: agredir. Sin embargo, el NO ético de Yasunidos es un a corporeidad-rostro
humana y soberana inviolable, una resistencia ética a la violencia del poder que reside en su
idea-deseo de otro mundo. Es con este deseo que imagina otro mundo con el cual
el poder de un gobierno estéril de utopías no logra lidiar. Es, también, ésta la
razón que explica porque el gobierno de
una revolución vieja no puede ser interlocutor válido de la expresión de lo que
pulsa por nacer, del rostro de la nueva promesa humana.
El abismo que separa Yasunidos
del gobierno es el mismo que separa la epifanía del rostro humano de la risa
cínica de la máscara inhumana. El rostro es precisamente esa presentación
excepcional del deseo humano de mundo, sin medida común con la presentación de
realidades dadas y gastadas, siempre sospechosas de alguna superchería usada y
abusada por la retórica del poder (salir de la pobreza, crecer económicamente,
desarrollarnos, responsabilidad ambiental etc.). (Cfr. Levinas,
1977)
El rostro humano de Yasunidos cuestiona la violencia de la razón gubernamental
mimetizada con la razón capitalista; cuestiona la autoridad impersonal de la
institución estatal que absorbe y niega la pluralidad humana que convive en
este país; cuestiona la arrogancia de una economía devastadora defendida por el
gobierno.
Yasunidos es, por un lado, una
especie de manantial de promesas humanas donde la vieja máscara de la
revolución ciudadana se descubre en su
farsa política y en su envejecido pensamiento; y, por otro, es el rostro
que expresa todas las luchas en defensa de la vida y en contra de la voracidad
extractivista del capital.
El acto ético y político de
Yasunidos, más allá de lo que suceda con la verificación de las firmas presentadas
y con la consulta popular que los jóvenes y todos los firmantes demandan, ya ha
sido inscrito en la conciencia de la
sociedad ecuatoriana. Este hecho no podrá ser violado por ninguna estrategia
del poder gubernamental, ya se encuentra en la historia y el deseo del pueblo
ecuatoriano, ya aparece en el horizonte donde se dibuja un nuevo destino para
la humanidad.
Referencias
Levinas, Emmanuel, Totalidad e Infinito, ensayos sobre la exterioridad, Ed. Sígueme, Salamanca, 1977.
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