Notas para discutir
los resultados electorales de febrero del 2014
Las elecciones seccionales realizadas
este 23 de febrero movieron el mapa político electoral respecto a las
elecciones nacionales llevadas a cabo en febrero del 2013. Un año atrás el Movimiento
Alianza País consiguió obtener la mayoría casi absoluta de las representaciones
nacionales, lo cual le consolidó en el poder Estatal, seis años después de
haber llegado al mismo. En el mapa político dibujado por los resultados de las
elecciones de febrero del 2013, la oposición se encontró fuertemente debilitada
y arrinconada por la aplanadora del A.P. Inmediatamente después de haber
conquistado el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, el Gobierno controló la
totalidad de los poderes y funciones del Estado con lo cual aprobó leyes y
decretos que consolidaban su poder y abrían paso a la ejecución de su proyecto
económico (capitalismo extractivista) y político (autoritarismo estatal). Tanto
la política económica cuanto el manejo autoritario del poder político ejecutado
por el Gobierno de A.P. generaron un paulatino crecimiento de malestar en
diversos sectores sociales.
Así, este último año,
caracterizado por el poder absoluto de A.P. en el Estado, es también el año de
su mayor desgaste político en el seno de la sociedad civil ecuatoriana. Esta
situación expresa la paradoja propia de la concentración del poder que generó
A.P. a partir de su victoria electoral en
las elecciones nacionales, con la cual se apoderó del manejo de todos los
poderes del Estado. Por un lado, sin oposición política, es decir sin enemigo
externo que funja de chivo expiatorio que concentre el mal y posibilite la
cohesión del Movimiento, éste empieza su desgaste interno (fraccionamiento,
disputas por espacio de poder, disputas ideológicas, disputas personales, etc.).
Por otro lado, la concentración del poder de A.P., que en rigor se dio en la
figura del Presidente, exacerbo formas autoritarias de gestión en el manejo de
los asuntos de Estado y en la relación con la sociedad.
El desgaste político sufrido por
A.P: en este último año se hizo evidente en cuatro hechos sintomáticos que marcaron
un punto de inflexión, el mismo que se expresó en el resultado de las últimas
elecciones, donde gran parte del pueblo ecuatoriano dijo NO al proyecto del Gobierno. Cuatro hechos que tuvieron como escenario
político del debate a Quito y que permiten de alguna manera comprender la
derrota que A.P. sufrió en la capital y en otras ciudades importantes del país.
1.
El primero y quizá el más significativo por el
debate estructural que moviliza es el tema del Yasuní. Cuando el Gobierno
decidió terminar la iniciativa Yasuní que proponía dejar el petróleo bajo suelo,
promocionada por el mismo Gobierno durante más de cuatro años a nivel nacional e
internacional, la población resintió mucho. El debate que se concentro
básicamente en Quito planteó la necesidad de una consulta popular para que el
pueblo decida sobre el futuro de la iniciativa. La respuesta que el Gobierno
dio a esta demanda social fue su total descalificación y una violenta
propaganda institucional para defender su decisión de explotar el Yasuní. Más
allá y por sobre esta reacción gubernamental ciertas organizaciones sociales
lideradas por la plataforma Yasunidos emprendieron la campaña de recolección de
firmas para exigir la consulta popular. Este proceso mostró que a pesar de la
campaña del Gobierno para defender la explotación hay muchos sectores, sobre
todo de jóvenes urbanos y sectores indígenas y campesinos, que no aceptan tal
decisión, más aún cuando al propio Gobierno le cuesta desmontar la campaña que durante más de cuatro años hizo
para posicionar la iniciativa. La unilateral decisión del Gobierno sobre el
tema Yasuni develó y puso al debate público el proyecto
económico extractivo de A.P., lo que ha su vez cuestiona seriamente su
autodeclarada línea progresista.
2.
El segundo abrió la discusión en torno a la
aprobación del nuevo Código Penal Integral claramente punitivo, no solo por la
criminalización de la lucha social, denunciada por las organizaciones afectadas
por juicios por terrorismo y rebelión en
contra de sus dirigentes, sino por la criminalización de la sociedad visible entre
otras cosas el artículo de la mala
práctica profesional. Fueron los médicos los que se movilizaron para rechazar
la forma de esta penalización y lograron, con nuevas formas de resistencia, poner
al Gobierno, que se mostraba cada vez
más autoritario e intransigente, a negociar. La protesta médica de alguna
manera mostró que es posible resistir ante el abierto autoritarismo
gubernamental.
3.
El tercero abierto por el incidente que se dio entre
el Presidente de la República y el cantautor popular Jaime Guevara, quien fuera
humillado, insultado y maltratado por el aparato de gobierno por haber, según
decían, “insultado a la majestad del presidente” evidencio la prepotencia
irracional del poder. La respuesta del
Gobierno a la irreverencia del histórico cantautor popular fue, por decir lo
menos, desproporcionada; una vez más se puso en acto el obsceno linchamiento
público por parte de todo el aparato Estatal en contra de un ciudadano, la
diferencia esta vez era que ese ciudadano es un símbolo de las luchas populares
por más de cuatro décadas.
4.
El cuarto, que sin duda provoca la herida
narcisista más profunda en el poder, es la sanción que, por orden del presidente, la
Superintendencia de Comunicación, amparada en la Ley de Comunicación, impuso al
caricaturista Xavier Bonilla (Bonil), por la caricatura donde se hacía
referencia al allanamiento de la casa del asesor político Fernando
Villavicencio, quien se encontraban investigando supuestos actos de corrupción gubernamental.
El control de la comunicación y la opinión llegó a niveles inverosímiles con
este hecho, donde el absurdo vuelto
solemne deviene en ridículo. La sanción a la opinión expresada en una
caricatura mostró una profunda debilidad del “gran poder” del Gobierno, se puede decir que justamente el ejercicio
obsceno del poder lo desnuda en su infinita fragilidad, lo cual lo vuelve
objeto de la burla del pueblo. Se abre de esta manera algo que es fundamental
en la resistencia a los poderes autoritarios: el carnaval, esa respuesta donde
los dominados se liberan del poder de los dominadores desde la risa, que frente
a la ridícula solemnidad del poder es letal.
Cuando el pueblo se ríe del poder, no solo que es el signo de que pierde el
miedo, sino que deja de creer en su autoridad lo que lo desvanece. De hecho, la
rectificación que tuvo que hacer Bonil a la caricatura por exigencia de la
Superintendencia de Comunicación, dejo al poder en más ridículo que la primera
caricatura y terminó por desnudarlo, convirtiéndolo en el hazme reír de la
población.
Me parece que son estos cuatro
hechos los que, en gran medida, despojaron al poder de A.P. de su autoridad y credibilidad,
pues al tiempo que mostraron la ilegítima concentración del poder que había amasado
mostraron, por eso mismo, su profunda debilidad. Desnudado el poder de su
poder, gran parte del pueblo le retiró a nivel local el apoyo que le había dado
hace un año a nivel nacional. En definitiva el proyecto de A. P. no pudo
consolidarse a nivel local, lo cual abre un nuevo escenario en el tablero
político que aún no es posible saber cómo se desenvolverá. Lo poco que se puede
ver es que la vieja derecha socialcristiana y alguna vieja derecha remozada
lograron ciertos espacios de poder local que habían perdido. Así también, se puede ver que la línea más
dura de la derecha en el Gobierno aliada a los nuevos grupos de poder económico
formados en este periodo sale victoriosa frente a la línea más “progresistas”
del Gobierno. Un hecho importante a tomarse en cuenta es que Pachakutik, brazo
político del movimiento indígena, se presenta como la segunda fuerza política
electoral del país. Más allá de esto, lamentablemente la izquierda no ha
logrado generar una propuesta clara, quizás porque aún no consigue recuperar el
discurso revolucionario apropiado por A.P., debido quizá a que no logra superar
viejos esquemas que no permiten dar respuestas a los nuevos retos de la
transformación social. Lo único que parece estar claro para la izquierda es la urgencia
de construir, defender y fortalecer la autonomía de las organizaciones sociales
y populares. Hoy más que nunca cuando ya se empieza a observar con más claridad
las consecuencias peligrosas del trabajo que hizo Alianza País para la vieja
derecha neoliberal. Fortalecieron un Estado autoritario que garantice la
expansión de los intereses económicos de los grupos de la vieja y la nueva
derecha, nacional e internacional, principales beneficiarios de la Revolución
Ciudadana.
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