Que infinita tristeza me da observar como los llamados gobiernos progresistas abortaron la posibilidad histórica abierta por la luchas de los pueblo para transitar a otro mundo más humano. Volvieron a caminar lo ya caminado por el capitalismo privado de occidente y el capitalismo de estado del este. Volvieron a repetir la vieja historia de la cual queríamos salir a nombre de la revolución y el comunismo, y lo que lastimosamente están consiguiendo es que gran parte de estos pueblos se rebelen en contra de la supuesta revolución socialista o comunista, en casos lamentablemente retomando formas de la derecha más conservadora e incluso fascistoides como sucede en la Venezuela movilizada en contra de Maduro y como de alguna manera sucedió en las elecciones seccionales del Ecuador de Correa. El fracaso de su proyecto supuestamente revolucionario caracterizado por una economía abiertamente capitalista extractiva y una forma política autoritaria puede conducir a la población a una peligrosa derechización político-ideológica. Ante este peligro la izquierda, incluso mas allá de ella, la humanidad humanizada debe defender ese espacio de la utopía de los comunes que buscan el buen vivir y convivir por fuera del marco de la civilización moderna capitalista, porque dentro del él es imposible la vida digna. Para esto urge fortalecer los tejidos sociales y comunitarios autónomos, así como sus organizaciones políticas también autónomas que vayan construyendo desde ya la otra vida.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Las consecuencias de una revolución sin revolución
Que infinita tristeza me da observar como los llamados gobiernos progresistas abortaron la posibilidad histórica abierta por la luchas de los pueblo para transitar a otro mundo más humano. Volvieron a caminar lo ya caminado por el capitalismo privado de occidente y el capitalismo de estado del este. Volvieron a repetir la vieja historia de la cual queríamos salir a nombre de la revolución y el comunismo, y lo que lastimosamente están consiguiendo es que gran parte de estos pueblos se rebelen en contra de la supuesta revolución socialista o comunista, en casos lamentablemente retomando formas de la derecha más conservadora e incluso fascistoides como sucede en la Venezuela movilizada en contra de Maduro y como de alguna manera sucedió en las elecciones seccionales del Ecuador de Correa. El fracaso de su proyecto supuestamente revolucionario caracterizado por una economía abiertamente capitalista extractiva y una forma política autoritaria puede conducir a la población a una peligrosa derechización político-ideológica. Ante este peligro la izquierda, incluso mas allá de ella, la humanidad humanizada debe defender ese espacio de la utopía de los comunes que buscan el buen vivir y convivir por fuera del marco de la civilización moderna capitalista, porque dentro del él es imposible la vida digna. Para esto urge fortalecer los tejidos sociales y comunitarios autónomos, así como sus organizaciones políticas también autónomas que vayan construyendo desde ya la otra vida.
Que infinita tristeza me da observar como los llamados gobiernos progresistas abortaron la posibilidad histórica abierta por la luchas de los pueblo para transitar a otro mundo más humano. Volvieron a caminar lo ya caminado por el capitalismo privado de occidente y el capitalismo de estado del este. Volvieron a repetir la vieja historia de la cual queríamos salir a nombre de la revolución y el comunismo, y lo que lastimosamente están consiguiendo es que gran parte de estos pueblos se rebelen en contra de la supuesta revolución socialista o comunista, en casos lamentablemente retomando formas de la derecha más conservadora e incluso fascistoides como sucede en la Venezuela movilizada en contra de Maduro y como de alguna manera sucedió en las elecciones seccionales del Ecuador de Correa. El fracaso de su proyecto supuestamente revolucionario caracterizado por una economía abiertamente capitalista extractiva y una forma política autoritaria puede conducir a la población a una peligrosa derechización político-ideológica. Ante este peligro la izquierda, incluso mas allá de ella, la humanidad humanizada debe defender ese espacio de la utopía de los comunes que buscan el buen vivir y convivir por fuera del marco de la civilización moderna capitalista, porque dentro del él es imposible la vida digna. Para esto urge fortalecer los tejidos sociales y comunitarios autónomos, así como sus organizaciones políticas también autónomas que vayan construyendo desde ya la otra vida.
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