miércoles, 17 de enero de 2018

La miseria de la política y la ideología



Cuando Marx escribió sobre “La miseria de la filosofía” en respuesta a las tesis económicas y filosóficas de Proudhon  en su libro “La filosofía de la miseria”, lo que fundamentalmente criticaba es la metafísica burguesa con la cual se quería afirmar el orden capitalista. Se proponía como alternativa una nueva perspectiva epistemológica para pensar la sociedad, que se concretaba en el discurso teórico de la economía política, en vistas de la transformación del mundo.  El pensamiento humano atrapado en la metafísica burguesa y su misión de afirmar su poder devino en la miseria de la filosofía que nuestro autor combatía.


En base a esta perspectiva del viejo Marx y disculpándome de antemano por cualquier aproximación errónea a su pensamiento, hoy se puede hablar de la miseria de la política y de la ideología desarrollada por las élites gobernantes en el contexto actual del mundo capitalista. La política en su concepción más rica de ser el espacio que los seres humanos  en su diversidad,  complejidad y diferencia abren entre sí para tratar los desafíos de su vida en común, ha sido reducida a una  mezquina disputa de espacios de poder. Las élites gobernantes, que dicen representar al conjunto de la sociedad  gracias al desgastado, manipulado y pervertido juego electoral,  convierten la política en un obsceno  escenario de sus sórdidas disputas de poder de pequeños grupos, que cada vez más asumen características del actuar de las mafias.
    
Este proceso vertiginoso de empobrecimiento extremo de la política se explica a su vez por la miseria de la ideología que domina el mundo actual. Si se entiende la ideología como el conjunto de relaciones y estructuras significantes  que los seres humanos crean y recrean como referencia fundamental para la construcción de su vida social y como horizonte de sentido donde proyectar su porvenir, nos encontramos huérfanos de ideología. La ideología capitalista, cuya  relación y estructura significante es  la acumulación infinita de capital, mientras más se objetiva como mundo y se extiende por el planeta destruyendo la vida social y natural, (debido al  papel servil de las élites gobernantes)  devasta toda posibilidad de creación de nuevos horizontes de sentido que orienten la acción humana, hacia la transformación de la sociedad. Sin estos nuevos horizontes significantes, (llamados utopías, deseos, intenciones o proyecciones  humanas de una nueva socialización, etc.) no es posible la política en su dimensión humanizante.

No es difícil constatar esta miseria política e ideológica de las élites gobernantes que dirigen, junto con las corporaciones capitalista,  el destino del planeta, cuando han convertido su miseria en espectáculo mediático. Las redes de información están repletas de escándalos de corrupción en todos los niveles  y en todos los escenarios del poder hegemónico: traiciones, amenazas, chantajes, delaciones, encubrimientos, complicidades, asesinatos, atentados, etc. son el entretenimiento de la masa que se ha acostumbrado a consumir la miseria política e ideológica de las élites gobernantes como mercancías culturales  de distracción.  Esto también explica la miseria de la cultura capitalista y de su forma política la democracia liberal.  

La política nacional no es ajena  a la miseria que caracteriza la política e ideología en el capitalismo tardío. Es por decir lo menos penoso que la consulta popular planteada por el gobierno se encuentre atravesada y, de alguna manera, determinada  por las mezquinas disputas de poder del movimiento de gobierno. El debate de las preguntas está no solo envuelto sino marcado por el cruce de acusaciones personales, por encubrimientos y complicidades de personas y grupúsculos peleados por repartos de privilegios, etc. Por su parte, la oposición política oficial no encuentra espacio en la bronca del movimiento de gobierno, no solo por el poder que tiene éste, sino por su propia precariedad política e ideológica.  De su lado, la sociedad civil y sobre todo los movimientos sociales se encuentra ideológicamente debilitados, lo cual se expresa en una debilidad política que los pone en un rincón del escenario político ideológico secuestrado por la élite gobernante  y su miseria político ideológica. Mientras tanto el sistema dominante se reproduce y se extiende.

Aunque  muy difícil, es urgente que la sociedad desde su autonomía reflexiva, que la separe de las élites gobernantes, intente devolver la riqueza a su acción política y a su capacidad de producir nuevos horizontes de sentido que le impulsen a transformar el mundo. No puede ser que el destino de la sociedad ecuatoriana se entregue al resultado afirmativo de una consulta que al final de cuentas puede quedarse en el simple traspaso de poder de un grupo a otro grupo del mismo movimiento, cambiar un escenario político de  miseria por otro igual de miserable. El SI por el SI no significa nada, si no estamos dispuestos a recuperar la política y la ideología desde la sociedad y para la sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario