A.P. la imagen especular de la derecha
ecuatoriana
Desde el mismo proceso constituyente en
el 2008, en el cual ya se podía mirar la presencia de los grupos económicos tradicionales y advenedizos que terminaron apoderándose de todo el gobierno de Alianza País, se gestó la resistencia de las organizaciones
populares coligadas a los programas de la izquierda, que observaron el viraje del
gobierno a los intereses del capital. Durante esta última década, estas organizaciones,
que estuvieron en la lucha en contra del neoliberalismo y que fueron las que construyeron las bases sociales que
permitió el triunfo electoral del A.P. en el 2006, resistieron todos los
embates del gobierno en contra de sus intereses (violenta modernización del
capitalismo extractivo, neo colonialismo, patriarcado, machismo,
conservadurismo).
Fueron diez años duros y difíciles para las organizaciones sociales y la
izquierda, sobre todo, porque el gobierno al que habían llevado a la
administración del Estado y que se autodenominó de izquierda y revolucionario,
gobernaba cada vez más para los intereses del capitalismo nacional, regional y
asiático. Así, no solo que las políticas del gobierno golpearon los intereses
de los sectores más empobrecidos, oprimidos y explotados del país, sino que
además se lo hacía a nombre de la transformación social y el Socialismo. La lucha social en estos años, por lo tanto, no
solo fue por la defensa de los intereses de la sociedad - de las mujeres, los trabajadores, los
campesinos, los pueblos ancestrales, los estudiantes, los jubilados, los ecologistas,
periodistas - y la naturaleza- fuertemente golpeados por este gobierno, sino
por la defensa de la ideología de la transformación social. Fue la lucha ideológica por defender la utopía
de otro mundo es posible quizá la más difícil disputa política
de estos años, de alguna manera se lo había logrado. De hecho, en el debate público nacional se planteaba y reconocía
la oposición de izquierda y la oposición de derecha al correísmo, lo cual de
alguna manera expresaba que entre la vieja derecha oligárquica y la nueva
derecha extractivista había una mínima diferencia. Una brecha irreductible entre “dos modelos
políticos” de la derecha ecuatoriana y
regional.
Es conocido que, por lo general, con cada proceso electoral las organizaciones
sociales son fraccionadas y debilitadas en la falsa creencia que llegando a la
administración del Estado van a poder transformar
el sistema. Sin lugar a dudas la democracia electoral tiene una magia que una y
otra vez atrapa a quien se hace destinatario de su mensaje. Y una y otra vez
las organizaciones caen en su seducción. Esta última elección la magia del
poder burgués ha terminado por liquidar la mínima diferencia que existía entre
la vieja y la nueva derecha, es decir la brecha de la resistencia social que la sostenían pocas organizaciones,
colectivos e individualidades que se negaron a decidir entre las dos derechas. Organizaciones
que apostaron por la autenticidad del acto de la transgresión radical al
sistema, fueron absorbidas por la última disputa electoral entre la vieja y la
nueva derecha ecuatoriana, ambas subsidiarias o partícipes directas del capitalismo.
El saldo de estas últimas elecciones es la duplicación de la derecha, cuyo
resultado es dos perfiles casi idénticos de la derecha ecuatoriana. La ausencia
en el Estado de la vieja derecha oligárquica ecuatoriana se retiene en la compulsión de repetir el gobierno
de Alianza País. Lenin Moreno es el
doble asombroso de Lasso, su sombra obscena, al que llegamos simplemente por
redoblar a la derecha. Este es el
resultado de haber perdido la batalla ideológica con la derecha en la identidad de Alianza País. Hay que reconocer
que la izquierda como la conocíamos ha desaparecido
en el reflejo al infinito de la vieja derecha mirándose al espejo de la nueva
derecha de A.P.
En esta elección
que dividen al país entre la vieja y la nueva derecha, división que ratifican la hegemonía del poder del capitalismo patriarcal, no se pudo sostener
y menos profundizar una distinción clara
entre la derecha y lo Otro que hasta ahora llamamos la izquierda. Como toda
diferencia que no se radicaliza ha sido tragada por el sistema hegemónico.
Es momento de
recogerse en el vientre de las comunidades y las luchas reales, de las cuales no deberíamos salir para ser partícipes mudos y cómplices del espectáculo electoral que siempre nos debilita un poco y cada vez más.
“La ilusión última de la democracia —y, simultáneamente,
el punto en que las limitaciones de la democracia llegan a ser directamente
tangibles— es que puede cumplir la revolución social sin dolor, por "medios
de paz", simplemente ganando las elecciones. Esta ilusión es formalista en el sentido
más estricto del término: se abstrae de la estructura concreta de las
relaciones sociales dentro de la cual la forma democrática opera.” Zizek Slavoj.
En resumidas cuentas, y es nuestra convicción, no solo la izquierda ecuatoriana, es patética, como patética también es la ambiguedad de pensar estas elecciones que, como ya no representaban campos diferenciados y que el "biopoder inaugurado por Correa", justificaba votar movido por un intimismo de víctima. Pues es claro que ese reduccionismo grosero de Foucault es prueba de la crisis en todos los órdenes de quienes incluso se autoproclaman críticos, pero solo retóricos. Lo que prueba este malhadado proceso electoral, como cualquier otro, es el dominio de mentalidades liberales que obstruyen las prácticas y potencias de abajo, en nombre de un pensamiento que ni es radical, por ser expresión de un vacío, pero que, de todos modos, y a pesar de quienes las ignoran, estas prácticas de abajo se están dando, invisibles a quienes cacarean y se dicen representar o pensar en nombre de.... Hay que superar el patetismo arrogante con infulas de pensamiento crítico y ponerse a dar el cuerpo para prácticas de abajo y a la izquierda. !Que se vayan todos, incluídos los líderes que suplantan a las bases. ("me conmueve hasta las lágrimas tanta humanidad comprensiva ante el neocolonizado Carlos Pérez y su adhesión a la miseria que también representa Lasso"). ¡Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario!
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