¡¡¡Que estafa política, ética y religiosa ¡¡¡¡
Una de las incongruencias éticas que caracteriza al Presidente, y por él
a todo el gobierno de Alianza País, es
su ostensible catolicismo despojado de
todo rasgo cristiano. El
presidente se ha jactado de ser un católico convencido de las normas de la institución religiosa, tanto que ha sido
capaz de involucrar su filiación religiosa en la política pública referida,
principalmente, a los derechos sexuales y reproductivos de la población con su ultra conservador
Plan Familia Ecuador.
Hoy, en el mes del año que se conmemora uno de los símbolos del cristianismo,
el mismo que se pude traducir como la consagración de aquel mandato fundamental
que reza: Ama a tu prójimo como a ti
mismo, Correa y su catolicismo curuchupa y conservador lo niega. La
discusión teológica de “El amor al prójimo” hay que pensarla en la indagación y
posición ética y filosófica sobre el Otro y, especialmente en relación a la
justicia que éste exige que se haga, que
se ¡¡le haga¡¡. Es esta la razón que
explica porque el amor al prójimo en el cristianismo deviene en revolucionario.
El Otro exige justicia, esto es, demanda que se reconozca y respete su
diferencia trascendente, es decir su
diferencia radical y no solo sus manifestaciones fenoménicas (vestido,
costumbres, lenguaje, música, escritura,
etc.) Reconocerlo y aceptarlo en su diferencia radical es aceptar su ser y estar en el mundo, reconocer y aceptar su mundo de la vida,
comprendiendo que éste no es únicamente sus representaciones simbólicas sino el
territorio físico y subjetivo que hacen
posibles las mismas. Es en el terreno de su diferencia económica, política,
social y simbólica, pero sobre todo de las dos primeras, donde el reconocimiento
del Otro se vuelve justicia, deviene entonces en términos teológicos “amor al
prójimo”.
El “amor al prójimo”, no es así una falsa compasión humanitaria que
busca mantener al Otro a una distancia prudente que garantice que su diferencia
no contamine la razón del Yo. Así, la hipocresía religiosa del católico de
Carondelet quiere que los Otros (pueblos ancestrales y campesinos) acepten ser
despojados de sus territorios (economía, sociedad, cultura) y sin reclamar en
absoluto admitan agradecidos la caridad gubernamental de los campos de
concentración llamados, eufemísticamente, Aldeas del Milenio. El catolicismo de
Correa busca encerrar o expulsar a los Otros para que su Otredad no irrite al
Estado, no cuestione la política de su gobierno, no ponga en peligro los
negocios del capital extractivo.
Toda la política del gobierno de PAIS, en relación a los pueblos
ancestrales, ha sido destruir su
diferencia trascendental, a través de expulsarlos y despojarlos de sus
territorios para, así, dejar libre el paso a la acumulación de capital vía
extracción de recursos naturales. Solo y únicamente en sus territorios los
pueblos ancestrales y campesinos pueden ser Otros, pueden-ser, fuera de ellos
desaparecen en la generalidad y anonimato de la sociedad de los idénticos.
Este católico de confesionario, que funge de presidente, ha mostrado
estar carente del principio cristiano del amor
al prójimo, no solo en su formalidad de respeto y aceptación del Otro, sino
fundamentalmente en su acogimiento para hacer justicia histórica a siglos de saqueo,
exclusión, explotación, humillación y sufrimiento. Al contrario de la ética
cristiana, este católico curuchupa ha acentuado y ha afirmado el desprecio, y por ello mismo el miedo, que
tienen al Otro, al cual de cualquier forma quiere destruir para evitar su “peligrosa”
proximidad. El miedo que tiene a la cercanía del “prójimo”, se debe al hecho de
que éste amenaza su patológico narcisismo que exacerba no el amor que se tienen
a sí mismo, sino el poco amor y confianza en su humanidad. Tanto ha sido el miedo
y por lo tanto el poco amor al prójimo y así mismo del curuchupa de Carondelet
que no ha hecho sino e gobierno atacando a los Otros diferentes que no se
someten a su obscenidad mercantil. En estos 10’ años de gobierno ha usado todas
las formas posibles de ataque con “el prójimo” (verbal, psicológico, político,
social y militar) desde el ataque a Dayuma pasando por el perpetrado al pueblo
Saraguro y hoy al pueblo Shuar y a los campesinos de la zona que defienden sus
territorios, que el curuchupa dice que se ha vendido “legalmente” a la minera Ecuacorrientes.
Este Católico que seguro cumple el ritual de ir a misa, confesarse,
santiguarse, no es en absoluto un cristiano ni un revolucionario. Es, sí, un curuchupa que hace ostentación de
su fe, como cuando recibió la Papa, y que sin embargo en el ejercicio de su
función política odia, desprecia y violenta al “prójimo”.
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