De la
globalización neoliberal al
fundamentalismo nacionalista, la salida anunciada
Por
qué ganó Donald Trump?
No debería sorprendernos que Donal Trump haya ganado las elecciones
presidenciales de EEUU, es el resultado necesario de casi cuarenta años de globalización
neoliberal, si se toma en cuenta que no hay alternativa desde la izquierda.
Trump es sin duda la continuidad anunciada de Ronald Reagan.
Ronald Reagan, defensor del liberalismo económico, ganó las elecciones de 1980 ofreciendo
hacer fuertes recortes fiscales, reducir
el Estado de Bienestar, desregularizar el sistema financiero y rebajar impuestos a los más ricos. La
aplicación del neoliberalismo durante sus dos periodos presidenciales significó
así la reducción del gasto social, el aumento en el gasto militar alrededor del
6% del PIB y la reducción significativa de los impuestos a los más ricos. Estas
medidas neoliberales provocaron el crecimiento del déficit presupuestario y la
deuda pública, el aumento del número de personas en condiciones por debajo del
nivel de pobreza, la precarización de la vida de las clases con renta baja, la
profundización de las desigualdades por la afectación de los sistemas sociales
de protección y la crisis de ahorros y préstamos. Al final, el gobierno de Reagan asumió el
costo de la crisis, con los conocidos rescates financieros hechos por los
Estados, que es la forma de transferir riqueza social al capital financiero.
En lo internacional, Reagan
ejecutó una política militarista en contra del “imperio del mal” como
consideraba a la antigua URSS y sobre todo al movimiento comunista en África, Asia y América
Latina y puso en marcha la ampliación del programa espacial. Estas dos
políticas conllevaron un enorme gasto fiscal que causo entre otras cosas un
gran déficit comercial y mayor endeudamiento público.
Luego de Reagan vinieron los gobiernos de George W Bush (republicano),
Bill Clinton (demócrata), George Bush (republicano) y Barak Obama (demócrata). Cuatro gobernantes que pese a ser de
corrientes político ideológicas “distintas” continuaron con la política
neoliberal inaugurada por Reagan.
La diferencia entre demócratas y republicanos es básicamente en la
política cultural, los primeros defienden valores culturales liberales,
mientras que los segundos los valores morales tradicionales. Sin negar la
importancia de esta diferencia en lo que tienen que ver con los derechos
civiles de las otredades (mujeres, diversidades sexuales, diversidades
culturales), en lo que hace referencia a la política económica y a la política
internacional han sido prácticamente lo mismo. El impulso a la globalización
neoliberal y el impulso a la intervención militar, que acompaña a la primera,
no han variado.
Respecto de la globalización neoliberal todos estos gobernantes han
impulsado y defendido los tratados de libre comercio que tanto aplaude la élite
financiera y corporativa mundial. Quienes salen ganadores de estos acuerdos,
por supuesto, no son ni los obreros de los
países industriales ni los campesinos de
los países agrícolas, en definitiva los trabajadores. El Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (NAFTA por su siglas en inglés), firmado en el gobierno de
Clinton, tuvo como ganadores a las
grandes corporaciones industriales y financieras y como perdedores, a los dos lados de la
frontera, a los trabajadores norteamericanos,
los campesinos mexicanos y la pequeña
y mediana industria nacional mexicana.
En cuanto a los trabajadores norteamericanos, el acuerdo significó la
desaparición de millones de empleos industriales (sobre todo en el área
electrónica y automotriz) que se reubicaban al otro lado del frontera. En 20
años de tratado, Estados Unidos perdió 700.000 trabajos de los cuales 415.000
eran de tipo industrial. Ciudades como Detroit quedaron destruidas, cuando gran
parte de su industria automotriz se trasladó a México, así también algunas ciudades de California y Texas.
El área de la economía que se fortaleció en Estados Unidos es la agrícola,
la cual supone la exportación de alimentos procesados a México a bajo costo,
pues mucha de la mano de obra con la que los producen es la de miles de
trabajadores mexicanos ilegales que laboran en las inmensas granjas agrícolas
norteamericanas. “La Cámara de Comercio de EE.UU. indica que las exportaciones agrícolas
a México en rubros como granos y carne se han quintuplicado desde que se firmó
el tratado.” (BBC; 2014) Otro sector
estadounidense ganador del acuerdo es el de servicios (desde películas hasta
servicios bancarios, pasado por grandes cadenas comercializadoras), sus
exportaciones a México y Canadá al menos
se triplicaron.
Los grandes ganadores del acuerdo del lado norteamericano son las
grandes corporaciones exportadoras de tipo financiero, agrícola, industrial y de
servicios. Al contrario, el pueblo norteamericano ha sufrido desempleo,
descenso de sus ingresos, depreciación que además se agudiza cuando se trata de
hogares afroamericanos, latinos, monoparentales encabezados por mujeres, encabezados por jóvenes o
adultos mayores. “Entre las ventajas de
dicho tratado para EE.UU., Peláez menciona el acceso que han obtenido sus
corporaciones energéticas al petróleo mexicano, así como el hecho de que la
banca estadounidense tomó control del sector financiero nacional”. (RT:
2015)
En México se destruyó la economía campesina y la pequeña y mediana
industria nacional, esto representó el
aumento de la inmigración de miles de campesinos y trabajadores expulsados de
sus tierras y empleos, debido a la entrada de productos de la industria
agrícola e industrial norteamericana a
bajos costos. Campesinos y trabajadores expulsados que se desplazan al otro
lado de la frontera en busca de empleos en la agricultura y servicios. Toda la
mano de obra mexicana que llega a EEUU se compra mucho más barato que la
estadounidense, sobre todo cuando es ilegal, esto hace que incluso ese tipo de
empleos sean ocupados por extranjeros,
lo que agrava el desempleo para los trabajadores más pobres de Norteamérica y
lamentablemente promueve la xenofobia.
México pasó de ser un país con autosuficiencia en la producción de alimentos a depender de las importaciones de productos
alimenticios “…en el año de la entrada en
vigor del tratado, el país importó alimentos por 1.800 millones de dólares,
pero en 2014 la cifra alcanzó 25.000 millones de dólares.” (RT: 2015) Este
dato entre otros indica la contracción de la producción mexicana, básicamente
la agrícola, y su concentración en los
enclaves productivos de las transnacionales, lo que explica la expansión del empobrecimiento agudo en la
población que se ubica alrededor del 60%.
Un informe de la ONG Red de jornaleros internos denuncia la existencia
de semiesclavitud rural en 18 estados Mexicanos de indígenas provenientes de
los estados más pobres como Guerrero y Oaxaca
El tratado de libre comercio significó para los dos lados de la frontera:
1. Profundización de la estructura de la desigualdad, es decir la concentración
de la riqueza en pocas y menos manos y la ampliación de la pobreza y la miseria
para las grandes mayorías. 2. Aumento del desempleo y deterioro de los tejidos
sociales que abrían las puertas al crimen organizado y la violencia, sobre todo
ligado al tráfico de drogas y personas. 3. Destrucción de la industria nacional
y de la producción campesina.
México en realidad se ha convertido
en el primer laboratorio norteamericano para remodelar un Estado y acomodarlo a
sus intereses y a los intereses de sus corporaciones", concluye la
columnista, añadiendo que México, junto con Canadá, América Central y el Caribe
"constituyen una pequeña parte del proyecto norteamericano del
imperialismo globalizado.(RT:2015)
En este escenario ¿Qué significó realmente el gobierno demócrata de
Obama para el pueblo norteamericano. Más allá de la publicidad hecha por el
poder mediático norteamericano?
Obama gana las elecciones del 2007 criticando la política guerrerista de
Bush, cuyo resultado fue el fracaso de sus dos guerras, el mal manejo de la
economía y el fracaso en la atención del desastre del Katrina. Con un discurso
humanista, medioambiental y constitucional gana la confianza de un pueblo
decepcionado de la administración republicana y su política antiterrorista,
que supuso intervención militar externa
y pérdida de los derechos y libertades civiles interna, sin contar con el
deterioro económico de la población que ya fue explicado en las líneas
anteriores.
Obama resultó ser un completo desencanto para las esperanzas del
pueblo norteamericano. Empezó entregando
su campaña y por lo tanto su presidencia a la financiación privada de Wall
Street y las Corporaciones (Morgan, Goldman
Sachs, City Group, Farmacéuticas, etc.). El equipo económico que acompaño
al nuevo presidente fue el mismo que en
su tiempo guio a Clinton su
política neoliberal de desregulación
económica, no de otra manera se entiende el rescate financiero de 7500 millones
de dólares que aprobó sin ninguna condición ni exigencia al capital financiero.
Fue obsceno saber que en plena crisis los
directores de Wall Street ganaban 334 veces más que un trabajador medio
norteamericano y todo el incremento de las fortunas de los millonarios
rescatados. Al final Obama transfirió el costo del rescate a los
contribuyentes: trabajadores, pensionistas, estudiantes con créditos,
ciudadanos con hipotecas, ciudadanos que perdían el empleo por los tratados de
libre comercio y, dentro de ellos, las poblaciones afroamericanas y
latinoamericanas que siempre son las más afectadas. El “sueño americano” se terminaba.
El presidente “humanista”, “anti guerrerista” que obtuvo el premio nobel
de la paz nunca renunció a los poderes extraordinarios heredados de la época de
Bush a pretexto del combate al terrorismo. De esta manera se prolongó y
fortaleció con más eficiencia los
programas estatales de seguridad nacional
y el control total de la vida de los ciudadanos, presos del medio y la
manipulación mediática. Esto significa que el “humanista” y “demócrata” Obama mantuvo y fortaleció bajo secreto de estado torturas, vigilancias
ilegales, persecución a periodistas, etc.,
de hecho en su gobierno se crearon más organizaciones y programas de
seguridad. En cuanto a su política exterior se inscribió plenamente en el
combate al terrorismo inaugurado por Bush, estableciendo con su antecesor un
“adecuado y cómodo” “consenso práctico”.
En esta línea de “paz”, el nuevo presidente se hizo de asesores duros como
Hillary Clinton y reconoció la
“necesidad de la guerra” en Afganistán, así obedeció la línea militar de los
halcones y envió más soldados para su política de intervención militar en Medio
Oriente.
Los resultados de las intervenciones militares son evidentes. Para los
pueblos invadidos significó la destrucción de sus países, de su cultura,
millones de víctimas mortales, millones de desplazados, su futuro liquidado. Para el pueblo norteamericano
la pérdida de muchas libertades civiles, soldados muertos y heridos,
sobrevivientes dolidos, inmensos costos económicos (entre 700 mil millones de
dólares y 3 billones con el costo de atención pos guerra), corrupción, deterioro de la infraestructura nacional. Se
metieron en una guerra para expandir su globalización neoliberal y en un giro
dialéctico su estrategia para impulsarla la puso en jaque.
En cuanto a la política económica internacional, articulada a la
militar, Obama apuntaló la arquitectura global bajo la dirección del neoliberalismo,
es decir consolidó el poder de las grandes corporaciones, especialmente las
financieras, con los resultados nefastos para los pueblos del planeta y para su
propio pueblo.
La sucesora programada de Obama, el halcón Hillary Clinton, ya tenía la
base de la política intervencionista con el
nuevo programa militar basado en las flota de 700 drones, cuya arma de
asesinatos selectivos ya se probó en el gobierno de Obama e inició una nueva
carrera militar en el mundo.
Con esta breve reseña de lo que ha significado estos casi 40 años de
globalización neoliberal no solo para el pueblo norteamericano, sino para el
mundo, se puede entender porque un aparecido Donald Trump, con un discurso
antiglobalizador, anti intervención, anti acuerdos comerciales con clarísimos
tintes de un nacionalismo populista y conservador gana las elecciones presidenciales.
Las opciones para los norteamericanos y para el mundo se reducen: a)
los neoliberales globalizadores con su discurso de afirmar las libertades
individuales y volverlas libertades mercantiles convenientes para el consumismo
global y b) los nacionalistas fundamentalistas con su discurso populista que
ofrecen volver a la nación y a sus valores más conservadores. Lamentablemente la
izquierda mundial no logra romper esta dialéctica funcional del poder y se enreda entre: sus luchas culturales
y sociales en contra del fundamentalismo nacionalista, por
lo cual en un acto de no comprensión apoyan a Hillary Clinton; y sus luchas en
contra de la explotación económica de la globalización neoliberal, donde lamentablemente olvidamos
las demandas obreras.
Es urgente volver a conectar la lucha de clases con las luchas de las
otredades, el análisis de la lógica económica con la cultural para entender la forma
íntegra de reproducción del capitalismo mundial. Es urgente saber el lugar donde nos
encontramos y cuáles son los intereses que defendemos, pues resulta extraño
pensar que Clinton era el peligro menor, es difícil que Trump pueda hacer más
daño del que lo han hecho lo globalizadores neoliberales. Al final el
capitalismo busca resolver sus encrucijadas inclinándose al fundamentalismo o
al liberalismo, o jugando con los dos.
Referencias
BBC 2014, Los
ganadores y los perdedores del NAFTA en México y EE.UU.
RT 2015, ¿Cómo el
Tratado de Libre Comercio destruyó a México?
No hay comentarios:
Publicar un comentario