La dispersión ideológica y la trampa electoral
La actual coyuntura electoral del Ecuador está marcada por una clara
dispersión política, que se hace visible
no solo en la cantidad de pre candidatos a la presidencia de la República, sino
en un sinnúmero de alianzas inestables, improvisadas, ambiguas e inesperadas.
Esta característica de la escena electoral, que no es nueva en el país, genera
mucha confusión en el electorado que se muestra en el alto porcentaje de
indecisión y en muchos casos indiferencia frente al proceso.
La dispersión política no es sinónimo de diversidad y menos aún de diferencia
política, por lo tanto al contrario de las dos últimas no beneficia en nada al
ejercicio democrático, ni aún el limitado a la democracia representativa. La
vida democrática de una sociedad de hecho se nutre con la diversidad de
perspectivas políticas e incluso más con la diferencia, pues el debate entre
ellas permite a las sociedades moverse, caminar en busca de resolver sus
demandas en función de ir mejorando su
vida.
La política en su sentido más amplio es el espacio que abren los seres
humanos para tratar y proyectar su destino común, a partir de debatir sus
múltiples posibilidades y tomando en cuenta su heterogénea composición de
intereses y poderes. Se supone que la política electoral, al menos desde la
perspectiva de la democracia liberal, obviamente no desde la teoría política
marxista, tendría que gestionar a través de los procesos electorales los
debates políticos de la sociedad, para que ésta se pueda mirar en ellos y
encontrar las opciones que considere más adecuadas para resolver sus problemas
y demandas en términos amigables, por decir algo. La realización de este objetivo exige una
claridad ideológica, si se comprende que la ideología es el fundamento nocional
sobre el que se levanta las distintas miradas que la sociedad tienen sobre sí
misma, y por lo tanto las distintas perspectivas políticas que le permiten
gestionar y proyectar su vida conjunta. Si no hay esta claridad ideológica no
es posible una mínima comprensión de los proyectos políticos diversos y muchas
veces en disputa que organizan el difícil y complejo caminar social en todos
los aspectos de su ser.
En atención a lo planteado en los párrafos anteriores, el Ecuador vive,
así, una confusión ideológica que provoca, como no puede ser de otra manera,
una dispersión política que no ayuda en nada a que la sociedad en su conjunto
pueda mirarse y definir conscientemente el camino que quiere seguir en los
próximos años. Tanto la confusión ideológica como la dispersión política que
provoca se explican por dos razones principales:
1.
A nivel global, la democracia liberal ha
sufrido una desfiguración mercantil, que supone el secuestro del proceso electoral por el marketing político. Esta
deformación significa que se ha producido un vaciamiento del sustrato
político-ideológico que se hace visible en la trasmutación de los programas de
gobierno en marcas electorales (figuras candidatizables), el debate político en
publicidad electoral y la sociedad en estadísticas de votos contables. En estas
condiciones no es necesario discutir y construir proyectos políticos para ser
presentados a la sociedad, no es necesario construir partidos o movimientos políticos, basta con contratar una empresa publicitaria para que se encargue de fabricar
la marca electoral con posibilidades de ser vendida a la masa de votantes.
2.
La cultura
política-electoral del país nunca se caracterizó por una claridad de las
propuestas de las organizaciones políticas y sus fronteras ideológicas. Sin
embargo, en la última década, el gobierno de Alianza País ha provocado un agudo
proceso de despolitización y confusión ideológica de la sociedad. Por una
parte, el modelo caudillista del gobierno, que ha concentrado todo el poder,
redujo la sociedad al Estado; el Estado al movimiento PAIS; el movimiento al
Ejecutivo y éste al Presidente. La
acumulación y concentración del poder despoja
a la sociedad de su capacidad y voluntad política y la convierte en una masa amorfa de consumidores de marcas electorales. Por
otra parte, el gobierno ha ejecutado de manera sistemática un proceso de
control y destrucción de la organización política de la sociedad civil, sobre
todo de los movimientos sociales. La criminalización de la disidencia política,
la cooptación de dirigentes, la formación de organizaciones sociales estatales, etc.
El desmantelamiento de la organización social del país dispersa y
confunde las identidades políticas en una amalgama de votantes indiferentes y
escépticos de la vida política, en la cual debería participar de forma activa. Al
final, los ciudadanos estarán obligados a votar por uno de los candidatos, sin la conciencia real y la responsabilidad
por la decisión que han tomado. Esto es
lo que sin lugar a dudas explica ese 60% de indecisos, en su mayoría jóvenes.
El panorama electoral del Ecuador está definitivamente marcado por esta
dispersión política ideológica. La vieja derecha socialcristiana (que logró
cierta recuperación gracias al desorden ideológico provocado por el correísmo) lidera
una unidad tan confusa y borrosa que la hace poco o nada creíble en su campo
político, igual o más que el Movimiento PAIS. A nombre del anticorreísmo, tal
cual el correísmo lo hace en nombre de su “revolución”, se apiñan
socialcristianos -que son los que ciertamente lideran la Unidad-; correísta de
Avanza que alcanzaron a bajarse en la
última parada y que hoy se rasgan las vestiduras diciendo que son los
verdaderos demócratas progresistas; unos dirigentes indígenas perdidos en sus
demandas locales, que creen que con la vieja derecha podrán obtener algo, incluso si por
esto tienen que separarse de la organización indígena a la que pertenecen;
agrupaciones que se forjaron a la luz de la oposición al correísmo, como es el caso de Concertación y PODEMOS que se definen en orillas opuesta y
que ha intentado negociar con las otras dos fuerzas electorales (ANC y CREO) y
que al final parece que encontraron mejor acogida en la Unidad, al menos eso
parecía antes del reparto de puestos.
CREO, que es la otra línea de la derecha no termina de explicar por qué
no ha llegado a acuerdos con la UNIDAD, si por el lugar que ocupa su líder y su
proyecto en la estructura económico-social y cultural del país está, sin duda,
muy cerca de los socialcristianos. Al
parecer no es una disputa ideológica ni política, sino más bien personal la que
hace que CREO no se sume a la UNIDAD, lo que obviamente alimenta la confusión
ideológica del escenario electoral.
El Movimiento PAIS y sus actuales
candidatos no muestra la coherencia ideológica necesaria para construir y sostener un proyecto político,
menos un proyecto revolucionario. La mezcolanza ideológica de PAIS que en estos
10 años de gobierno generó una política
gubernamental errática, muy bien aprovechada por los grupos de poder
económico, es la misma que hoy se oferta
con el rostro de Moreno y que vuelve su promesa política opaca y nada confiable.
De hecho, es el movimiento PAIS el campeón del caos ideológico pues gobernó
para los grupos de poder económicos nacionales e internacionales articulados al
extractivismo y al capital financiero a nombre de la equidad, la justicia, la
ecología y la revolución social. Lo único cierto con PAIS es que sabemos que
esperar de su gobierno: viraje total a la política neoliberal intentando dar un
rostro de diálogo y consensos que difícilmente lo logrará. Desde su política
económica de los últimos tiempos (TLC, endeudamiento, venta de bienes
estatales, etc.) se encuentran, sin duda, más cercano a la UNIDAD y a CREO,
aunque su discurso intente decir lo contrario. Para muestra de esta cercanía a la
derecha basta recordar que el líder de PAIS expreso que según el SRI, el Banco
de su adversario político es uno de los que más ha ganado en su gobierno por lo
que éste debería estar agradecido a la revolución y que los
empresarios nunca
han ganado como en su Gobierno. Dijo
textual: “En el Gobierno de la revolución
ciudadana, las utilidades empresariales han sido el triple que en los
anteriores gobiernos, ¡el triple! Anoten por favor…..” Habría que mirar las estadísticas económicas
para ver quienes ha sido los más beneficiados de la “Revolución Ciudadana”, de
seguro no son los pueblos más pobres (indígenas, campesinos, trabajadores,
etc.)
La otra tendencia
denominada Acuerdo Nacional por el Cambio, que en un inicio agrupaba a las
organizaciones políticas de la izquierda crítica, al movimiento indígena, a sindicatos, a organizaciones sociales de
izquierda y a algunas personalidades de la centro-izquierda, como el actual
candidato Moncayo, y a la cual recientemente se sumó, justamente por la candidatura
presidencial, la renacida Izquierda Democrática, es quizá la tendencia menos
confusa ideológicamente. Si se toma en cuenta que en el ANC se agrupan partidos
y organizaciones sociales básicamente de la izquierda crítica, que tienen una
larga historia política en el país ligada a las luchas sociales y que a ellos
se han sumado lo que quedo del ensayo socialdemócrata más trabajado en la
historia del país, este acuerdo resulta ser el menos opaco, siempre y cuando no
les gane el supuesto objetivo trascendental de la actual política
ecuatoriana (el anticorreismo) y decidan entrar en alianza con la UNIDAD de la
derecha. Si esto llega a suceder la
confusión ideológica será total y definitiva y ello habrá enterrado la
posibilidad de cualquier intento de mejorar las condiciones de vida de la mayoría
de los y las ecuatorianas, en todas sus esferas.
La confusión
ideológica profundizada por el correísmo y convocada por el anticorreismo a
nombre de que ya no es el tiempo de las ideologías, sino de la abstracción
ideológica “salvar a la Patria” gemela de la “Patria ya es de todos”, solo
beneficia a la pragmática económica que garantiza la reproducción del orden
económico mundial, que como se sabe hoy más que
nunca es depredador de la humanidad y la naturaleza.
La confusión
ideológica, a diferencia de lo que dicen los defensores del mundo
posideológico, impide el diálogo de los diferentes, pues para dialogar se
requiere de sujetos político claros, coherentes y definidos, no de híbridos que
a nombre de la tolerancia sirven a intereses particulares que están objetivados
como orden mundial.
La confusión
ideológica no permite que la sociedad pueda exigir a los candidatos proyectos
políticos, programas de gobierno y estrategias de ejecución claras, sobre las
cuales debatir que es lo que conviene,
no a la Patria en abstracto, sino a la sociedad concreta con su compleja
diversidad y diferencia. Se entiende además que los intereses no son
homogéneos, que si estuvieran claros los programas de gobierno y sus
estrategias de aplicación se podría saber sobre quien va a caer el costo de la
crisis, a quienes beneficia y a quienes
afectan los tratados de libre comercio, quien gana con la ampliación de la
frontera extractiva en el país, si la salida a la crisis es volver a las recetas neoliberales y quien
gana con ellas, si se van a vender los bienes públicos y quien o quienes los
van a obtener con beneficios, si van a fiscalizar y realmente va a sancionar la
corrupción que ha devastado la riqueza social, etc. etc. etc. Esto es lo primero que debe
estar claro, pues desmontar el autoritarismo del Estado correísta no es
suficiente, sino lo acompaña una política económica que combata las estructuras
de inequidad y desigualdad económica,
social y cultural. La democracia no puede darse sino se liquida el despojo
económico, y la lucha en contra de éste no puede destruir la democracia real.
Una sociedad despolitizada, fragmentada,
atomizada no es una sociedad que pueda elegir su destino. La mejor decisión es optar por la organización política de la sociedad
¡A organizarse¡
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