Los rostros femeninos del apocalipsis capitalista
Cuando empezó el proceso electoral para los comicios de febrero del 2013 y Alianza País escogió su candidato a la Vicepresidencia dela república y su candidata a ocupar la Presidencia de la Asamblea legislativa, quedó establecido el proyecto y la estrategia política del Gobierno para los próximos años. La Vicepresidencia en manos de Jorge Glas marcaba con claridad la radicalización de la política económica capitalista asentada en el extractivismo que el Gobierno impulsa.
Los días “amigables” del gobierno de Alianza País, sustentados en la política de subsidios a la pobreza van terminando, no porque la política clientelar del Gobierno termine, sino por las dimensiones catastróficas de los impactos sociales y ambientales que su política económica va a provocar. El despojo y desposesión que la actual acumulación de capital en la región, y específicamente en Ecuador, conlleva, tienden a provocar movilizaciones sociales que podrían en riesgo los negocios capitalistas. Ante esta posibilidad, una de las funciones del actual Gobierno es detectar, controlar y sojuzgar cualquier acción social de resistencia. Para cumplir este objetivo se han usado dos estrategias combinadas: 1) La criminalización y penalización de todo acto de resistencia social y, 2) la utilización manipulada de símbolos de la lucha social, con lo cual se intenta dar un rostro amable a la política autoritaria del Gobierno. Cada una de estas estrategias de poder funciona de la siguiente manera:
1.
Criminalización
y penalización de la sociedad
Ni bien instalada la nueva Asamblea Legislativa, cuya tres
máximas autoridades son mujeres, se
comenzó a aprobar las leyes con la cuales se hace políticamente viable el proyecto
económico del Gobierno. Tenemos así, lo que podría denominarse el combo del poder autoritario, que
comprende: Ley de Comunicación, el Decreto 016 y el Nuevo Código Penal. Esto
tres cuerpos jurídicos son, sin duda alguna, formas autoritarias y fascistoides
de control social. Estamos hablando de criminalización al
derecho de pensar, expresar y comunicar que todo ser humano tienen; control al
derecho humano de asociación, reunión y organización social y criminalización al derecho humano de protestar, reclamar,
resistir y luchar contra la opresión, la
explotación y la violencia estatal. Este sistema de vigilancia y control
(objetivación de las “mejores”
recomendaciones del Príncipe y del Leviatan para sostener y defender al
soberano Estado, que para el caso del Ecuador
se ha encarnado en la persona del monarca Correa), busca amedrentar, enmudecer y sitiar a la
sociedad, y así asegurar la reproducción capitalista, hoy más depredadora que
nunca. Pase lo que pase, se destruya lo que se destruya, se atraque la riqueza
social todo cuanto se puedan nadie podrá decir nada, nadie podrá oponerse pues
todo el peso de la ley caerá contra aquel o aquellos que se atrevan a enfrentar
los crímenes que se cometerán en nombre del desarrollo, en otras palabras sin
eufemismo por la ambición del capital y sus funcionarios. Pues no otra
cosa es lo que va a suceder si se explota el Yasuní y se abre la frontera
petrolera con la décima ronda, muerte de especies animales y vegetales y, sobre
todo, la muerte de los pueblos libres. No
otra cosa va a suceder si se da inicio a la explotación minera a gran escala,
la muerte de fuentes de agua, de páramos, de ríos, de sembríos, la muerte
social y en muchos caos biológica de comunidades que viven en las zonas afectadas.
2.
Utilización
de los símbolos de la resistencia social
Todo este desastre humano y
ambiental se lo quiere encubrir con la manipulación ideológica de la conciencia
social en base a la utilización de los símbolos de la resistencia política de
la población. Es perverso que todas las decisiones encaminadas a la ejecución
de proyectos económicos que tren destrucción y muerte tengan un rostro
femenino. En el caso de los proyectos extractivistas, además de los rostros
femeninos, está el rostro del “indígena”, no es casual que Carlos Viteri sea el
presidente de la Comisión de
Biodiversidad que aprueba todos los proyectos de extracción de bienes
naturales. Al parecer, las tres mujeres
que ponen el rostro femenino a la Asamblea Legislativa cumplen la
función perversa de justificar toda la política extractivista del
Gobierno. La estrategia de poner a tres
mujeres como rostro de la Asamblea Legislativa no es sino el intento de
disimular o encubrir la política económica capitalista y machista del actual Régimen. En una sociedad
históricamente gobernada y dirigida por hombres y para hombres, un rostro
femenino y feminista en tal alta función política sería el anuncio de que la
estructura de poder masculino ha terminado, y que se abre otra
forma de poder que no implique dominación. Al menso esta era la utopía
que hoy es pisoteada por el gobierno de Alianza País.
La manipulación simbólica ha sido una de las estrategias más siniestras del Gobierno, pues usar rostros femeninos e indígenas para que aprueben la destrucción de la naturaleza y el etnocidio de los pueblos libres, en el caso de la explotación del Yasuní, es una perversión política propia de aquellos que sostienen que los fines justifican los medios. Para completar la jugada maquiavélica, son rostros de mujeres “feministas” (pues al menos la Presidenta y la Vicepresidenta de la Asamblea Legislativa se autodenominaban así, al igual que muchas otras Asambleístas de Alianza País), las que terminan aprobando un código penal que criminaliza a las mujeres por su derecho a decidir su vida. En este tema lo que se pudo observar es que las “feministas libertarias” de A. P., prestan, o ¿será mejor decir venden? sus rostros femeninos para encubrir el rostro conservador y machista del Régimen, encarnado con toda propiedad en el conservado Rafael Correa.
En conclusión tenemos que, a nivel económico y
político, la ecuación sombría del poder es la siguiente: leyes autoritarias y
criminalizadoras aprobadas por los rostros de las otredades oprimidas, da como
resultado la viabilidad y legitimidad
del proyecto económico de la destrucción y la muerte. A nivel simbólico
e ideológico: políticas conservadoras y reaccionarias impulsadas por las
víctimas de esas políticas, dan como resultado un retroceso cultural e
ideológico a épocas culturalmente retrógradas. Al final lo tiempos traídos por
la “Revolución Ciudadana” se
caracterizan por el hecho sorprendente de que el apocalipsis capitalista tiene
rostro femenino, joven e indígena.
Ante esta perversión del poder, las mujeres, los y las indígenas, los
y las jóvenes, los hombres, seres
humanos que no hemos renunciado a la vida en nombre del poder capitalista y
patriarcal no vamos a caer en la trampa.
Estamos convencidas y convencidos que ningún rostro humano puede encubrir la
inhumanidad del capitalismo depredador, que no hay capitalismo con rostro
humano ni patriarcado con rostro femenino. Con estas certezas seguiremos
luchando por un mundo más humano, donde todos los seres en todas sus formas y
diferencias tengan un lugar en su mundo que
no suponga privilegios, jerarquías, dominio,
ni explotación
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