Considerando la cualidad festiva
y pacífica de las manifestaciones que los y las jóvenes despliegan en defensa
del parque Yasuní, particularmente la que se llevó a cabo el día martes 27 de Agosto en Quito, no se entiende la represión policial ordenada
por el gobierno de Alianza País. Represión que empieza por las murallas de
policías (cinco filas) que impedía a los manifestantes llegar a la Plaza de la
Independencia, mientras que en ella se encontraba la tarima y las banderas de
Alianza País con muy pocos participantes. Lo justo, si es que fuese un gobierno
democrático que no lo es, hubiese sido que nos permitan entrar a la plaza a los
que no apoyamos la política extractiva del Gobierno, como lo hacen con los
pocos que la respaldan. Al menos eso, ya que a nosotros no nos colocan tarima,
amplificación y artistas pagados con dinero del pueblo ecuatoriano.
Sin embargo,
empezaron por no dejarnos entrar y no conforme con esto ordenaron que las
murallas de policía nos vayan violentamente retirando, a fuerza de toletazos,
gas y balas de goma. Esta violencia
continúo con la detención, absolutamente, arbitraria de cuatro compañeros, que
horas más tarde fueron liberados, pues obviamente no tenía de que acusarles,
más aún cuando los vídeos y fotos tomadas mostraban claramente la arbitrariedad
del arresto. Lo más impactante y aparentemente absurdo fue la represión que se
ordenó hacia las nueve de la noche, cuando ya muchos de los manifestantes se
habían retirado. Un grupo de jóvenes con pitos, globos y cantos seguía
manifestándose alrededor de la Plaza del Teatro, cuando sorprendentemente
varios piquetes de policía comienzan a cercarlos con la intención de encerrarlos.
Este violento operativo policial, sin sentido, implementó algo no visto en
anteriores represiones policiales. De repente, por una de la calles aparecieron
varias motos, cada una con dos policías, en una actitud absolutamente violenta,
como que si fuesen a una confrontación en la que tenía que arremeter contra una
fuerza similar. Semejante operativo motorizado se parecía mucho a esa escenas
de las películas de acción y violencia que produce Hollywood, donde a los grupos
policiales o delincuenciales los muestran como invencibles. Ante éste
espectacular despliegue de fuerza, los manifestantes, sobre todo las mujeres, optaron
por sentarse y acostarse en el pavimento, otros y otras se tomaron de las manos
y alzaron lo brazos, como quedó registrado
en varias fotografías y videos. Los policías motorizados por un momento se
detuvieron ante la reacción pacífica de los y las manifestantes, pero
inmediatamente, y sin razón alguna, volvieron a ponerse violentos y empezaron a
seguir a las personas y volvieron a disparar balas de goma sin ningún motivo,
hasta que su violencia termino expulsándonos y
algunos con heridas.
Se podría pensar que la orden de
reprimir es un error político del Gobierno, pues frente a la violencia policial
hay mayor indignación en los manifestantes e incluso sanción de la sociedad.
Sin embargo, éste Gobierno se ha caracterizado por su “inteligencia” política para
controlar a la población, sobre todo a la disidente, lo que hace pensar que no
es un error sino algo calculado. En
estos 7 años de gobierno se ha intentado controlar a la población usando el amedrentamiento vía fuerza judicial,
soportado en la criminalización de la protesta social. Solo para poner algunos ejemplos tenemos: los
juicios contra dirigentes sociales a quienes se les acusa de terrorismo, juicio
a estudiantes secundarios a quienes se les acusa de rebelión, juicio y cárcel a
los 10 de Luluncoto a quienes se les acusó de atentar contra la seguridad del
Estado, juicio a periodistas a quienes se les acusa de injuria, etc. Esto muestra que gobiernan sobre la base de
generar miedo en la población, como decía Maquiavelo es mejor hacerse temer que hacerse amar.
El asunto es que los
manifestantes que defienden el Yasuní, han rebasado el miedo a la represión
judicial y se han lanzado a la calle a defender la vida. Definitivamente esto
debe asustar a los gobernantes, pues un pueblo que va perdiendo el miedo es
peligroso para el poder, el Ecuador de los últimos 30 años sabe bien esto, sabe
que ningún poder es invencible. La preocupación del Gobierno debe ser: ¿qué
pasa si el pueblo deja de temer y empieza a manifestarse y la manifestación
crece? Gran peligro para el “príncipe” o será mejor decir el “reyecito”. Una
buena recomendación de Maquiavelo es anticiparse a la protesta social antes de
que está encienda, y una buena forma es desactivarla es aumentando el miedo,
como ya no funciona la amenaza jurídica y simbólica, quizás sea bueno probar la
amenaza de la violencia física, para medir cuanta decisión tiene el pueblo de
defender lo que es justo.
Me parece que toda la
desproporcionada represión de la noche del 27 de agosto, justamente intenta
amedrentar a los jóvenes con la violencia física desplegada por el aparato
policial. Es como que si nos quieren mandar un claro mensaje de lo que nos
puede pasar sino somos sumisos. Ahora bien, dentro de toda esta estrategia de
amedrentamiento hay algo que es sumamente
preocupante. La experiencia de las movilizaciones sociales de los
últimos 25 años, incluidas y
especialmente las que derrocaron a los tres presidentes, nos dicen que cuando
el pueblo se movilizó de forma masiva, y los presidentes ordenaron a la policía
y al ejército disparar éstos no obedecieron.
No ha sido una práctica de las fuerzas represivas del Estado, al menos
en estas últimas décadas, disparar a la población en sus movilizaciones
masivas. En la peor época del gobierno
socialcristiano la violencia, que llegó a la desaparición, a la tortura y al
asesinato, fue selectiva. Ahora, el
Gobierno abastece a la policía de balas de goma y éstos las dispara al
cuerpo de los manifestantes, dirán que son instrumentos disuasivos no letales,
aunque todos sabemos que según a que distancia disparen y a que parte del
cuerpo lleguen pueden matar a una persona. Esto ya es muy grave, pero lo más
grave es quizás, me pregunto: ¿no será que con esto los policías se acostumbran
a disparar a la población, con la idea de que no es letal, y con esto cambian una práctica, que al menos
en las últimas décadas no la tenía? Y ¿qué pasa si no son balas de goma sino de
pólvora? ¿qué es lo que este Gobierno está probando o ensayando? Considerando la cualidad festiva
y pacífica de las manifestaciones que los y las jóvenes despliegan en defensa
del parque Yasuní, particularmente la que se llevó a cabo el día martes 27 de Agosto en Quito, no se entiende la represión policial ordenada
por el gobierno de Alianza País. Represión que empieza por las murallas de
policías (cinco filas) que impedía a los manifestantes llegar a la Plaza de la
Independencia, mientras que en ella se encontraba la tarima y las banderas de
Alianza País con muy pocos participantes. Lo justo, si es que fuese un gobierno
democrático que no lo es, hubiese sido que nos permitan entrar a la plaza a los
que no apoyamos la política extractiva del Gobierno, como lo hacen con los
pocos que la respaldan. Al menos eso, ya que a nosotros no nos colocan tarima,
amplificación y artistas pagados con dinero del pueblo ecuatoriano. Sin embargo,
empezaron por no dejarnos entrar y no conforme con esto ordenaron que las
murallas de policía nos vayan violentamente retirando, a fuerza de toletazos,
gas y balas de goma. Esta violencia
continúo con la detención, absolutamente, arbitraria de cuatro compañeros, que
horas más tarde fueron liberados, pues obviamente no tenía de que acusarles,
más aún cuando los vídeos y fotos tomadas mostraban claramente la arbitrariedad
del arresto. Lo más impactante y aparentemente absurdo fue la represión que se
ordenó hacia las nueve de la noche, cuando ya muchos de los manifestantes se
habían retirado. Un grupo de jóvenes con pitos, globos y cantos seguía
manifestándose alrededor de la Plaza del Teatro, cuando sorprendentemente
varios piquetes de policía comienzan a cercarlos con la intención de encerrarlos.
Este violento operativo policial, sin sentido, implementó algo no visto en
anteriores represiones policiales. De repente, por una de la calles aparecieron
varias motos, cada una con dos policías, en una actitud absolutamente violenta,
como que si fuesen a una confrontación en la que tenía que arremeter contra una
fuerza similar. Semejante operativo motorizado se parecía mucho a esa escenas
de las películas de acción y violencia que produce Hollywood, donde a los grupos
policiales o delincuenciales los muestran como invencibles. Ante éste
espectacular despliegue de fuerza, los manifestantes, sobre todo las mujeres, optaron
por sentarse y acostarse en el pavimento, otros y otras se tomaron de las manos
y alzaron lo brazos, como quedó registrado
en varias fotografías y vídeos. Los policías motorizados por un momento se
detuvieron ante la reacción pacífica de los y las manifestantes, pero
inmediatamente, y sin razón alguna, volvieron a ponerse violentos y empezaron a
seguir a las personas y volvieron a disparar balas de goma sin ningún motivo,
hasta que su violencia termino expulsándonos y
algunos con heridas.
Se podría pensar que la orden de
reprimir es un error político del Gobierno, pues frente a la violencia policial
hay mayor indignación en los manifestantes e incluso sanción de la sociedad.
Sin embargo, éste Gobierno se ha caracterizado por su “inteligencia” política para
controlar a la población, sobre todo a la disidente, lo que hace pensar que no
es un error sino algo calculado. En
estos 7 años de gobierno se ha intentado controlar a la población usando el amedrentamiento vía fuerza judicial,
soportado en la criminalización de la protesta social. Solo para poner algunos ejemplos tenemos: los
juicios contra dirigentes sociales a quienes se les acusa de terrorismo, juicio
a estudiantes secundarios a quienes se les acusa de rebelión, juicio y cárcel a
los 10 de Luluncoto a quienes se les acusó de atentar contra la seguridad del
Estado, juicio a periodistas a quienes se les acusa de injuria, etc. Esto muestra que gobiernan sobre la base de
generar miedo en la población, como decía Maquiavelo es mejor hacerse temer que hacerse amar.
El asunto es que los
manifestantes que defienden el Yasuní, han rebasado el miedo a la represión
judicial y se han lanzado a la calle a defender la vida. Definitivamente esto
debe asustar a los gobernantes, pues un pueblo que va perdiendo el miedo es
peligroso para el poder, el Ecuador de los últimos 30 años sabe bien esto, sabe
que ningún poder es invencible. La preocupación del Gobierno debe ser: ¿qué
pasa si el pueblo deja de temer y empieza a manifestarse y la manifestación
crece? Gran peligro para el “príncipe” o será mejor decir el “reyecito”. Una
buena recomendación de Maquiavelo es anticiparse a la protesta social antes de
que está encienda, y una buena forma es desactivarla es aumentando el miedo,
como ya no funciona la amenaza jurídica y simbólica, quizás sea bueno probar la
amenaza de la violencia física, para medir cuanta decisión tiene el pueblo de
defender lo que es justo.
Me parece que toda la
desproporcionada represión de la noche del 27 de agosto, justamente intenta
amedrentar a los jóvenes con la violencia física desplegada por el aparato
policial. Es como que si nos quieren mandar un claro mensaje de lo que nos
puede pasar sino somos sumisos. Ahora bien, dentro de toda esta estrategia de
amedrentamiento hay algo que es sumamente
preocupante. La experiencia de las movilizaciones sociales de los
últimos 25 años, incluidas y
especialmente las que derrocaron a los tres presidentes, nos dicen que cuando
el pueblo se movilizó de forma masiva, y los presidentes ordenaron a la policía
y al ejército disparar éstos no obedecieron.
No ha sido una práctica de las fuerzas represivas del Estado, al menos
en estas últimas décadas, disparar a la población en sus movilizaciones
masivas. En la peor época del gobierno
socialcristiano la violencia, que llegó a la desaparición, a la tortura y al
asesinato, fue selectiva. Ahora, el
Gobierno abastece a la policía de balas de goma y éstos las dispara al
cuerpo de los manifestantes, dirán que son instrumentos disuasivos no letales,
aunque todos sabemos que según a que distancia disparen y a que parte del
cuerpo lleguen pueden matar a una persona. Esto ya es muy grave, pero lo más
grave es quizás, me pregunto: ¿no será que con esto los policías se acostumbran
a disparar a la población, con la idea de que no es letal, y con esto cambian una práctica, que al menos
en las últimas décadas no la tenía? Y ¿qué pasa si no son balas de goma sino de
pólvora? ¿qué es lo que este Gobierno está probando o ensayando?
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