La democracia de las élites y sus efectos desastrosos
Después de 40 años de retorno a la democracia, los resultados de la
aplicación de la democracia de las élites es una historia de saqueo de los
bienes comunes, que ha generado mayores niveles de desigualdad económica,
social y cultural en el país. El empobrecimiento social y ambiental ha crecido al mismo ritmo de crecimiento de la
deuda externa.
Esta historia la podemos dividir en tres períodos de despojos, entre los
cuales hay por supuesto una continuidad económica dentro de los ciclos de la acumulación
de capital, en una discontinuidad
política que asegura la primera.
El primer periodo, conocido como neoliberal, va desde el año 1980 con la asunción al poder de Oswaldo Hurtado
después de la muerte de Jaime Roldós, hasta el año 2015 con la defenestración de
Lucio Gutiérrez. Época caracterizada por la aplicación de la política
neoliberal en toda la región, la misma que generó el deterioro de las
condiciones de vida de la población, por efecto del debilitamiento del mínimo
estado de bienestar que existía y la
destrucción de la política social, la privatización de las empresas públicas que
se vendieron a costos irrisorios en beneficio de los compradores, por disposiciones
del programa de ajuste y ordenada en las cartas de intención con los organismo de crédito internacionales. Esta primera época de saqueo tuvo
dos momentos de vandalismo extremo: a) La sucretización de la deuda externa
privada en el gobierno de Oswaldo
Hurtado, quien mágicamente convirtió la deuda en dólares que privados contrajeron
fuera del país, a deudas en sucres con el Banco Central del Ecuador. Así, todos
los ecuatorianos, a través del Estado, terminamos pagando la deuda externa en
dólares de unos pocos sátrapas que se beneficiaron de este atraco. b) El feriado bancario y posterior dolarización
en el gobierno de Mahuad en el año 1999, mecanismos de robo directo a lo ahorros
personales y familiares de los ecuatorianos. Literalmente nos metieron la mano en
las cuentas y sustrajeron nuestro dinero de manera descarada e infame. Y luego
la dolarización que permitió a unos pocos enriquecerse de este proceso por
tener información privilegiada del Estado y comprar dólares anticipadamente.
El segundo período, denominado progresista, va desde el año 2006 con la llegada a la administración
del Estado del gobierno de Alianza País en su época correísta, hasta el fin de la misma en el año 2017. En
esta década el Estado creció debido a los altos precios del petróleo y la inversión estatal se disparó,
con lo cual se dio una transferencia de capital a las empresas nacionales e
internacionales ganadoras de los
contratos públicos. El obsceno saqueo de la riqueza natural y social se hizo
vía profundización salvaje de extractivismo, despilfarro de capital nacional en
construcciones, muchas de ellas innecesarias, todas con sobre precios escandalosos,
y la mayoría mal hechas; es decir un obsceno saqueo sobre la base de la institucionalización
de las alianzas mafiosas y corruptas entre el gobierno “revolucionario” y la
gran corporación capitalista. A diferencia del primer período, este además
estuvo marcado por un creciente conservadurismo cultural que limito avances en
la lucha por la descolonización y despatriarcalización de la sociedad, un
creciente autoritarismo que debilitó en extremo los tejidos sociales y
comunitarios donde se fecunda la resistencia y la lucha de los pueblos. Se instaló un estado controlador, penalizador
y criminalizador de la lucha social con una estrategia de dominación
ideológica, jurídica y comunicacional calculada y sistemáticamente aplicada. Al
finalizar esta década progresista, no solo que la mayor parte del capital que
ingresó por altos precios del petróleo fue a parar a manos de las corporaciones
privadas y de los funcionarios corruptos que se enriquecieron de su función
pública, sino que además quedamos con una mayor deuda externa que cuando el gobierno
asumió el poder.
El tercer período, que lo podemos llamar de retorno al neoliberalismo
con rostro cuántico, es el que empieza con la llegada del gobierno de Lenin Moreno, valga aclarar, grupo
que participó activamente en la década correísta y que se engendró en la misma.
A los dos años de asumido el cargo podemos claramente ubicar su alineamiento
con la política económica dictada por el FMI. Para algunos funcionarios del gobierno,
incluido el presidente, es algo que “toca porque la mesa no estaba servida”, es “algo obligado” por la crisis provocada por
el gobierno anterior, etc. etc. Para
otros, los más eufóricos, “hay que abrirse al mundo”, al libre mercado, a la
globalización, etc., etc. Lo cierto es
que están dispuestos a aceptar y a aplicar sumisos y agradecidos la carta de
intención firmada con el Fondo y además nos quieren obligar cual limosneros a agradecer que semejantes “ángeles
financieros” nos vuelva a hacer caso. Ahora toca entonces vender o concesionar,
para el caso es lo mismo, lo mejor de la infraestructura productiva y de servicios que se consiguió en la década
pasada; pero, claro, como no funciona por la ineficiencia de las empresas públicas y lo mal construidas que están,
hay que venderlas a lo que paguen y además agradecer. Negocio redondo, primero traslado
el capital nacional a las empresas constructoras y luego porque las inversiones
estatales no funciona las vendo o concesiono a la empresa privada. Pero ahora además
quieren el negocio del siglo que no pudieron tenerlo en el siglo pasado. Hoy
vienen por la seguridad social, hoy quieren privatizar el futuro de todos y lo
justifican en la supuesta desfinanciación del IESS, la misma que fue orquestada
en el gobierno anterior. El correísmo saqueó al IESS y ahora está listo para
venderlo al mejor postor.
La fórmula mercado-estado-mercado, o neoliberalismo-progresismo-neoliberalismo,
ha sido el éxito del saqueo de la democracia de las élites. A nombre del
progreso, el crecimiento, económico, el desarrollo, la salida de la crisis y de
la pobreza, la patria y toda la retórica demagógica del poder, en estos
cuarenta años de democracia de privilegios coloniales, patriarcales y
capitalistas han saqueado la naturaleza, los territorios, el trabajo y han hundido
a la sociedad en el empobrecimiento ecológico, social, cultural, e ideológico. Pero
no basta con este saqueo económico, además todos los responsables de este
desastre en sus distintas épocas salen pública e impúdicamente a venderse como
los salvadores de la patria. Ahora vemos a los responsables de la sucretización
dando lecciones de ética y patriotismo, a los responsables del feriado bancario
y la dolarización hablando de cómo salvar al país de la crisis económica, a los
correístas defendiendo el derecho que ahora dicen tienen a la resistencia y a
la lucha social que ellos en su gobierno criminalizaron. Estos “demócratas” no
solo que son totalmente antidemocráticos, sino que además hacen gala del cinismo
más detestable del servilismo de las élites que han gobernado este país a
espaldas de la sociedad y a beneficio individual y corporativo.
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