martes, 5 de junio de 2018


El falso debate Correa-Moreno




En el año de gobierno de Moreno se ha operado una serie de cambios en lo político, que han conseguido, más que ampliar el ejercicio democrático, echar abajo una serie de disposiciones jurídicas que coaccionaban la participación política autónoma de la sociedad, incluso la oficial dirigida desde las estructuras jurídicas y políticas estatales.
 Estas variaciones son el resultado de la movilización social que presionó para detener el autoritarismo del anterior Régimen, no de una voluntad política de algunos militantes de PAIS y menos aún de la voluntad individual del presidente.

Los cambios ocurridos tienen mucho que ver con el papel otorgado al CPCCS (T)  por el pueblo ecuatoriano en la consulta de febrero. Hecho este importante de resaltar en razón de mostrar que, de alguna manera, la lucha por la democratización política no depende de la buena voluntad  del gobierno, sino de la propia acción de la sociedad. Lo que trato de decir es que la democracia  está en manos de la capacidad que tiene la sociedad de luchar por ella, y no de la decisión de uno u otro gobierno. El papel que está cumpliendo el CPCCS (T), en cuyo interior no deja de haber disputas de poder que expresan intereses distintos de sectores sociales también distintos enunciados en los Consejeros, tiene importancia porque su legitimidad radica en el seno de una sociedad que se hartó del autoritarismo gubernamental y estatal de la década pasada y que exigió por ampliar la democracia.  

 Sin embargo en el ámbito de la economía, donde no hay participación real de la sociedad, el gobierno ha optado por una continuidad y radicalización de la política económica que dejó delineada el gobierno anterior y que curiosamente es aplaudida por los grupos económicos nacionales e internacionales. Muchos sectores progresistas critican al gobierno por la política económica que delinea con el nombramiento del nuevo ministro de economía y su ley  económica, argumentando que  ha optado por las directrices neoliberales, lo cual es cierto. Sin embargo, lo que no estoy de acuerdo es que lo que ahora sucede en el ámbito económico nada tenga que ver con el gobierno anterior. Parece que nos estamos olvidando que mucho de lo neoliberal que no se pudo aplicar antes de la entrada de PAIS a la administración del Estado, se aplicó en el gobierno progresista de Correa (ampliación de la frontera extractiva, acumulación y concentración de capital en antiguos y nuevos grupos económicos que crecieron por  transferencia estatal de riqueza por corrupción institucionalizada, destrucción de la seguridad social hasta el punto exacto que justifique su posible quiebra y privatización, transferencia de capital a las clínicas privadas, fortalecimiento de la educación privada, etc., etc., etc.) No hay que olvidar que fue el fortalecimiento del Estado lo que permitió ampliar la lógica capitalista en el país, que de ninguna manera podrá tener un rostro humano, menos en  su época tardía de mafiosización.       
  
La continuidad de la lógica económica entre el gobierno anterior y éste no hay que entenderla como la aplicación de idénticas políticas económicas, sino como la continuidad de la reproducción del capital, de acuerdo a las necesidades de su circulación y acumulación en cada ciclo. El análisis de que hay una discontinuidad en el plan económico entre Correa y Moreno peca de ingenuo y simple. Las disputas en el terreno de la política no son el reflejo de posiciones distintas en el terreno de la economía, mucho menos si entendemos que no es un asunto de posiciones individuales, sino de lógicas del  capital.    

Creo necesario que hay que salir del maniqueísmo Moreno-Correa que nos coloca en la posición de defender a Moreno y su abierta vinculación con los grupos empresariales o defender a Correa y su política económica, que abrió las puertas para el regreso legitimado de políticas neoliberales, vía papel activo del Estado. Es necesario que desde los movimientos y organizaciones sociales populares rompamos con esta falsa discusión y propongamos un debate por fuera de esta falsa discusión que nos lleve a pensar una real alternativa económica que rompa con las salvajes demandas del capital o al menos nos proteja de ellas
  


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