lunes, 26 de febrero de 2018


Insisto en indignarme…



No es posible que en las narices de todo el pueblo ecuatoriano, las corruptas élites que gobiernan el país destapen su cloaca e inunden de pestilencia nuestra vida social y no pase nada. No es posible que actos nítidos de corrupción en todos los niveles de las funciones públicas, aparezcan como una mala serie de ficción ofertada al pueblo para su entretenimiento. No es posible que los más altos funcionarios negocien, acuerden e intercambien silencios, delaciones, complicidades, pagos, amenazas de sus crímenes cometidos en contra los intereses de la sociedad y su ética pública.

No, no es posible que cada semana un escándalos de corrupción tape y nos haga olvidar  el de la semana anterior. No, no es posible que la corrupción más infamen se vaya convirtiendo en algo cotidiano y natural para la sociedad.   No es admisible, por ninguna razón, que aceptemos que los funcionarios delatados sigan ocupando las funciones de dirección política que ostentan y que sus miserias se ventilen desde el ejercicio de esos altos cargos. No es posible que a vista y paciencia de toda la sociedad, estos funcionarios actúen como parte de mafias en guerra por los negocios y las consecuencias de los mismos.

No estamos hablando de funcionarios con responsabilidad secundaria en el Estado, estamos hablando nada menos que del Fiscal General del Estado, del ex Contralor y del Presidente de la Asamblea Nacional.  

No puede ser que nos rija un Código Integral Penal criminalizador de la resistencia social, de la pobreza, de la disidencia política, de la práctica médica, del periodismo de investigación, etc., mientras varios de los elaboradores y ejecutores del mismo lo usan como les da la gana para encubrirse y atacar a la pandilla enemiga. Para los funcionarios del Estado el Código penal no funciona, pero para perseguir a la sociedad es funcional y exitoso. No  puede ser que Fernando Villavicencio y Klever Jiménez hayan sido perseguidos, acusados, sentenciados y sometidos a la humillación del brazalete electrónico por denunciar a los corruptos, mientras éstos se pasean en los carros del Estado escoltados por la guardia estatal.   

Frente a la corrupción estatal más obscena que hemos conocido, la sociedad debe exigir la salida de todos los implicados y la inmediata investigación, la misma que tienen que ser independiente de todas esas mafias estatales, pues solo así se podrá poner fin a esta  obscenidad que hiere, humilla y avergüenza nuestra vida común. Frente a esta infamia de las élites políticas podridas, la sociedad debe recuperar su dignidad, pelear por su  dignidad y su ética. Frente a este abominable crimen de los corruptos, la sociedad debe exigir justicia, hacer justicia.
Cualquiera con un poco de humanidad y decencia se avergonzaría de esta infamia, a la que han sometido a la sociedad, pero estos corruptos no solo que no se inmutan, sino que siguen enlodando nuestra vida con sus prácticas mafiosas.

Insisto, si no somos capaces de indignaros frente a esta perversión de las élites que nos gobiernan, entonces nos corresponden.   


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