La miseria de la
política y la ideología
Cuando Marx escribió sobre “La miseria de la filosofía” en respuesta a
las tesis económicas y filosóficas de Proudhon
en su libro “La filosofía de la miseria”, lo que fundamentalmente
criticaba es la metafísica burguesa con la cual se quería afirmar el orden capitalista.
Se proponía como alternativa una nueva perspectiva epistemológica para pensar
la sociedad, que se concretaba en el discurso teórico de la economía política,
en vistas de la transformación del mundo. El pensamiento humano atrapado en la
metafísica burguesa y su misión de afirmar su poder devino en la miseria de la
filosofía que nuestro autor combatía.
En base a esta perspectiva del viejo Marx y disculpándome de antemano
por cualquier aproximación errónea a su pensamiento, hoy se puede hablar de la
miseria de la política y de la ideología desarrollada por las élites
gobernantes en el contexto actual del mundo capitalista. La política en su
concepción más rica de ser el espacio que los seres humanos en su diversidad, complejidad y diferencia abren entre sí para
tratar los desafíos de su vida en común, ha sido reducida a una mezquina disputa de espacios de poder. Las
élites gobernantes, que dicen representar al conjunto de la sociedad gracias al desgastado, manipulado y pervertido
juego electoral, convierten la política
en un obsceno escenario de sus sórdidas
disputas de poder de pequeños grupos, que cada vez más asumen características
del actuar de las mafias.
Este proceso vertiginoso de empobrecimiento extremo de la política se
explica a su vez por la miseria de la ideología que domina el mundo actual. Si
se entiende la ideología como el conjunto de relaciones y estructuras significantes
que los seres humanos crean y recrean como
referencia fundamental para la construcción de su vida social y como horizonte
de sentido donde proyectar su porvenir, nos encontramos huérfanos de ideología.
La ideología capitalista, cuya relación
y estructura significante es la acumulación
infinita de capital, mientras más se objetiva como mundo y se extiende por el
planeta destruyendo la vida social y natural, (debido al papel servil de las élites gobernantes) devasta toda posibilidad de creación de
nuevos horizontes de sentido que orienten la acción humana, hacia la
transformación de la sociedad. Sin estos nuevos horizontes significantes, (llamados
utopías, deseos, intenciones o proyecciones
humanas de una nueva socialización, etc.) no es posible la política en
su dimensión humanizante.
No es difícil constatar esta miseria política e ideológica de las élites
gobernantes que dirigen, junto con las corporaciones capitalista, el destino del planeta, cuando han convertido
su miseria en espectáculo mediático. Las redes de información están repletas de
escándalos de corrupción en todos los niveles y en todos los escenarios del poder
hegemónico: traiciones, amenazas, chantajes, delaciones, encubrimientos,
complicidades, asesinatos, atentados, etc. son el entretenimiento de la masa
que se ha acostumbrado a consumir la miseria política e ideológica de las
élites gobernantes como mercancías culturales de distracción. Esto también explica la miseria de la cultura
capitalista y de su forma política la democracia liberal.
La política nacional no es ajena a la miseria que caracteriza la política e ideología
en el capitalismo tardío. Es por decir lo menos penoso que la consulta popular planteada
por el gobierno se encuentre atravesada y, de alguna manera, determinada por las mezquinas disputas de poder del movimiento
de gobierno. El debate de las preguntas está no solo envuelto sino marcado por el
cruce de acusaciones personales, por encubrimientos y complicidades de personas
y grupúsculos peleados por repartos de privilegios, etc. Por su parte, la
oposición política oficial no encuentra espacio en la bronca del movimiento de
gobierno, no solo por el poder que tiene éste, sino por su propia precariedad política
e ideológica. De su lado, la sociedad
civil y sobre todo los movimientos sociales se encuentra ideológicamente
debilitados, lo cual se expresa en una debilidad política que los pone en un
rincón del escenario político ideológico secuestrado por la élite gobernante y su miseria político ideológica. Mientras
tanto el sistema dominante se reproduce y se extiende.
Aunque muy difícil, es urgente
que la sociedad desde su autonomía reflexiva, que la separe de las élites
gobernantes, intente devolver la riqueza a su acción política y a su capacidad
de producir nuevos horizontes de sentido que le impulsen a transformar el mundo.
No puede ser que el destino de la sociedad ecuatoriana se entregue al resultado
afirmativo de una consulta que al final de cuentas puede quedarse en el simple traspaso
de poder de un grupo a otro grupo del mismo movimiento, cambiar un escenario político
de miseria por otro igual de miserable. El SI por el SI no significa nada, si no estamos dispuestos a recuperar la política y la ideología desde
la sociedad y para la sociedad.
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