Mirando a través de la fisura

El retorno de lo igual, neoliberalismo resucitado

Es indudable  que desde el interés de los movimientos sociales y populares,  la última década fue no solo perdida sino desperdiciada. Si tomamos en cuenta el alto capital económico y el gran respaldo popular con el que contó  el gobierno de Alianza País, está claro que en esos diez años se podía establecer bases económicas y políticas para llevar adelante una transformación social que haga de la sociedad ecuatoriana más justa y equitativa.

 El desperdicio de esta enorme oportunidad histórica  se vuelve aún más indignante cuando recordamos que el gobierno de Alianza País  llego a administrar la cosa pública gracias a las dos décadas de movilización social en contra del neoliberalismo.  Dicho esto y dejando claro que de ninguna manera se defiende o justifica  la década pasada inmediata,  hay que decir que no serán los neoliberales los que rescaten  al país.

Fue el propio gobierno de la Revolución Ciudadana y su entrega a las demandas de modernización conservadora del capitalismo en la región, el que dio paso a la resurrección de los clásicos neoliberales que hoy dicen saber cómo salvar la economía del país.  La última década de gobierno con su autoritarismo político y su violenta modernización capitalista, con la cual reprimarizó la economía y casi  aplastó la organización y resistencia social, llevó a una especie de desesperado olvido de lo que hicieron los economistas neoliberales en el país, en las dos últimas décadas del siglo XX.  Un cómodo y necesario olvido con beneficio de inventario para las élites que gobernaron el país,  las dos décadas anteriores a la última década perdida y desperdiciada. Hechas bien las cuentas, al menos tenemos casi cuatro  décadas nefastas en la última etapa histórica del país. 

No puede ser que el desastre político y económico  de la Revolución Ciudadana nos haga olvidar la catástrofe económica y política de las dos décadas neoliberales que padeció el país. No es posible olvidar los agudos procesos de empobrecimiento al que fueron sometidos inmensos sectores de nuestra sociedad, la precariedad de los sistemas de salud, educación, cultura, viabilidad, vivienda, empleo; la nada soberana deuda externa, la corrupción ética y política de los defensores del libre mercado y su estado policiaco.  Todo lo contrario, el fraude político de la Revolución Ciudadana debe permitirnos recordar con más nitidez nuestra lucha infatigable en contra del neoliberalismo y sus ideólogos, pues fue ella la que permitió la llegada de los falsos revolucionarios que desperdiciaron las dos décadas de lucha y resistencia.  

Hoy en la retirada obligada del correísmo y su caudillo de barro, los resucitados neoliberales salen con total desparpajo auto nominándose los elegidos para recuperar la economía del país, encubriendo tras el fraude de la Revolución Ciudadana  su responsabilidad sobre el desastre económico que provocaron y que llevó a la economía del país al borde del precipicio con el feriado bancario. Estos muertos-vivos apelan a la falta de memoria historia de nuestras sociedades y se agarran con obstinación a los senderos  más conservadores y por lo mismo más conocidos de la  tradición económica  del capitalismo neoliberal y del liberalismo arcaico.

El  Estado autoritario que impuso el correísmo en la década desperdiciada y que le permitió ejecutar la modernización del capitalismo vía reprimarización de la economía,  por efecto de la criminalización de la movilización social y el control ideológico y político de la sociedad, es el recurso que el correísmo regaló a los resucitados  neoliberales para poder salir a defender a capa y espada las fuerzas irracionales del mercado que a nivel planetario condena a millones de seres humanos al desempleo, la miseria y la muerte.  Sin tapujos se atreven a dar recetas y exigen ajustes y recortes económicos, que como sabemos no están dirigidos a los grandes grupos económicos financieros y empresariales del país que hicieron su agosto en la década desperdiciada para el pueblo y ganada para ellos.  Al fin de cuentas en las dos décadas de neoliberalismo y en la década de progresismo ganaron y quieren seguir ganando.

No he oído a esto “salvadores” del país que propongan subir el impuesto a la renta a los grupos económicos más grandes del Ecuador y que más ganaron en los últimos diez años. Tampoco hablan de bajar el impuesto al valor agregado para motivar el consumo interno, sobre todo que  beneficie a las pequeñas y mediana economías  y a las economías populares y solidarias. No hablan mucho de la micro economía donde se puede observar si existe o no políticas económicas redistributivas, se esconden en la macro economía, en el crecimiento global de la economía, pero no dejan espacio para preguntarse quién o quienes  van a acumular y concentrar ese crecimiento que es resultado del esfuerzo de toda la sociedad. Hablan de inversión extranjera pero nunca dicen en donde se debe priorizar la inversión para que llegue  a las economías medianas y pequeñas y no a la economía extractiva que devasta la naturaleza y los territorios de los pueblos. Hablan del milagro chileno neoliberal pero nunca hacen referencia al milagro económico de Portugal, que logró un crecimiento récord, bajó el desempleo a la mitad, subió sueldos, bajo el IVA y a la vez llevó el déficit al menor nivel en 40 años, negando la receta neoliberal del ajuste y la austeridad.

Ya hablaron los neoliberales por dos décadas y hablaron los progresismos por una década, en una tradición histórica de más  de un siglo, es decir ha hablado el mercado y el estado es hora de escucharnos en nuestro ser comunidad, es hora de escuchar a la comunidad que es la que en definitiva sostiene la vida real de las personas.