La voluntad de esclavitud y su gozo perverso.
Acerca de lo humano y su humanización, Hegel
plantea que lo que hace humano al humano es el deseo del deseo del otro, esto
es desear que el otro lo reconozca, que
reconozca su valor como propio, con valor autónomo. Lo humano en tanto que autoconciencia,
relación consigo misma, radica en ser reconocido
por otro, al que le sucede lo mismo. Estamos hablando de un reconocimiento
recíproco, en estricto sentido de una
lucha a muerte por el reconocimiento. Para
explicitar esta dinámica humana el autor habla de la relación entre el Amo y el
esclavo, en la cual el primero se impone
al segundo y lo obliga a renunciar a su
deseo, ser reconocido por el otro, y lo condena a la servidumbre de satisfacer
el deseo de reconocimiento del Amo. En
esta dialéctica, que no es de igual mutuo reconocimiento humano, el esclavo es
esclavo porque reconoce al otro como Amo, a su vez el Amo es Amo porque hay un
esclavo que se reconoce como esclavo.
En
esta relación, dice Hegel, el que puede cambiar
la relación de dominación es el esclavo, pues es el único que puede cambiar de
posición, es decir, dejar de ser esclavo, en tanto que el trabajo que cumple y
el pensamiento que despliega en él lo hace caminar, lo impulsa a su libertad.
Desde
esta perspectiva, los correístas ya debieron haber dado una lucha a muerte por el reconocimiento que los libere de su
subyugación al Amo (Correa). En esta liberación el Amo (Correa) dejaría de ser Amo porque ellos
dejarían de ser esclavos (correístas). Pero
para varios esclavos correístas, cuya mejor imagen son la tres asambleístas que
todos conocemos, no aplica la tesis hegeliana de la lucha a muerte por el reconocimiento, es decir por conquistar su
humanización. La renuncia a su deseo de reconocimiento por servir a la
satisfacción del deseo de reconocimiento del Amo-Caudillo llega a tal nivel de irrealidad,
que una de estas esclavas no tiene
empacho en argumentar su voto en contra del juicio político a Jorge Glas, cuando este ya está sentenciado
por asociación ilícita. Dice textual: “Me
retiro de sesión del Cal manifestando mi oposición al juicio político a
@JorgeGlas no se cumplen los requisitos del Art. 129 de la Constitución. No
puedo legitimar con mi presencia una injusticia.”.
Semejante
sometimiento al Amo no se explica por la tan mentada lealtad a la revolución,
ni a la Constitución, ni a la Ley. No, no tiene que ver con nada de eso, es puro y
absoluto sometimiento al deseo del Amo y
pura y llana voluntad de esclavitud. Lo que se puede observar en estas
actitudes de las esclavas correístas no
es otra cosa que la prueba más clara de que se encuentran en una relación de
goce perverso con su Amo-Correa. Y es perversa y no solo gozosa porque el Amo
Correa es un Amo decadente, pues la mayoría de la población e incluso de los
militantes de A.P. han renunciado a ser esclavos-correístas, han renunciado a
satisfacer su deseo de ser reconocido como Amo-caudillo.
Al
parecer estas esclavas-correístas no
se han percatado que el Amo al que sirven ya ha dejado de ser tal, pues ha
perdido la aprobación de la mayoría de la población, el mismo es casi un resto político. En este sentido, el sometimiento de las esclavas a un Amo caído las hace aún más esclavas, más inhumanas se
podría decir, si la humanización radica en luchar por el deseo de que el otro
me reconozca con el mismo valor que éste quisiera para sí mismo.
Definitivamente
los correístas y su necedad solo muestran una obscena voluntad de esclavitud, ojalá la sociedad de una lucha a muerte por ser reconocida no como esclava sino con valor de humanidad libre.
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