viernes, 22 de diciembre de 2017

¡¡¡JUSTICIA PARA EMILIA!!!



Mientras el mundo cristiano prepara las festividades navideñas, época de derroche consumista y derroche afectivo real  o simulado, en la cual somos más adictos que el resto del año al obsceno objeto mercantil, en torno al cual circulamos con una gran dosis de gozo perverso, el asesinato brutal de una de nuestra hijas, Emilia, debería romper con toda justicia esta siniestra fantasía de la realización mercantil y enfrentarnos a lo real del capitalismo patriarcal.


Muchos se preguntarán que tiene que ver este infame asesinato de la pequeña Emilia con la fiesta del consume mercantil, que ya ni siquiera intentamos  encubrirla con el relato cristiano, sino que la vivimos con un beneplácito cinismo.  Diré que el asesinato de Emilia no es una casualidad, un infortunio, un caso aislado que se pueda explicar en un acto de un enfermo. No es un hecho eventual subjetivo de un enajenado, sino parte de una violencia objetiva y estructural del mundo donde Emilia y las demás víctimas como ella nacieron.

No es casual que, Emilia, la niña asesinada habite en una ciudad del sur del país, y que el Ecuador   se encuentra en la periferia del mundo capitalista.  No, no es casualidad que sea en los territorios del sur global donde las niñas y niños son violentados, asesinados o desaparecidos. Tampoco es casual que sea una niña, una mujer, en un mundo patriarcal donde se asesinan mujeres por el solo hecho de ser mujeres.

Tampoco su brutal asesinato es una acto de un monstruo y por lo tanto excepcional. No, no es un problema de engendros de ficciones de terror, sino de un capitalismo mafioso que decidió que además de la fuerza de trabajo de los seres humanos, ellos mismo en toda su existencia pueden ser convertidos en mercancías, a ser vendidas y con ello obtener ganancias. El capitalismo es en su principio de reproducción un sistema económico inhumano y antihumano, que convierte todo lo que toca en mercancía, empezando por los humanos. Además, tiene que garantizar la realización del valor de sus mercancías en su consumo y por lo tanto tiene que convertir a los seres humanos en adictos consumistas, que compren,  compren y compren sin parar.

Tampoco el brutal asesinato de Emilia es un acto fortuitito de un enfermo sexual. No, no es un problema de pervertidos sexuales de thriller psicológicos, sino de un capitalismo patriarcal que encontró como uno de sus mejores negocios la industria del sexo, la misma que produce todo tipo de mercancías sexuales, entre las que se encuentra las mujeres convertidas en objetos del placer machista, cada vez más obsceno. Como toda producción industrial, la industria del sexo tiene que generar mercado y por lo mismo consumidores, individuos capaces de desprenderse de todo límite simbólico, social y humano que detenga su voracidad consumista y en tal medida que frene su violencia contra la mujer.

Solo basta observar, con un poco de detenimiento, para darnos cuenta de toda la incitación publicitaria a volvernos obscenos, perverso, pervertidos, voraces, desalmados e inhumanos, con el solo objetivo de consumir y con ello pensar que logramos la completud, imposible, de nuestra existencia. No hay que hacer esfuerzo para mirar como la imagen de la mujer es usada como mula para que a través de  ella se promocione y se venda cualquier tipo de mercancía. Solo basta poner atención en el denominado viernes negro   (Black Friday) y mirar como los seres humanos de repente se trasforman en seres enajenados que arrollan, se pisan, se empujan se violentan para obtener el objeto de su deseo perverso.

NO, el asesinato  de Emilia y de las tantas niñas, niños y mujeres asesinadas, sobre todo en el sur  global, no es ni un hecho aislado ni un acto de un enfermo mental, es parte de la reproducción del sistema capitalista patriarcal. Es la respuesta al obsceno mandato del capitalismo patriarcal: ¡Goza¡ ¡consume con obscenidad todo lo que puedas, sobre todo mercancía sexual¡

¡NO CEDAS AL DESEO DEL CAPITALISMO PATRIARCAL¡

NI UNA MENOS,

VIVAS NOS QUEREMOS 

No hay comentarios:

Publicar un comentario