La disputa política que confunde a la sociedad
Abierta y públicamente fracturado el movimiento Alianza País, las dos
fracciones que disputan el poder del control del Estado argumentan su
legitimidad en la defensa de la “revolución” y en la auto nominación como los “verdaderos
revolucionarios”. A nivel del discurso
parecería que la disputa es: quién
es el más revolucionario y por lo tanto quién tienen derecho a tal significante, aunque la verdad es que lo que
se disputa es el poder de control del aparato Estatal.
La fracción correísta se encuentra gravemente debilitada, más que por
las estrategias de guerra política de la fracción morenista, que sin lugar a
duda han sido decisivas en esta disputa, por sus propios errores políticos. Al
parecer, la desesperación por la “traición” de Moreno que los dejó fuera del
poder gubernamental y que amenaza con quitarles el control del Estado, en todos
sus aparatos y funciones, les quitó la perspicacia
política que mostraron durante la década pasada. Desde que Moreno puso distancia
con Correa y limitó su influencia dentro del Estado, los correístas con la
dirección del ex presidente comenzaron a cometer, uno tras otro, los peores
errores políticos que se ha visto en esta
disputa de poder. Enumeraré los más
visibles: querer continuar con las
sabatinas a través de un canal de Youtube, después de tener todo el aparato
mediático del Estado y de la publicidad de los Alvarado; usar un ático como
locación para su mensajes a la Nación, después de tener los balcones de la Casa
de Gobierno; asumir el papel de “pandillero
de las redes” insultando al “traidor”, después de ser el primer funcionario del Estado; por último, venir
a Ecuador cuando los escándalos de corrupción estatal embarran a sus más
cercanos colaboradores y a su amigo de toda la vida. Con todo esto el caudillo
queda hecho trizas y sus más fieles seguidores pierden hasta el control del
partido y la poca credibilidad que tenían dentro de su militancia.
En este contexto de debilidad total, a los correístas no se les ocurre
más que la “brillante y novedosa idea” de crear otro movimiento con el “innovador”
nombre Revolución Ciudadana RC, con lo
que muestran su total falta de iniciativa y su profunda necedad. Se quedaron
sin discurso por su adicción a RC (Rafael Correa) y han comenzado a circular y
a gozar perversamente en torno a ese significante lleno de perversiones
políticas. No se dan cuanta que con ese significante ya gastado no logran ninguna
convocatoria, pues al contrario de partir de cero como ellos dicen quieren
despegar cargados con toda la corrupción política, económica, ideológica y
ética que ese significante expresa,
después de una década de usarlo y abusarlo.
La estrategia de expulsar a Moreno del Alianza País le explotó en las
manos y son ellos los que en rigor se han arrinconado de su propio movimiento y
por lo que ahora quieren hacer uno “nuevo”,
repitiendo el mismo libreto ya gastado. Al parecer sufren de una
compulsión por la repetición. No se han
enterado que ellos mismo son responsables de vaciar el contenido transformador del
significante revolución y haberlo llenado con su obsceno goce capitalista. Solo esto
explica porque ahora su disputa política con la fracción morenista gira en
torno a reivindicar su supuesta vocación
revolucionaria, cuando en ellos lo revolucionario significa corrupción en todos
los niveles.
La fracción morenista, por su parte, también busca legitimarse en su vocación revolucionaria poniendo énfasis
en lo ciudadana, de ahí su estrategia de abrir el diálogo a todos los sectores
sociales para asestar una puñalada
democrática al autoritarismo correísta. En el discurso de los morenistas el
significante revolución ciudadana ha sido vaciado del contenido correísta para
que pueda ser el vehículo de la articulación política con otros sectores sociales
en su disputa con los correístas. Curiosamente el ala de izquierda de Alianza
País que se encuentra con Moreno inclinan más la balanza a lo ciudadano que a
lo revolucionario, a diferencia de los correístas, que sin pasado político en
la izquierda, en su últimas patadas de
ahogado, ponen énfasis en la revolución.
Curioso también es ver como antiguos correístas de izquierda que fueron incondicionales
al autoritarismo del caudillo que defendía, de pronto hoy son morenistas defensores
de la democracia liberal que antes combatían sin tregua. Quizá éstos no hayan
perdido la brújula política de Maquiavelo, como si parece que lo han hecho los
necios leales al caudillo en decadencia. “No
importa que contenido político haya que defender cuando se está claro que lo
que único importante es la defensa del poder mismo”. Este premisa del poder
explica porque para estos políticos profesionales es fácil defender con total
seguridad y firmeza dos cosas absolutamente opuestas: primero la reelección
indefinida por la que lucharon con todas su armas y ahora la pregunta en la consulta que elimina
la reelección indefinida. Así podríamos poner
otros ejemplos, como cuando justificaban el autoritarismo y los insultos del
caudillo a nombre de defender el proyecto
revolucionario o a nombre de comprender el
temperamento del ex Presidente y hoy,
que ellos son objeto de esa “fuerza
revolucionaria del temperamento” del
señor en mención la critican con toda severidad. Al parecer no hay principios ni ideológicos ni
políticos, solo la pasión por el poder en
beneficio particular.
Es en este escenario político empobrecido donde la sociedad ecuatoriana
tiene que pensar su futuro en común, lamentablemente sin propuestas fuertes de los movimientos, sin iniciativas sociales
autónomas. Son los “revolucionarios” y
su disputa por el poder los que han marcado la cancha política. No sé por qué esto
me recuerda a la pelea de 1938 en el seno del entonces PNR de México. Y mientras tanto, la modernización conservadora y violenta del capitalismo en el país ya se dió y se afirma.
Muy interesante su análisis y reflexiones Natalia. Usted apunta a analizar el discurso y el significante "revolución", habla del goce y de la perversión. Me resulta interesante, pues son conceptos del psicoanálisis lacaniano, de Derrida y de Laclau. Un psicoanalista y filósofo que se llama Jorge Alemán, habla de que en estos tiempos estamos haciendo un duelo, como sociedad global, del significante revolución, y el problema es que no logramos sustituirla por otro significante que represente el freno al capitalismo y el cambio radical. No encontramos en cada contexto un significante lleno de contenido que represente las luchas de los oprimidos. El sumak Kawsay podría ser un intento pero se ha folklorizado demasiado. Lo que ocurre en Ecuador es lamentable. Pero tengo esperanza en las luchas de pequeños colectivos. ¿Dónde están los nuevos movimientos de izquierda que ayuden a equilibrar la balanza en cuanto a los partidos? No hay movilización social en estos momentos. La gente está harta y adormecida. Un cordial saludo.
ResponderEliminarPamela de acuerdo en lo dicho por el profesor Alemán. También tenbo esperanza en la lucha de los pequeños colectivos sociales
ResponderEliminarSaludos cordiales