lunes, 12 de septiembre de 2016

En época electoral es necesario hacer un poco de memoria



La semana pasada tuvo lugar una reunión de colectivos de  mujeres cercanos al Régimen que han decidido conformar una plataforma  con el fin de proponer la equidad de género en la designación de candidatos, en la perspectiva  de, según dicen:  “ se las incluya como principales en las listas de asambleístas nacionales y provinciales que elaborará Alianza PAIS (AP), de cara a los comicios de febrero de 2017.”


En las últimas elecciones presidenciales, como es de conocimiento, el movimiento Alianza País ganó con un binomio conformado por dos hombres guayaquileños, decisión que mostraba a todas luces una visión machista y regional absolutamente nítida. En aquella época nada dijeron las mujeres de PAIS sobre el sesgo patriarcal de su propuesta electoral. Obviamente ganaron las elecciones, no solo por el caudillismo presidencial reinante, sino por la cultura política machista que lo acompaña  y que lograron imponer en el país.

Como era de suponer, con el triunfo electoral de los machos guayaquileños, tanto dentro del movimiento PAIS como fuera de él, la dominación masculina patriarcal se profundizaría y ampliaría como característica del ejercicio político  gubernamental.  

En el mes de Octubre del  mismo año 2013 del triunfo del binomio masculino guayaco, en el marco de la discusión sobre la despenalización del aborto por violación,  el macho alfa, ante la propuesta de cinco de sus legisladoras de votar la ley por artículos, les acuso de traición.  Como todo perfecto macho que no admite que las mujeres, peor las que él absurdamente considera sus  mujeres,  lo contradigan, el Presidente se sintió traicionado y  amenazó con renunciar a su cargo si sus asambleístas aprobaban la despenalización del aborto.  Típico: el macho que al sentirse traicionado porque la mujer no cumple sus órdenes,  amenaza con abandonarla; inconfundible chantaje emocional que  busca fortalecer la dominación masculina en base a manipular  emocionalmente en la mujer la idea de que sin él, ella  no puede sola. Si esta vieja estrategia de dominación  funciona, el resultado  en una mayor  sumisión femenina.  
  
Al día siguiente, una de las asambleístas traidoras  dijo al macho alfa: "Con el inmenso cariño que te tenemos, te decimos que esta vez te estás equivocando. Pero por la unidad de esta bancada, por la unidad de mis 100 compañeros asambleístas, retiro mi moción para que este bloque no tenga la posibilidad de evidenciar una ruptura"  Típica respuesta de una mujer sumisa y amedrentada: aunque sé que me estas violentado por la unidad de nuestro matrimonio y el bien de los hijos me someto a tu voluntad. Y como es obvio ante el sometimiento femenino, el macho se cree más poderoso y al contrario de lo que la ilusa mujer cree: que se va a poner condescendiente, éste ratifica su poder imponiéndole castigos por su desobediencia.

Tal cual un macho, el presidente respondió afirmando su poder y su enfado: "no se trata de hablar bonito ante las cámaras y de decir te queremos mucho compañero presidente, los traidores, tus parientes están en Miami, hay que ser consistentes,  esto se había discutido, había consenso y utilizar esta maniobra con el afán personal es inadmisible".  Así, en su condición de macho alfa de A.P.  pidió a la Comisión de disciplina de su movimiento que se revise la conducta del grupo de asambleístas que apoyó la moción planteada por la legisladora desleal. Como era de esperar  el castigo  llegó de inmediato.  Tres de las cinco asambleístas consideradas por el macho traidoras fueron suspendidas por un mes en sus derechos como miembros adherentes al movimiento y condenadas a dejar sus funciones y al silencio.

El poder patriarcal ventilado públicamente y aceptado por las víctimas de la manera más indigna se expuso ante el país como la más perversa pedagogía de la dominación masculina. Como si esto no fuese suficiente, otra de las asambleísta terminó reivindicando con gran orgullo su sumisión ante el poder del macho alfa con la indigna y absurda frase: Seré sumisa una y mil veces cuando se trate de luchar y reivindicar los derechos de la mujer. 
   
Después de este cínico y vergonzoso exhibicionismo machista de Alianza País, en el cual definitivamente el papel más obsceno lo actuaron las asambleístas, pues que el macho haga gala de su machismo es la perversa y detestable  normalidad de su condición de poder, pero que las mujeres exhiban sin pudor su sometimiento a la dominación masculina es  imperdonable para todo ser humano digno.

Ahora, frente a un nuevo proceso electoral, los colectivos de mujeres de Alianza País, dirigidos por las protagonistas del vergonzoso acto de sumisión al macho maltratador, dicen  al país que están luchando por la equidad de género en la designación de candidaturas de su Movimiento,  y reclaman que el binomio  del candidato a la presidencia sea  una mujer.

Después del papel tan indigno que cumplieron estos 10 años de correato debería saber que no importa si llegan a ser candidatas a la presidencia o incluso presidentas, pues quedó más que clara su execrable  vocación de mujeres sumisas al poder patriarcal. De seguro que como presidentas del país sería sumisas al patriacrcado político del Estado y del mercado.  Ni el papel de sabio de libro de autoayuda  del ex vicepresidente, ni el supuesto feminismo  de las asambleístas sumisas puede borrar estos 10 años de violencia machista, expresadas y ejecutada por el presidente y su actual vicepresidente, de la cual ellas también son responsables. 
    

Las mujeres dignas no buscan encaramarse en el pode patriarcal para sostenerlo sea jugando a ser machos ni sometiéndose a ellos con disciplina política, buscan cambiar las relaciones de dominación masculina para libertar tanto a mujeres y hombres de la violencia patriarcal  subsidiaria fundamental del capitalismo depredador. No queremos mujeres machista ocultándose detrás un falso feminismo.    

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