lunes, 1 de agosto de 2016

La ley  justifica todo

En los últimos meses, los voceros del correísmo atrapados en las contradicciones insalvables de su fracaso político han decidido defender lo indefendible, colocando como fundamento absoluto de su precaria argumentación a la Ley. Así la  ley está sobre la Constitución que ellos construyeron y aprobaron, sobre los derechos humanos, sobre la coherencia, sobre la razón.


A pocos meses de asumir la administración del Estado, el proyecto político de Alianza País transparentó su real propósito gubernamental, claramente vinculado a un intento más de modernizar por vía conservadora el capitalismo en el Ecuador. Dicho propósito, más allá de lo que los voceros oficiales sostengan, de ninguna manera significa mejorar estructuralmente las condiciones de vida de la población y menos de la más empobrecida, ya que su razón de ser es  ampliar el marco de la expansión y profundización del capitalismo extractivo en la región.

Después de casi una década de bonanza petrolera, que fue definitiva en la ejecución del proyecto político-económico del Régimen la situación cambió. El actual momento,  antesala de las elecciones del 17, se caracteriza por una crisis económica prácticamente instalada en el país, la misma que si bien se explica en mucho por el contexto internacional caracterizado por la disminución del precio del petróleo y el fortalecimiento del dólar, modificaciones foráneas que afectan particularmente a la economía del Ecuador,  se explica principalmente por el mal manejo económico del Gobierno.

Durante esto años de bonanza no fueron capaces de sentar las bases de una transformación estructural que saque al país de la dependencia de la economía primario exportadora, al contrario se profundizó el extractivismo que aún hoy sigue anunciándose como la gran panacea de la producción nacional (caso Yasuní). No se hizo prácticamente nada para fortalecer y ampliar la producción agrícola y manufacturera de pequeña y mediana escala, menos la  familiar y comunitaria, todo lo contrario  se privilegió a las grandes cadenas de producción y comercialización agroempresarial y obviamente se privilegió durante varios años a los grandes importadores, pues se dio mucho impulso al consumo suntuario y no al productivo. Al final, el año 2015, sin saber cómo resolver la balanza comercial negativa (mas salida de divisivas del país de las que entran) deciden desesperadamente asumir una política de elevación de la taza impositiva a los productos importados, cuando no lo hicieron de una forma racional durante 8 años, al contrario incentivaron ese tipo de consumo. Obviamente que las grandes corporaciones de importación difícilmente son afectadas por el capital que concentran, lo que no sucede con los medianos y pequeños comercializadores y no se diga con la producción nacional que depende de productos importados.

Por una parte, el alza impositiva para las importaciones encareció considerablemente la vida en el  país, que de hecho por el dólar ya era cara, afectando como es previsible a las clases medias que se habían acostumbrado a una mayor capacidad adquisitiva de productos en general e importados en particular. Por otra parte y sin lugar a dudas, los más afectados son los más pobres, pues aunque ellos no compran necesaria y directamente los productos importados, que valga decir hoy son más de la mitad de la canasta básica, debido al deterioro del aparato productivo nacional  y específicamente el agrario, son los primeros en perder el empleo que se contrae debido a la recesión económica por baja del consumo. Vale decir que  muchos de los productos nacionales, debido al fortalecimiento del dólar y a la elevación de materias importadas para su procesamiento terminan siendo mucho más costosos que los de producción extranjera. Así, pese a que el trabajador gana en dólares y pese a que estos años se ha incrementado el salario, su capacidad adquisitiva es menor.

No impulsaron como política de Estado la producción comunitaria y cooperativa,  sino que  emprendieron una política asistencialista de bonos individuales  de la pobreza, que si bien en un momento son absolutamente necesarios para disminuir la miseria,  no pueden convertirse en políticas estratégicas de largo alcance. Al final los bonos de la pobreza entraron también a ser controlados por el sistema financiero, que de hecho por las cifras oficiales ha sido uno sino el sector más beneficiado por esta década de bonanza.

No contentos con todo esto, endeudaron al país más allá de lo permitido por la Constitución y a altas tasas de interés,  deuda que va a hacer casi imposible pagar, a no ser entregando lo que queda de la riqueza nacional. De hecho ya están los culpables de esta crisis dando la solución para salir de atolladero, que no es otra que en la mejor receta neoliberal empezar a vender los recursos naturales (petróleo, minería, biocombustibles, etc.) y los bienes públicos construidos con la bonanza del petróleo (hidroeléctricas, carreteras, quizá la refinería, los aeropuertos, la seguridad social, etc.) al fin y al cabo eso han hecho siempre los grupos oligárquicos del país, rematar a precio de gallina enferma las propiedades públicas que se construyen con la riqueza de todos y todas las ecuatorianas.  
  
Se podría seguir señalando la lista de “aciertos” del “genial” manejo económico del gobierno de A.P., que la gente lo está padeciendo, pero  basta decir que los “ilustrados” economistas de PAíS  han  encerrado a la economía del Ecuador, de forma violenta y casi definitiva, en el círculo perverso y depredador de la lógica mercantilista del capital en la periferia. Gastaron todo el capital del petróleo en consumo estatal beneficioso para las grandes empresas nacionales, y sobre todo las transnacionales chinas y brasileñas, encargadas de la construcción de megas infraestructuras que en definitiva no promueven la producción nacional, sino la ganancia de los constructores principalmente de capital extranjero. Peor aún, el país se queda endeudado con estas corporaciones a pesar de que a muchas se les hizo un pago anticipado con recursos que se extraerán en el futuro. Todo lo que se invirtió  en infraestructura quizá tendremos que pagarlo vendiendo esa misma infraestructura. Así nos quedamos sin capital por venta de petróleo, sin infraestructura, endeudados y con un  aparato productivo más precario del que teníamos antes de la “revolución”.  

Con una casi inexistente producción nacional que es la que genera empleo real para los ecuatorianos y riqueza nacional el consumo cae y esto a su vez provoca más desempleo y más crisis, Así volvemos al único recurso que existe para estos economistas, la salvaje explotación y venta de recursos naturales sin importar la destrucción social y ambiental.  

Los “revolucionarios” han terminado de devastar el aparato productivo nacional y nos han acabado de hundir en la economía extractiva, en razón de lo cual estamos condenados a la total dependencia de la voracidad de la corporación transnacional de negocios de los comodities y a los manejos perversos de la geopolítica mundial en la que no tocamos ni un pito, y para colmo no tenemos ni moneda propia.

Pero no importa todo este desastre lo justifican con la ley positiva que ellos mismos elaboran esté o no en concordancia con la Constitución o la razón humana. Para ellos su ley es La ley aunque la ley fundamental del acuerdo humano por la vida ya no les reconozca.

     




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