lunes, 25 de julio de 2016

El autoritarismo vs la universidad




¿Por qué el gobierno que más ha publicitado su reforma universitaria como la política estrella de su proyecto “revolucionario”  se ha pasado atacando a la universidad ecuatoriana, no hoy, sino en estos 9 años de administración correísta?


Los últimos ataques a las universidades privadas y específicamente a las universidades de posgrados puede leerse, sobre todo a las últimas y dentro de ellas a FLACSO, como resultado de la crisis económica fiscal. Se acabó la plata y por lo tanto no hay presupuesto para la educación pública universitaria, como no hay presupuesto para mucha otras necesidades de la vida pública estatal. De hecho, esta lectura no es equivocada, aunque expresa solo una pequeña parte del problema.
Es curioso, quizá FLACSO es la única universidad conocida que había escapado, hasta ahora, a la violencia del juicio “revolucionario” del correísmo, pues como es conocido la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB) ha sufrido desde hace más de un año el ataque sistemático del gobierno, no solo de los funcionarios que tienen la competencia de la política universitaria, sino del mismo presidente y sus más cercanos subalternos.  

El ataque a la UASB no se explica por la falta de recursos como es el caso de FLACSO, allí hay otros problemas más profundos y complejos que la crisis económica fiscal. La Andina fue atacada por su clara posición crítica a la política gubernamental, no solo en lo concerniente a la contra-reforma universitaria  correísta, sino a la globalidad de su política económica, social, ambiental, cultural, etc. La Universidad Andina tomó una posición abiertamente crítica al gobierno, lo cual al contrario de invalidarla como centro de educación superior, la validaba en su ser, ser el lugar de la construcción de pensamiento social crítico.       

Sin embargo, el ataque sistemático del correísmo a la universidad ecuatoriana no empezó hace un año con la Andina, sino cuando a propósito de acabar con las universidades de garaje, claro símbolo de la mercantilización periférica de la educación superior, cosa que era indiscutiblemente correcta, emprendió lo que considero una contra reforma universitaria.  El correísmo introdujo la receta neoliberal para la educación universitaria, bajo la etiqueta de la calidad académica impuso una Ley  de Educación Superior funcional a los requerimientos de la mercantilización global del conocimiento.

Al empezar esta década las instituciones correistas de educación superior establecieron las metas de la “calidad” de la educación, que se legitimaron sobre la base de devaluar toda la universidad ecuatoriana y humillar a su comunidad académica. Se dijo que la Universidad pública toda no servía para nada, que las Universidades Privadas de prestigio como la PUCE tenía seria deficiencias, que en definitiva había que cambiar todo; se empezó por suprimir  el libre ingreso a la universidad, demanda  lograda por la Reforma Universitaria del 77. Los jóvenes enfrentados a un  examen de ingreso arbitrario  y excluyente  alimentan hasta hoy el negocio rentable de los institutos preuniversitarios. Así la gratuidad de la educación superior, tan publicitada por el gobierno, sirvió para que se enriquezcan institutos privados que entrenan a los aspirantes para el examen de ingreso.

Luego, manteniendo el discurso de la calidad, se estableció una serie de exigencias burocrático-mercantiles a la vida universitaria, sin tomar en cuenta la historia de la educación superior en el país; el contexto social, económico, político y cultural del Ecuador. Simplemente se trajo el  modelo mercantil de Universidad  y se lo impuso de forma autoritaria. Exigencias inaplicables no solo por el tiempo de plazo que establecieron,  sino por la incoherencia de muchas de ellas como el número de profesores  títulos con Doctorado, las publicaciones indexadas, el número de tiempos completos en carreras donde esto no solo que no aplica, sino que es  perjudicial porque los profesionales que enseñan requieren estar en su práctica profesional, como es el caso de las carreras de medicina.

En su afán de imponer este modelo mercantil, el correísmo, mal copiando los ya cuestionados ratings universitarios a nivel global,  estableció evaluaciones puramente cuantitativas para ubicar a las Universidades en categorías de excelencia, haciendo  tabla rasa de los procesos educativos y sus especificidades por área de conocimiento. En un  acto de injusticia y arbitrariedad separaron a decenas de profesores universitarios  con muchas experiencia en la docencia superior, porque según decían no tenían los títulos de doctorado que el Secretario del SENESCYT no tiene, las publicaciones indexadas que no han hecho la mayoría de funcionarios que dirigen la política universitaria, y todos los demás requisitos exigidos por el mercado académico.   Paralelamente a esto se inventaron la política de los prometeos, no en un intento de hacer un diálogo de conocimientos y saberes, si,  en un acto de absoluto sometimiento al poder colonial y de descarada humillación a nuestra universidad y sus docentes.    

Se llenaron la boca hablando y promoviendo la meritocracia académica, que como es obvio privilegia todos los procesos de blanqueamiento neocolonial que este gobierno seudo revolucionario impulsa con todo entusiasmo. Una meritocracia que obviamente no aplica cuando se trata de escoger los funcionarios gubernamentales o estatales de Alianza País, a quienes incluso se les justifica plagios, títulos de pregrado conseguidos en tiempo record, etc.  

En definitiva, este gobierno se ha pasado atacando a la Universidad ecuatoriana,  la razón de fondo es que el autoritarismo estatal y el autoritarismo mercantil son contrarios a todo tipo de pensamiento más aún si éste es crítico.  Y cuando se junta el autoritarismo del mercado con el estatal, su peor enemigo es el pensamiento y por lo tanto la universidad entre otras instituciones donde se lo produce. 

Dentro de este contexto de violencia al pensamiento, hoy, el correísmo atacan a la organización nacional más antigua de maestros la UNE. Es uno de los últimos actos de violencia autoritaria de un movimiento político que llegó a la administración del estado gracias al apoyo de todas las organizaciones sociales que intenta exterminar.  



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