miércoles, 16 de marzo de 2016

De Keynes a Friedman en tiempo record



Muchos analistas económicos críticos han expuesto el péndulo entre el liberalismo y el estatismo económicos, que no solo explica sino que garantiza el proceso de  valorización de capital en los últimos, casi, 150 Años.  Épocas de austeridad seguidas y antecedentes  de épocas de gasto e inversión. Las primeras regidas por la ideología del libre mercado (liberalismo económico) desde Smith a Friedman y las segundas regidas por la ideología de la regulación estatal (estatismo económico) desde Keynes a Stiglitz.

Cada uno de estos periodos de organización económica ha sido dirigido por gobiernos identificados con cada una de estas escuelas. En la última década tenemos ejemplos claros de gobiernos Keynesianos como fue el de Franklin Roosevelt  en Estados Unidos, perteneciente al Partido Demócrata. Como se conoce Roosevelt tras la crisis de 1929 apostó por la política conocida como New Deal o Nuevo Tratado.  Su política económica consistió, siguiendo las recomendaciones de Keynes, en estimular el gasto público a través de la inversión en infraestructura (hidroeléctricas, carreteras, puertos, aeropuertos, escuelas, universidades, etc.) para modernizar la sociedad, exactamente como lo han hecho los llamados gobiernos progresistas, tras la crisis del neoliberalismo de las dos últimas décadas del Siglo XX.

Como ya es conocido, la política económica keynesiana no resuelve las crisis económicas generadas por la ley de la baja en la tasa de ganancia, aunque  si las amortigua; menos aún es una alternativa al patrón de acumulación capitalista, ya que es parte de él. Sin embargo, al ser una política económica que estimula el gasto fiscal en inversión y consumo tienen éxito en el plano social, y es justamente este éxito lo que funciona como amortiguamiento de la crisis. Además de lo dicho,  la política keynesiana aplicada en Estados Unidos  permitió recuperar la credibilidad en la democracia occidental debilitada por el avance del socialismo y por  la gran depresión  de los 30 provocada por el liberalismo económico. El Keynesianismo se aplicó en gran parte de occidente básicamente desde mediados de los años 40  hasta los años 70 del siglo XX, época en que entró en crisis y fue paulatinamente sustituido por el retorno del liberalismo.  La época que duró el Keynesianismo sirvió para sostener el capitalismo y generar la idea de que es posible vivir bien en él.
El golpe de estado militar que derrotó al gobierno de Allende en Chile e impuso al dictador  Pinochet inauguró el retorno del liberalismo económico radicalizado, que se lo conocería más tarde como neoliberalismo. El gran ideólogo liberal, Milton Friedman, líder máximo de la Escuela de Chicago defendió la libertad individual y las bondades del  libre mercado frente a la regulación keynesiana. En el marco de su ideología liberal promulgo la creación de los bonos, particularmente del bono educativo para incentivar la demanda educativa, la flexibilización de los precios, las desregulaciones económicas y las privatizaciones de las empresas públicas, el sistema de pensiones individualizadas con lo cual se debilitaba la seguridad social de fundamento solidario, de hecho defendía la abolición de la seguridad social, los impuestos al gasto y nos a los ingresos, en función de estimular el ahorro, etc.
La liberación económica y el libre mercado fueron las recetas de Friedman para “curar” los efectos de la “crisis económica” provocada por la centralización y control político estatal de cuño keynesiano. Con el ensayo chileno, Reagan y Thatcher impulsaron la aplicación de la receta (neo) liberal en todo el mundo occidental, con efecto shock. Los gobiernos neoliberales de  América latina, siguiendo la imposición del consenso de Washington  la aplicaron  las últimas décadas del siglo XX.
A veinte años y más de la aplicación de la receta neoliberal de Friedman, en América latina la reducción de la intervención estatal en lo económico y social, la perspectiva tecnocrática y macroeconómica de gobierno, la apertura comercial, la privatización de las empresas públicas, el congelamiento de salarios, etc., causaron el empobrecimiento general de la sociedad, la agudización de las desigualdades por concentración de riqueza, un mayor desempleo, inflación, aumento de la deuda externa, aumento de la migración, etc. El neoliberalismo, al igual que el Keynesianismo había conducido nuevamente a la  “crisis” y así llegaba al fin de su ciclo.    

En este escenario, se desenvolvieron intensas movilizaciones sociales en contra del neoliberalismo que coadyuvaron a su “fin”. Al igual que en épocas pasadas, a la crisis del liberalismo le siguió  proyectos estatistas, esta vez con los  gobiernos progresistas que para resolver la crisis provocada por el neoliberalismo se acogieron y aplicaron nuevamente  ciertas recomendaciones de la política  Keynesianas, política que permitió recuperar la credibilidad de la sociedad latinoamericana en el Estado y su sistema político, venido a menos por la aplicación de la política neoliberal desde los años 80 del siglo pasado. Al igual que en su primera aplicación, la política keynesiana o desarrollista salvó el capitalismo en la región y frenó las movilizaciones sociales y sus proyectos transformadores.

Es importante aclarar que esta nueva-vieja estrategia desarrollista aplicada por los progresismos nunca abandonó del todo la receta liberal, su política económica y social expresó una hibridación  entre Keynes y Friedman, que al cabo de 10 años se han inclinado hacia el líder de los Chicago Boys. Si bien los progresismos fortalecieron el Estado y con él, el gasto público que impulsó la inversión básicamente en  infraestructura, promovió la demanda y con ella el consumo, estableció algunas regulaciones al comercio como la última hecha a las importaciones, etc. Desde el inicio el progresismo correísta no abandonó la política de bonos de asistencia que focalizan el gasto social, no desistió de los TLC solo cambió el horizonte de EEUU a UE, más allá de los discurso ha mantenido la política primario exportadora ampliando la frontera extractiva, extendió la flexibilización laboral al sector público, planteó un sistema progresivo de impuestos en base a los ingresos individuales, no plantearon una política sostenida de apolítica de fijación de precios, entre otras cosas.

Hoy a las puertas de una nueva “crisis” que pone fin al progresismo neo desarrollista, en el caso de Ecuador es el mismo gobierno correista el que  aplica la doctrina del shock del ajuste liberal.  Un paquete de reformas a las leyes laborales, educativas, de la seguridad social está listo para garantizar la desregulación favorables a los negocios y al mercado. Esta caída estrepitosa y en tiempo record del gobierno progresista en las recomendaciones liberales es absolutamente clara en dos de las últimas declaraciones del presidente: 1) La primera referida a reducir el presupuesto de universidades de posgrado y entregar un bono individual para que cada persona escoja la universidad a la que quiere ir, es una clara receta friedmaniana que motiva la competencia de las instituciones educativas, receta  que de alguna manera se aplica desde el inicio de este proceso con la reforma educativa y el examen de ingreso.  2) La segunda y más obscena es la declaración donde sostiene que: ¿Por qué el gobierno central tiene que pagar la atención de salud de los jubilados, la razón de ser del IESS?, cuando éstos, considerados por el presidente como huesos, padecen de enfermedades catastróficas que los jóvenes no tienen. Esta declaración expresa nítida y cínicamente la ideología liberal más perversa.


Los ciclos del capital, liberalismo-estatismo, son cada vez más cortos. En menos de 15 años América Latina pasa del neokeynesianismo progresista al neo-neoliberalismo que se abre, en unos casos, con otro gobierno como la Argentina de Macri y, en otros, con el mismo gobierno progresista como en el Ecuador de Correa. Lo cierto es que el tiempo entre un periodo y otro es cada vez más corto y por lo tanto la crisis no es una excepción sino la regla   de la acumulación de capital. Al final estatismo y liberalismo son garantía  del sostenimiento del sistema capitalista, no es casual que  Keynes y Friedman, cada uno en su época,  fueron teóricos cuyo pensamiento fundamentó la práctica de los Organismos Económicos Internacionales como FMI, el Banco Mundial, la OMC, etc. 

La pregunta necesaria es: ¿seguiremos atrapado en este círculo vicioso del capital?

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