lunes, 18 de diciembre de 2017

La voluntad de esclavitud  y su gozo perverso.


  

Acerca de lo humano y su humanización, Hegel plantea que lo que hace humano al humano es el deseo del deseo del otro, esto es desear que el  otro lo reconozca, que reconozca su valor como propio, con valor autónomo. Lo humano en tanto que autoconciencia, relación consigo misma, radica en ser  reconocido por otro, al que le sucede lo mismo. Estamos hablando de un reconocimiento recíproco, en estricto sentido de una lucha a muerte por el reconocimiento.   Para explicitar esta dinámica humana el autor habla de la relación entre el Amo y el esclavo, en la cual el primero se  impone al segundo y lo obliga  a renunciar a su deseo, ser reconocido por el otro, y lo condena a la servidumbre de satisfacer el deseo de reconocimiento del Amo.  En esta dialéctica, que no es de igual mutuo reconocimiento humano, el esclavo es esclavo porque reconoce al otro como Amo, a su vez el Amo es Amo porque hay un esclavo que se reconoce como esclavo.

En esta relación, dice Hegel, el  que puede cambiar la relación de dominación es el esclavo, pues es el único que puede cambiar de posición, es decir, dejar de ser esclavo, en tanto que el trabajo que cumple y el pensamiento que despliega en él lo hace caminar, lo impulsa a su libertad.

Desde esta perspectiva, los correístas ya debieron haber dado una lucha a muerte por el reconocimiento que los libere de su subyugación al Amo (Correa). En esta liberación el  Amo (Correa) dejaría de ser Amo porque ellos dejarían de ser esclavos (correístas).  Pero para varios esclavos correístas, cuya mejor imagen son la tres asambleístas que todos conocemos, no aplica la tesis hegeliana de la lucha a muerte por el reconocimiento, es decir por conquistar su humanización. La renuncia a su deseo de reconocimiento por servir a la satisfacción del deseo de reconocimiento del Amo-Caudillo llega a tal nivel de irrealidad,  que una de estas esclavas no tiene empacho en argumentar su voto en contra del juicio político  a Jorge Glas, cuando este ya está sentenciado por asociación ilícita. Dice  textual:  “Me retiro de sesión del Cal manifestando mi oposición al juicio político a @JorgeGlas no se cumplen los requisitos del Art. 129 de la Constitución. No puedo legitimar con mi presencia una injusticia.”.

Semejante sometimiento al Amo no se explica por la tan mentada lealtad a la revolución, ni a la Constitución, ni a la Ley. No,  no tiene que ver con nada de eso, es puro y absoluto sometimiento  al deseo del Amo y pura y llana voluntad de esclavitud. Lo que se puede observar en estas actitudes de las esclavas correístas no es otra cosa que la prueba más clara de que se encuentran en una relación de goce perverso con su Amo-Correa. Y es perversa y no solo gozosa porque el Amo Correa es un Amo decadente, pues la mayoría de la población e incluso de los militantes de A.P. han renunciado a ser esclavos-correístas, han renunciado a satisfacer su deseo de ser reconocido como Amo-caudillo.  

Al parecer estas esclavas-correístas no se han percatado que el Amo al que sirven ya ha dejado de ser tal, pues ha perdido la aprobación de la mayoría de la población, el mismo es  casi un resto político. En este sentido,  el sometimiento de las esclavas a un Amo caído las hace aún más esclavas, más inhumanas se podría decir, si la humanización radica en luchar por el deseo de que el otro me reconozca con el mismo valor que éste quisiera para sí mismo.


Definitivamente los correístas y su necedad solo muestran una obscena voluntad de esclavitud, ojalá la sociedad de una lucha a muerte por ser reconocida no como esclava  sino con valor de humanidad libre.    

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