lunes, 6 de noviembre de 2017

La reforma universitaria regresiva  



A propósito de los 50 años de vida de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Central, espacio del pensamiento crítico ecuatoriano por excelencia,  es urgente debatir la última reforma universitaria promovida y ejecutada  en el primer  gobierno de Alianza País.  

La segunda reforma universitaria impulsada por Manuel Agustín Aguirre, teórico y dirigente socialista, tenía como principio rector integrar a la universidad ecuatoriana a las fuerzas transformadoras que luchaban por la construcción del socialismo.  Este principio, que regía la reforma universitaria, suponía el desarrollo y fortalecimiento del pensamiento crítico, en la perspectiva de disputar al pensamiento hegemónico el sentido desde el cual se construye la realidad social. De esta amanera,  la dirección de esta reforma universitaria exigía: a) abrir las puertas de la universidad a toda la juventud, sobre todo a aquella perteneciente a los sectores populares, históricamente excluidos del sistema universitario, b) promover las Ciencias Sociales como pensamiento de construcción de una consciencia crítica y descolonizadora, c) una alianza entre la universidad y el pueblo.  La universidad ecuatoriana se convertía de esta forma en el eje de la transformación social.

Durante las décadas que siguieron a la segunda reforma universitaria de 1973, la universidad estatal ecuatoriana fue el centro de los debates político e ideológico en torno al proceso de transformación social  y por lo tanto centro de pensamiento crítico. Debido a este papel transformador que ejercía, la universidad fue objeto de criminalización y persecución por las dictaduras militares de los años 70s y también por los gobiernos neoliberales de los años 80s. Por otra parte, la política neoliberal redujo el presupuesto estatal para la universidad hasta estrangularla económicamente, lo que ocasionó su deterioro y  precarización como centro de investigación y producción de conocimiento.  En este contexto de debilitamiento económico, las disputas políticas internas e intestinas  entre varios partidos de izquierda que hacía política en la universidad colaboraron en el deterioro de la Universidad estatal, la misma que, además, era arrinconada por decenas de universidades de garaje que se volvieron un negocio para las clases medias.

Para los años 2000 la Universidad Ecuatoriana estaba en una aguda crisis, y urgía  hacer una tercera reforma  para rescatarla del neoliberalismo y la precariedad cognitiva en la que se encontraba. Lamentablemente, la reforma promovida por la Revolución Ciudadana fue hecha bajo el principio empresarial impuesto por el capital cognitivo mundial. El gobierno de A.P. invirtió en la universidad estatal básicamente en infraestructura y en capital cognitivo funcional al sistema, lo cual estableció las condiciones para integrarla al mercado global del conocimiento. El examen de ingreso que impusieron convirtió a la universidad en un espacio restringido para una élite de clase media que desplazó a miles de jóvenes de sectores populares de los estudios universitarios. Recolonizaron la educación trayendo docentes universitarios extranjeros con una clara política que dividía a los profesores en los profesores de élite y los otros. En general, obligaron a la universidad ecuatoriana a asumir los  parámetros mercantiles que gobiernan la producción de conocimiento al servicio de la acumulación de capital. 

Así, esta tercera reforma universitaria, impulsada por los tecnócratas de PAIS, ha significado la persecución y el asecho tecnoburocrático al pensamiento social y mucho más al pensamiento social crítico; la burocratización empresarial de la investigación y los procesos cognitivos; la reclusión del pensamiento en las leyes del mercado y del conocimiento. Se operó un claro retroceso conservador respecto de la segunda reforma universitaria, el cual es urgente debatirlo y detenerlo, pues significa la muerte del pensamiento crítico para la transformación social hacia una sociedad más justa y equitativa.  La LOES debe ser revisada de inmediato para contener la mercantilización de la universidad y los tecnócratas responsables investigados y sancionados.            



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