Qué esperar del nuevo gobierno?
El alto respaldo que alcanzó el nuevo gobierno de Lenin Moreno, en los primeros
seis meses de gobierno, no se debe ni al proyecto de gobierno que presentó A.P.
en las pasadas elecciones, ni al proyecto propio del nuevo gobierno, que para
nada está claro. El crecimiento del respaldo social responde al hartazgo que
experimentó la sociedad ecuatoriana por una década de autoritarismo,
prepotencia, arbitrariedad y abuso del poder político del gobierno anterior. El
nivel de arrinconamiento y asfixia política que sufrió la sociedad en los
últimos 10 años - persecución a todo tipo de disidencia política, disciplinamiento
cotidiano de la sociedad, sistemática y abusiva publicidad gubernamental de la población, acoso mediático
que los aparatos ideológicos del gobierno realizaban en contra de la
consciencia autónoma de la social, etc.- es lo que explica que la apertura democrática, basada fundamentalmente
en un pequeño cambio en el manejo del poder político, operado por el nuevo
presidente, tenga tanto apoyo social. En
otras palabras, el respaldo social que Lenin Moreno tiene actualmente no es por
su proyecto político democrático, sino por el cansancio social al autoritarismo
correista. Lo que dio el nuevo gobierno es un poco de aire democrático, en el
sentido más básico de la democracia liberal, que en comparación con los años
anteriores resulta ser suficiente para lograr apoyo social.
Valga resaltar, solo en comparación con la década del gobierno anterior,
no en sí mismo. Si no se hace esta comparación, la actuación de Moreno no pasa
de ser un ejercicio típico de la democracia liberal, usado por todo gobierno que
quiere mostrarse de forma básica como un demócrata, dentro de las coordenadas
de la democracia representativa. De hecho, el respaldo que tiene el nuevo gobierno
dice de la debilidad organizativa de la
sociedad ecuatoriana, resultado de la década anterior, para ejercer su poder
autónomo, no solo en el marco de la democracia representativa sino de la participativa
y aún más la directa. De esta manera es
coherente decir que el respaldo social al nuevo gobierno es absolutamente
frágil y durará mientras los asuntos políticos y sobre todo económicos
estructurales, que afectan la vida de los ecuatorianos, aparezcan con la fuerza
que su peso tiene, por sobre las acciones simbólicas del diálogo democrático.
Es importante entonces señalar que los asuntos políticos y económicos estructurales
que por hoy están encapsulados en una pausa de oxígeno democrático que ya está por terminar, son herencia clara
del gobierno anterior: aumento de la deuda interna y externa, subempleo y desempleo,
expoliación de la riqueza social por la alianza corrupta entre las
corporaciones y los funcionarios gubernamentales, una reforma educativa de
corte empresarial, una seguridad social en grave peligro de colapsar,
infraestructura mal hecha y otra desperdiciada, un código penal criminalizador
y, lo peor, una sociedad desarticulada, desconfiada y en muchos casos apática.
Cuando el romance democrático entre
el presidente Moreno y la sociedad, un poco descansada del autoritarismo precedente,
termine, el nuevo gobierno tendrá que exponer ciertamente cuál es su proyecto económico-social.
Solo en ese momento podremos saber si éste es distinto al ejecutado por el gobierno anterior
o si es su continuidad y su normalización, en una nueva época donde el autoritarismo
de Correa, útil para la modernización conservadora del capital, ya no es
necesario. Si esto último es así, la vocación democrática de Lenin Moreno, más
allá de las disputas política de A.P. por metros de poder político, será parte
de la misma estrategia de ampliación del marco mercantil capitalista en el
Ecuador que inició su compañero de movimiento.
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