domingo, 9 de julio de 2017

Correa en el laberinto de la vieja ruta de los hombres perversos 


Que mal hace el “amor” incondicional de la Corte a la persona que funge de su Rey. La Corte es ese perverso grupo de oportunistas que aprovechan de la debilidad psíquica, emocional y cultural de ciertas personas para encaramarlas en el poder  y a través de ellas aprovechar del mismo. Una persona con una empobrecida identidad cultural (alienada) con una frágil estructura psíquica (narcisista) con una inestable estructura emocional (carencia afectiva) es el objetivo perfecto para los planes de la Corte.


Primero identifican al ser débil e inmediatamente comienzan a construir su poder, el mismo que lo hacen crecer de manera sistemática, a través de un conjunto articulado de dispositivos psíquicos. Desde el adulo cotidiano, pasando por la veneración exagerada hasta llegar a la sumisión rastrera al “elegido”, son las maneras de construir al ídolo antes de convertirlo en chivo expiatorio. Así, Rafael Correa fue el “elegido” por la Corte de oportunistas,  bastó su primer “éxito” en una sociedad en crisis (la eliminación del Feirep cuando fue ministro de economía de Palacios) para ganarse el derecho a  ser el primero entre sus pares. Los deseos de su fracción de clase media con aspiraciones de ascenso social, se convirtieron en actos de endiosamiento exagerado al “elegido”. Esta clase media instruida con aspiración de poder y privilegios le cogió de modelo, de referente de sus delirios coloniales y le empezó a venerar, adular e imitar servilmente. Basta recordar  como en el trascurso de estos 10 años, los funcionarios del grupo más cercano a Correa hasta los funcionarios de tercer y cuarto nivel imitaban las formas autoritarias, machistas, racistas del “elegido”; incluso imitaban su manera de vestirse, de habar, de burlarse, de insultar de enjuiciar, en definitiva lo imitaba en todo. Por su parte, las funcionarias además de hacer lo que hicieron sus compañeros lo amaban, lo idolatraban, se sometían públicamente a él y a su violencia machista.

Lamentablemente, pues así funciona esta lógica del poder según el maestro Girar, gran parte del resto de la sociedad imitaba a los imitadores, configurando una sociedad autoritaria, violenta, machista y sobre todo colonizada.

La prueba y el pago de la adulación entre los “amigos” es justamente el título de “amigos” cercanos, leales incondicionales del “elegido”, que todos reconocen cuando en el fondo son  y se conducen como sus primeros enemigos. Un verdadero amigo no adula, no concede, no se somete, porque sabe que hace daño a la persona objeto de esa lisonja, pues ésta pierda sentido de realidad y por lo tanto se vuelve un ser absolutamente vulnerable, aunque aparente todo lo contrario. La “amistad” en el círculo del poder es el nombre que se da a los serviles e incondicionales, es decir a los que en cualquier momento, así como adularon a uno, pueden adular a otro; así como lo amaron lo pueden odiar; así como lo siguieron lo pueden abandonar. No se trata entonces de la amistad  entre personas iguale y distintas que comparten una misma comunidad de vida, es la tramposa y oscura relación del poder  político de dominación.   

La distancia social de quien ocupa el lugar más alto en la estructura de poder y los otros, no abona a la amistad real donde los amigos intercambia criterios, opiniones y valores en su proceso de consolidación humana, sino que es subsidiaria para que todos los que están por debajo del “elegido”, quieran imitar el poder que éste representa, no así sus valores personales. Al fin de cuentas, amar a Correa era amar su poder, desear a Correa era desear su éxito político, no se amó ni deseó ni respetó a la persona, sino al lugar en la estructura del poder de dominación que éste ocupaba.  En este sentido todos los que le rodearon y aún los más cercanos, más temprano que tarde, de tanto querer imitarlo se vuelve sus más acérrimos competidores.  Al final, solo tuvo rivales que se esforzaron en llegar hasta donde él llegó. Todos quisieron y quieren convertirse en esa especie de rey no coronado que fue Correa.  (Cfr. Girar. 1985)

Nadie puede ocupar el centro en la estructura del poder y menos tanto tiempo, como lo hizo  Correa, sin provocar entre sus más cercanos envidias, celos, resentimientos. La ola de la admiración acaba convirtiéndose en una resaca que invierte ese sentimiento. (Girar.1985) Al final, el “elegido” se convierte en víctima sacrificial, del odio provocado por su exceso de “éxito” y poder.

Es fácil entender que en el momento en que la persona Rafael Correa deja el lugar del poder, ya no es más imitable, ni deseable, ni respetable. Sin la investidura del poder no es nadie, pues no es tan  simple recuperar su ser persona, ya que es justamente su persona, ya de principio frágil,  la que ha sido totalmente destruida por el poder tan concentrado que lo invadió, desvirtuó y trastornó. Poco a poco, mientras más fuera del nuevo-viejo círculo de la corte se encuentre, será nada ni nadie para sus “amigos”, para la sociedad, y  peor aún para él mismo. 

La actividad del Rafael Correa, que hemos observado en estas últimas semanas en las redes sociales, es la muestra clara del padecimiento propio de todo “elegido”, en el momento en que se aproxima el ritual donde será inmolado como víctima sacrificial. Al final Correa parece que intuye que la evocación que el Presidente Moreno hizo a su gobierno, a su pasada gloria, es casi una ironía para recordarle que es eso: pasada, y que en el presente él es: el ex, el que ya no es, el que pasó.

El destino cumplido por el expresidente es el destino de todos los hombres y mujeres de poder, fatalidad de la que no pueden escapar. Pasó de ser el ídolo a ser una víctima sacrificial de todo el odio y la envía que generó su poder transitorio.

Mientras haya sociedades y seres frágiles en identidad cultural, huérfanos de comunidad, carentes de afecto  humano y por lo mismo temerosos, vanidosos y narcisistas, la estructura vertical y autoritaria del poder estará intacta. Cuando menos el poder esté concentrado, más extendidas, más horizontales, más democráticas serán las relaciones entre los seres humanos, las comunidades y la sociedades. Cuantos menos ídolos haya menos Cortes de oportunistas, menos competitividad, menos envidia, menos odio, y por lo tanto menos dolor humano.    




Referencia

Girar, Rene. (1985) La ruta antigua de los hombres perversos. Ed. Anagrama 

1 comentario:

  1. !Aprendan de una vez!. Leen a Zizeck, y etcs, pero no leen a nuestros pueblos: http://espoirchiapas.blogspot.mx/2017/07/carlos-gonzalez-cni-vamos-reorganizar.html

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