domingo, 26 de marzo de 2017

Dimensiones humanas irrenunciables 



Dice Walter Benjamín en su tesis IV de la Filosofía de la Historia

Procuraos primero alimento y vestido, que así
el Reino de Dios os llegará por sí mismo.
Hegel, 1807
La lucha de clases que tiene siempre ante los ojos el materialista histórico educado en Marx es la lucha por las cosas toscas y materiales, sin las cuales no hay cosas finas y espirituales. Estas últimas, sin embargo, están presentes en la lucha de clases de una manera diferente de la que tienen en la representación que hay de ellas como un botín que cae en manos del vencedor. Están vivas en esta lucha en forma de confianza en sí mismo, de valentía, de humor, de astucia, de incondicionalidad, y su eficacia se remonta en la lejanía del tiempo. Van a poner en cuestión, siempre de nuevo, todos los triunfos que alguna vez favorecieron a los dominadores. Como las flores vuelve su corola hacia el sol, así también todo lo que ha sido, en virtud de un heliotropismo de estirpe secreta, tiende a dirigirse hacia ese sol que está por salir en el cielo de la historia. Con ésta, la más inaparente de todas las transformaciones, debe saber entenderse el materialista histórico.

El movimiento Alianza País ha gobernado durante estos 10 años de acuerdo a las disposiciones de su líder, el mismo que a su vez es un muy disciplinado funcionario de las exigencias del capitalismo en la región.  Sin embargo de lo dicho, los militantes de País se empeñan en autodenominarse revolucionarios y  justifican desde ahí todo lo que han hecho durante esta década.

Desde la inmensa inversión en infraestructura, con beneficio de ganancia, hasta la criminalización de la lucha social, todas las políticas gubernamentales ejecutadas por A. País han sido justificadas en la revolución ciudadana y el socialismo. En el mejor estilo del autoritarismo estalinista, todos los medios que han utilizado para vigilar, controlar y castigar a la sociedad se los legitima en nombre de la defensa del proceso revolucionario. La persecución, enjuiciamiento y/o encarcelamiento a dirigentes populares y, en general, a cualquier ciudadano que discrepe políticamente con el gobierno, ha sido justificada con la acusación de ser “enemigos del pueblo”, “enemigos de la revolución”.  Bien dicen algunos analistas del progresismo, retomando a Marx, que la historia se repite primero como tragedia  y luego como farsa. A veces, como es el caso que nos compete, como mala broma.

En un supuesto no admitido que el proceso del progresismo fuese una revolución como fue  la Revolución Rusa y el Socialismo Real que de ella se desprendió, si algo hemos aprendido de esos procesos históricos es lo que no se debe hacer a nombre de la revolución y, en estricto sentido, a nombre del deseo de emancipación de los pueblos. Quienes primero observaron las desviaciones del Socialismo Real fueron, sin lugar a dudas, los primeros miembros de la Escuela de Frankfurt y con particular énfasis y sabiduría Walter Benjamín. 

Cuando Benjamín habla de las cosas finas y espirituales posibles sobre la conquista de las toscas y materiales, bien podríamos entender por las primeras el acceso a la cultura y dentro de ella la posibilidad de que todo ser humano sea libre para pensar, crear, opinar, discrepar, comunicar, etc. Que todo ser humano sea libre para construir mundo común, en común. No hay infraestructura posible ya sea construida por el Liberalismo Occidental, por el Socialismo Real, por el Comunismo Estatal Chino o por el Fascismo que justifique privar al ser humano de su cultura y libertad.

La cultura y libertad humana no es un botín que se reserve para ningún poder triunfante, sea éste cual sea. Ningún proceso de emancipación humanara verdadero puede justificar que un grupo de dirección se adueñe de las cosas finas y espirituales, como si fuese un trofeo de una guerra de conquista. Cualquier pretensión de privatizar o adueñarse de la cultura y la libertad humana más temprano que tarde será desmontada por el deseo humano expandiéndose en busca de su libertad. Como acertadamente plantea Benjamín, la cultura y la libertad están vivas en la lucha emancipadora como la reserva ética que los humanos en comunidad tienen de sí mismos, y que les hace humanos.  Esta cualidad humana, que no puede ser liquidada por la tosquedad de la mejor y más monumental infraestructura, va a cuestionar  siempre a cada poder que quiera apropiar ilegítimamente de ella como privilegio de su dirección.

El ser humano siempre va a volver su deseo a la cultura, como las flores vuelve su corola hacia el sol. No hay poder que evite este heliotropismo humano  orientado por el pensamiento y la  libertad. Es por esta razón que no hay emancipación humana, sino  hay libre pensamiento y acceso universal a crear y disfrutar de la cultura.  Toda persona decente debe saber entender y hacer suya esta máxima humana, mucho más aquellos que dicen estar del lado de la transformación social.  

Las mentes estrechas y empobrecidas que gobernaron esta década al país, obviamente, no fueron capaces de entender las lecciones de la historia y repitieron el error histórico del Socialismo Real, con la particularidad que su proyecto ni de lejos supone una  revolución; lo cual hace su error imperdonablemente perverso. 
  
Las reducidas mentes de los revolucionarios de PAIS, han querido durante una década prohibir pensar, opinar, discrepar, actuar, todo ésto a nombre de su caricatura de revolución. Han intentado poner las carreteras y todas las infraestructuras, que han enriquecido a muchos viejos y nuevos capitales para los cuales ha trabajado, a manera de mordaza. Como todo ser con mente empobrecida, quisieron aplastarnos con sus  monumentales infraestructuras, asfixiarnos con su  colosal propaganda, hacer de la sociedad ecuatoriana una masa informe sobre la cual maniobrar, asumidos en ser los dueños únicos del pensamiento. Obviamente, por su incapacidad de razonar, nunca entendieron ni entenderán que el pensamiento que se fecunda en  la pregunta siempre está de lado de la resistencia y la lucha emancipadora, nunca del poder. Los que se creen dueños de la verdad nunca pueden pensar, porque no hay la duda necesaria para que el pensamiento se conciba y despliegue.

Cuando un grupo se adueña del pensamiento social y lo hace instrumento de  su poder, lo destruye y lo convierte en pedagogía de dominación, confinando a toda la sociedad incluidos los gobernantes a la miseria cultural. Así, el gobierno que justifica la opresión del pensamiento y la libertad humana a nombre de la construcción de infraestructura no es un gobierno de la transformación, no es un gobierno revolucionario. La verdadera emancipación busca que el pensamiento y la libertad vuelvan a ser un bien común, busca una transformación cultural que haga de los seres humanos seres libres para pensar. Únicamente una sociedad de seres humanos libres podrá reivindicar su infraestructura como posibilidad de despliegue cultural, de lo contrario la infraestructura hace del mundo humano una miserable exhibición no humana, una obscena exhibición del capital.

Demandamos ser libres para pensar y crear nuestro mundo humano, donde el trabajo muerto (capital) no se adueñe de nuestra vida para destruirla, donde el mundo material no asfixie nuestro mundo espiritual.

1 comentario:

  1. Es meritorio y urgente que el pensamiento del ser humano no se coarte, para ello, es pertinente prudencia y flexibilidad. Las autoridades son parte de la esencia de una sociedad, por ende se deben a ellos. Lamentablemente, las autoridades creen tener la potestad de reprimir.

    Toca entonces seguir en esa búsqueda de espacios para generar conciencia y pensamiento.

    Germán Moya Cueva

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