domingo, 6 de noviembre de 2016

De pactos ético y otras mentiras



El 14 de julio de este año el presidente de la República, en un mensaje a la nación, lanzó la idea de realizar una consulta popular, en las mismas fechas de las elecciones nacionales del 2017, por la cual se pregunte a la sociedad ecuatoriana: “¿Está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público, se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?”.  


En una lectura rápida y superficial, la propuesta es absolutamente correcta si se toma en cuenta que los paraísos fiscales posibilitan una rápida acumulación de capital de manera “legal”, pero definitivamente no legítima. Es conocido a nivel global que estos paraísos de acumulación capitalista son usados no pocas veces por funcionarios públicos que aprovechando sus puestos en los Estados expropian la riqueza social y, de la noche a la mañana,  generan su capital privado o aumentan el que ya poseían.  Sobre este conocimiento parece no solo pertinente, sino ético que se prohíba que los que quieran ser candidatos a las dignidades de la administración pública y los servidores públicos en funciones posean bienes o capitales en los paraísos fiscales.

Sin embargo, si nos detenemos y hacemos un poco de memoria y algunas relaciones no es difícil darse cuenta del engaño de la propuesta del “pacto ético” o al menos de su ilegitimidad.

El sujeto que propone el “pacto ético”, ya sea el gobierno de Alianza País o el Presidente no tiene la calidad ética para proponerlo. Se podría argumentar que la propuesta es correcta independientemente de quién la propone, el hecho es que un acuerdo ético se fundamenta en la confianza plena entre los que van a acordar, pues es ella la que garantiza que el acuerdo se realice. Si bien es la sociedad la que en consulta popular acordaría este pacto ético, el proponente funge como mediador de este acuerdo y es esta mediación la que descalifica el pacto.

La mediación debe tener la autoridad ética para promover este acuerdo, autoridad que radica en su probidad respecto de lo que se está proponiendo. Es esta condición la que no tenemos, pues el mediador está absolutamente comprometido  con actos de corrupción que incumplen el acuerdo que se quiere proponer. Solo de los últimos hechos de la larga lista de denuncias de corrupción gubernamental estamos viviendo el escándalo en Petroecuador con el tema de la repotencialización de la refinería de Esmeraldas. No se trata de uno o dos funcionarios públicos (Bravo y Pareja Yannuzzelli)  como quieren mostrar, se trata de una trama que atraviesa y enlaza al gobierno con empresas vinculadas.

El sujeto que propone la consulta está absolutamente envuelto en el entramado de la corrupción, pues no se habla de un  hecho suelto o aislado de algún funcionario público de tercer o cuarto nivel con competencias limitadas en la administración pública, estamos frente a funcionarios de alto nivel que manejan los grande contratos estatales ligados a los recursos estratégicos. Son justamente esos altos funcionarios estatales los que suelen usar los paraísos fiscales para lavar los recursos mal habidos. A esta cualidad estructural de la corrupción del sujeto proponente se suma el hecho de que su Fiscal General de la Nación estuvo también involucrado con empresas off shore en Panamá, pese a lo cual sigue en funciones con el beneplácito de la Asamblea Nacional marcadamente gobiernista. Fiscal que como era obvio de esperar no hizo mucho por impedir que los funcionarios corruptos escaparan del país, como tampoco actuó cuando el primo del presidente hizo lo propio. Aún más, el propio presidente montó un homenaje a su primo y puso sus manos al fuego por él, como lo ha hecho con muchos de los hoy implicados en actos de corrupción.

Cuando los implicados en los casos de corrupción, sobre todo los funcionarios de alto nivel se encuentran a buen recaudo fuera del País, ahí recién el gobierno y sus instancias de fiscalización y control fingen hacer su trabajo. Así, son apresados los que se podrían denominar chivos expiatorios, que permitan bajar la tensión social y aseguran que el escándalo no llegue a instancias centrales que son donde estructura la corrupción del capital.     

Se podría seguir profundizando y relacionando los hechos de gobierno para darse cuenta de que el sujeto de la propuesta del pacto ético no tiene autoridad para hacerla. Es claro que lo que  buscan es mostrar un  rostro ético que no tienen y abrir un  lugar en la próxima campaña electoral para su candidato eterno que esta vez no participará como tal. No  hay duda de que es otro cuento más de los cuenteros  de PAÍS.

Si de verdad quisiera hacer un pacto ético en contra de la corrupción estatal, debería primero dejar que la sociedad se organice para fiscalizar su ejercicio gubernamental y no perseguir toda iniciativa que quiera investigar estos 10 años de gobierno. Si creería en su propuesta no podría correr para las próximas elecciones, tendrían que dejar a la sociedad, con un  próximo gobierno, fiscalizar su periodo y de esos resultados establecer quienes son las personas que pueden volver a postularse. Al menos no debería poner un candidato a la vicepresidencia que no tiene aún la fiscalización adecuada que lo libere de cualquier conexión con el caso de Petroecuador.  



   




No hay comentarios:

Publicar un comentario