domingo, 13 de noviembre de 2016

De la globalización neoliberal  al fundamentalismo nacionalista, la salida anunciada
Por qué ganó Donald Trump?



No debería sorprendernos que Donal Trump haya ganado las elecciones presidenciales de EEUU, es el resultado necesario de casi cuarenta años de globalización neoliberal, si se toma en cuenta que no hay alternativa desde la izquierda. Trump es sin duda la continuidad anunciada de Ronald Reagan.


Ronald Reagan, defensor del liberalismo económico,  ganó las elecciones de 1980 ofreciendo hacer  fuertes recortes fiscales, reducir el Estado de Bienestar, desregularizar el sistema financiero y  rebajar impuestos a los más ricos. La aplicación del neoliberalismo durante sus dos periodos presidenciales significó así la reducción del gasto social, el aumento en el gasto militar alrededor del 6% del PIB y la reducción significativa de los impuestos a los más ricos. Estas medidas neoliberales provocaron el crecimiento del déficit presupuestario y la deuda pública, el aumento del número de personas en condiciones por debajo del nivel de pobreza, la precarización de la vida de las clases con renta baja, la profundización de las desigualdades por la afectación de los sistemas sociales de protección y la crisis de ahorros y préstamos.  Al final, el gobierno de Reagan asumió el costo de la crisis, con los conocidos rescates financieros hechos por los Estados, que es la forma de transferir riqueza social al capital financiero. 
    
En  lo internacional, Reagan ejecutó una política militarista en contra del “imperio del mal” como consideraba a la antigua URSS y sobre todo al  movimiento comunista en África, Asia y América Latina y puso en marcha la ampliación del programa espacial. Estas dos políticas conllevaron un enorme gasto fiscal que causo entre otras cosas un gran déficit comercial y mayor endeudamiento público.

Luego de Reagan vinieron los gobiernos de George W Bush (republicano), Bill Clinton (demócrata), George Bush (republicano) y Barak Obama (demócrata).  Cuatro gobernantes que pese a ser de corrientes político ideológicas “distintas” continuaron con la política neoliberal inaugurada por Reagan.

La diferencia entre demócratas y republicanos es básicamente en la política cultural, los primeros defienden valores culturales liberales, mientras que los segundos los valores morales tradicionales. Sin negar la importancia de esta diferencia en lo que tienen que ver con los derechos civiles de las otredades (mujeres, diversidades sexuales, diversidades culturales), en lo que hace referencia a la política económica y a la política internacional han sido prácticamente lo mismo. El impulso a la globalización neoliberal y el impulso a la intervención militar, que acompaña a la primera, no han variado.
       
Respecto de la globalización neoliberal todos estos gobernantes han impulsado y defendido los tratados de libre comercio que tanto aplaude la élite financiera y corporativa mundial. Quienes salen ganadores de estos acuerdos, por supuesto, no son ni los obreros  de los países  industriales ni los campesinos de los países agrícolas, en definitiva los trabajadores. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por su siglas en inglés), firmado en el gobierno de Clinton, tuvo como  ganadores a las grandes corporaciones industriales y financieras  y como perdedores, a los dos lados de la frontera, a los trabajadores norteamericanos,  los campesinos mexicanos y la pequeña  y mediana industria nacional mexicana.

En cuanto a los trabajadores norteamericanos, el acuerdo significó la desaparición de millones de empleos industriales (sobre todo en el área electrónica y automotriz) que se reubicaban al otro lado del frontera. En 20 años de tratado, Estados Unidos perdió 700.000 trabajos de los cuales 415.000 eran de tipo industrial. Ciudades como Detroit quedaron destruidas, cuando gran parte de su industria automotriz se trasladó a México, así también  algunas ciudades de California y Texas. 
 
El área de la economía que se fortaleció en Estados Unidos es la agrícola, la cual supone la exportación de alimentos procesados a México a bajo costo, pues mucha de la mano de obra con la que los producen es la de miles de trabajadores mexicanos ilegales que laboran en las inmensas granjas agrícolas norteamericanas.  “La Cámara de Comercio de EE.UU. indica que las exportaciones agrícolas a México en rubros como granos y carne se han quintuplicado desde que se firmó el tratado.” (BBC; 2014)  Otro sector estadounidense ganador del acuerdo es el de servicios (desde películas hasta servicios bancarios, pasado por grandes cadenas comercializadoras), sus exportaciones a México y Canadá  al menos se triplicaron.

Los grandes ganadores del acuerdo del lado norteamericano son las grandes corporaciones exportadoras de tipo  financiero, agrícola, industrial y de servicios. Al contrario, el pueblo norteamericano ha sufrido desempleo, descenso de sus ingresos, depreciación que además se agudiza cuando se trata de hogares afroamericanos, latinos, monoparentales encabezados  por mujeres, encabezados por jóvenes o adultos mayores. “Entre las ventajas de dicho tratado para EE.UU., Peláez menciona el acceso que han obtenido sus corporaciones energéticas al petróleo mexicano, así como el hecho de que la banca estadounidense tomó control del sector financiero nacional”. (RT: 2015)

En México se destruyó la economía campesina y la pequeña y mediana industria nacional,  esto representó el aumento de la inmigración de miles de campesinos y trabajadores expulsados de sus tierras y empleos, debido a la entrada de productos de la industria agrícola e industrial  norteamericana a bajos costos. Campesinos y trabajadores expulsados que se desplazan al otro lado de la frontera en busca de empleos en la agricultura y servicios. Toda la mano de obra mexicana que llega a EEUU se compra mucho más barato que la estadounidense, sobre todo cuando es ilegal, esto hace que incluso ese tipo de empleos sean ocupados por extranjeros, lo que agrava el desempleo para los trabajadores más pobres de Norteamérica y lamentablemente promueve la xenofobia.

México pasó de ser un país con  autosuficiencia en la producción de alimentos  a depender de las importaciones de productos alimenticios “…en el año de la entrada en vigor del tratado, el país importó alimentos por 1.800 millones de dólares, pero en 2014 la cifra alcanzó 25.000 millones de dólares.” (RT: 2015) Este dato entre otros indica la contracción de la producción mexicana, básicamente la agrícola,  y su concentración en los enclaves productivos de las transnacionales, lo que explica  la expansión del empobrecimiento agudo en la población que se ubica alrededor del 60%.

Un informe de la ONG Red de jornaleros internos denuncia la existencia de semiesclavitud rural en 18 estados Mexicanos de indígenas provenientes de los estados más pobres como Guerrero y Oaxaca
El tratado de libre comercio significó para los dos lados de la frontera: 1. Profundización de la estructura de la desigualdad, es decir la concentración de la riqueza en pocas y menos manos y la ampliación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías. 2. Aumento del desempleo y deterioro de los tejidos sociales que abrían las puertas al crimen organizado y la violencia, sobre todo ligado al tráfico de drogas y personas. 3. Destrucción de la industria nacional y de la producción campesina. 
      
México en realidad se ha convertido en el primer laboratorio norteamericano para remodelar un Estado y acomodarlo a sus intereses y a los intereses de sus corporaciones", concluye la columnista, añadiendo que México, junto con Canadá, América Central y el Caribe "constituyen una pequeña parte del proyecto norteamericano del imperialismo globalizado.(RT:2015)

En este escenario ¿Qué significó realmente el gobierno demócrata de Obama para el pueblo norteamericano. Más allá de la publicidad hecha por el poder mediático norteamericano?
 
Obama gana las elecciones del 2007 criticando la política guerrerista de Bush, cuyo resultado fue el fracaso de sus dos guerras, el mal manejo de la economía y el fracaso en la atención del desastre del Katrina. Con un discurso humanista, medioambiental y constitucional gana la confianza de un pueblo decepcionado de la administración republicana y su política antiterrorista, que  supuso intervención militar externa y pérdida de los derechos y libertades civiles interna, sin contar con el deterioro económico de la población que ya fue explicado en las líneas anteriores.

Obama resultó ser un completo desencanto para las esperanzas del pueblo  norteamericano. Empezó entregando su campaña y por lo tanto su presidencia a la financiación privada de Wall Street  y las Corporaciones (Morgan, Goldman Sachs, City Group, Farmacéuticas, etc.). El equipo económico que acompaño al  nuevo presidente fue el mismo que en su tiempo guio a Clinton  su política  neoliberal de desregulación económica, no de otra manera se entiende el rescate financiero de 7500 millones de dólares que aprobó sin ninguna condición ni exigencia al capital financiero. Fue obsceno saber que en plena crisis  los directores de Wall Street ganaban 334 veces más que un trabajador medio norteamericano y todo el incremento de las fortunas de los millonarios rescatados. Al final Obama transfirió el costo del rescate a los contribuyentes: trabajadores, pensionistas, estudiantes con créditos, ciudadanos con hipotecas, ciudadanos que perdían el empleo por los tratados de libre comercio y, dentro de ellos, las poblaciones afroamericanas y latinoamericanas que siempre son las más afectadas.  El “sueño americano” se terminaba.

El presidente “humanista”, “anti guerrerista” que obtuvo el premio nobel de la paz nunca renunció a los poderes extraordinarios heredados de la época de Bush a pretexto del combate al terrorismo. De esta manera se prolongó y fortaleció  con más eficiencia los programas estatales de seguridad nacional  y el control total de la vida de los ciudadanos, presos del medio y la manipulación mediática. Esto significa que el “humanista” y “demócrata”  Obama mantuvo y fortaleció  bajo secreto de estado torturas, vigilancias ilegales, persecución a periodistas, etc.,  de hecho en su gobierno se crearon más organizaciones y programas de seguridad. En cuanto a su política exterior se inscribió plenamente en el combate al terrorismo inaugurado por Bush, estableciendo con su antecesor un “adecuado y cómodo”  “consenso práctico”. En esta línea de “paz”, el nuevo presidente se hizo de asesores duros como Hillary Clinton y  reconoció la “necesidad de la guerra” en Afganistán, así obedeció la línea militar de los halcones y envió más soldados para su política de intervención militar en Medio Oriente.

Los resultados de las intervenciones militares son evidentes. Para los pueblos invadidos significó la destrucción de sus países, de su cultura, millones de víctimas mortales, millones de desplazados, su  futuro liquidado. Para el pueblo norteamericano la pérdida de muchas libertades civiles, soldados muertos y heridos, sobrevivientes dolidos, inmensos costos económicos (entre 700 mil millones de dólares y 3 billones con el costo de atención pos guerra), corrupción,  deterioro de la infraestructura nacional. Se metieron en una guerra para expandir su globalización neoliberal y en un giro dialéctico su estrategia para impulsarla la puso en jaque.
   
En cuanto a la política económica internacional, articulada a la militar, Obama apuntaló la arquitectura global bajo la dirección del neoliberalismo, es decir consolidó el poder de las grandes corporaciones, especialmente las financieras, con los resultados nefastos para los pueblos del planeta y para su propio pueblo.  
  
La sucesora programada de Obama, el halcón Hillary Clinton, ya tenía la base de la política intervencionista con el  nuevo programa militar basado en las flota de 700 drones, cuya arma de asesinatos selectivos ya se probó en el gobierno de Obama e inició una nueva carrera militar en el mundo.
        
Con esta breve reseña de lo que ha significado estos casi 40 años de globalización neoliberal no solo para el pueblo norteamericano, sino para el mundo, se puede entender porque un aparecido Donald Trump, con un discurso antiglobalizador, anti intervención, anti acuerdos comerciales con clarísimos tintes de un nacionalismo populista y conservador gana las elecciones presidenciales.  Las opciones para los  norteamericanos y para el mundo se reducen: a) los neoliberales globalizadores con su discurso de afirmar las libertades individuales y volverlas libertades mercantiles convenientes para el consumismo global y b) los nacionalistas fundamentalistas con su discurso populista que ofrecen volver a la nación y a sus valores más conservadores. Lamentablemente la izquierda mundial no logra romper esta dialéctica funcional  del poder y se enreda entre: sus luchas culturales y sociales   en contra del fundamentalismo nacionalista, por lo cual en un acto de no comprensión apoyan a Hillary Clinton; y sus luchas en contra de la explotación económica de la globalización  neoliberal, donde lamentablemente olvidamos las demandas obreras.

Es urgente volver a conectar la lucha de clases con las luchas de las otredades, el análisis de la lógica económica con la cultural para entender la forma íntegra de reproducción del capitalismo mundial.  Es urgente saber el lugar donde nos encontramos y cuáles son los intereses que defendemos, pues resulta extraño pensar que Clinton era el peligro menor, es difícil que Trump pueda hacer más daño del que lo han hecho lo globalizadores neoliberales. Al final el capitalismo busca resolver sus encrucijadas inclinándose al fundamentalismo o al liberalismo, o jugando con los dos.     




Referencias

BBC 2014, Los ganadores y los perdedores del NAFTA en México y EE.UU.
RT 2015, ¿Cómo el Tratado de Libre Comercio destruyó a México?


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