miércoles, 14 de mayo de 2014

La racionalidad jurídica como instrumento de dominación, la marca de la Revolución Ciudadana
Natalia Sierra
A propósito de la sentencia a Klever Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa - la cual se suma a la larga lista de sentenciados político como Carlos Pérez, Javier Ramirez, Pepe Acacho, Mery, Zamora, Juan Carlos Calderón, Christian Zurita, Bonil, los 10 compañeros de Luluncoto, los jóvenes del Central Técnico, las compañeras de Pachamama, entre tanto otros compañeros que han sido criminalizados, enjuiciados y sentenciados por la Justicia Ecuatoriana en los últimos 7 años gobernados por el “revolucionario” Movimiento Alianza País – es urgente denunciar la instrumentalización del aparato judicial  como forma de dominación política de la sociedad.   
 
Sin lugar a dudas uno de los mecanismos principales de dominación implementados por el  Gobierno de A.P. es lo que se puede denominar el totalitarismo de la racionalidad jurídica. Lo que se ha operado en estos años de Revolución Ciudadana es la instrumentalización del aparato jurídico como mecanismo de control penal de la sociedad. El poder judicial, como el Otro procedimental de la ley, administra la justicia en defensa del Estado, el Gobierno y sus altos funcionarios  en contra de la ciudadanía. Dicho de otro modo, la justicia abiertamente sirve para criminalizar al dominado y  proteger al dominador, en base a identificar Razón Jurídica con Verdad Política y ésta con Revolución Ciudadana.  Al parecer, la justicia en el Ecuador tiene como objetivo primero defender los derechos del Estado (tanto en la persona jurídica de las empresas cuanto en la persona natural de sus funcionarios) frente a la amenaza que los ciudadanos representan para los intereses del poder político aliado del poder económico.
En estos siete años del Gobierno de Alianza País, a partir del nuevo marco constitucional, se han elaborado leyes, normas y reglamentos que se los operacionaliza con el fin de vigilar, controlar, perseguir y castigar a los ciudadanos, es decir para dominar a la población. Al ciudadano por su parte, en base  de reglamentes y decretos como el 016 se lo aísla, se lo atomiza, dejándolo huérfano de organización social y/o política para que quede a merced del poder del Estado. Así, el ciudadano en indefensión total se enfrenta al Gran Otro procedimental jurídico que lo juzga y le castiga en una clara muestra de dominación, que además busca ser ejemplo pedagógico para el resto de la población.  
La justicia identificada con la opresión configura lo que se puede denominar el terror de la razón jurídica, un particular poder de dominación que está siendo ensayado por el Gobierno de A.P., todo en  nombre del progreso y la modernización capitalista encubierta en la promesa del Buen Vivir.
 La razón jurídica ha sido retomada por el Gobierno como una eficaz forma de control político. La identificación entre justicia y opresión conlleva la supremacía de la dominación sobre la justicia, hasta el punto de convertir a la última en instrumento de la primera. Así, las luchas o actos de resistencia a la dominación, portadores de valor ético otorgado por la justicia histórica, terminan siendo “delitos” que deben ser penalizados y castigados.     

El aparto de justicia ha sido convertido en una dependencia de la presidencia de la República para castigar a todos aquellos que el Gobierno, en la figura del Presidente, consideran enemigos de la “Revolución”. Ante los ojos del dominador siempre se es culpable; culpable de no apoyar la revolución, culpable de  atentar contra el Gobierno o el Estado, culpable de atentar contra la honra del Presidente, culpable de conspirar contra la paz, culpable de terrorismo, culpable de rebelión, culpable de no ser culpable, culpable de decir la verdad. (Zizek, 2011) En esta conversión de la justicia en opresión, la democracia termina siendo el mejor sistema de dominación.
Esta lógica de dominación, que convierte la violación de los derechos humanos en aplicación de la justicia, fue espectacularmente mostrada al mundo por el Estado norteamericano cuando cínicamente convirtió los crímenes contra la humanidad perpetrados en la intervención militar a Irak en defensa de la paz y la libertad. Como es ya conocido “… la administración Bush bautizó su cruzada antiterrorista como "Operación justicia infinita", título ofensivo tanto para musulmanes como para cristianos. El mensaje implícito era que los talibanes eran infinitamente culpables y Estados Unidos infinitamente inocente, y que la "justicia infinita" contra aquellos sería una venganza sin límite.” (Stam, 2003) En la cita queda claro  como la justicia, usada como instrumento de dominación, se trasmuta en venganza, así el poder que instrumentaliza la justicia para su propósito de dominación es un poder vengativo, que se activa a partir del odio y el resentimiento que el sujeto que lo detenta experimenta frente a quienes se oponen a su poder-dominación.  La idea propuesta se la puede observar en declaraciones hechas por el primer funcionario del Estado ecuatoriano como aquella hecha en relación al caricaturista Bonil: "Los ecuatorianos debemos rechazar las mentiras y a los mentirosos, sobre todo si esos mentirosos son cobardes disfrazados de jocosos caricaturistas. Odiadores del gobierno disfrazados de jocosos caricaturistas" (República, 2013) Declaraciones que son premisas para enjuiciar, sancionar al ciudadano que ha violado los derechos del Estado. 
La instrumentalización del aparato jurídico como dispositivo de dominación ha convertido la excepción de la norma en norma. Si la excepción de la norma supone que un individuo es excluido de la regla general, lo cual lo deja sin garantías y por lo tanto lo convierte en humano sacrificable; cuando la excepción se ha convertido en la norma son la mayoría de personas las que quedan en la indefensión y terminan por ser culpabilizados, criminalizados y condenados; han sido excluidos de toda garantía. De esta forma, la sociedad ecuatoriana termina siendo criminalizada, todos se convierten en sospechosos de traición, de terrorismo, de rebelión, todos son objetos del Nuevo Código Integral Penal.  Así, la aplicación de la justicia se aplica desaplicándola, es decir irrespetando el derecho a pensar distinto, a disentir, a asociarse, a opinar, a denunciar, a resistir, a defender la vida. La norma que garantiza la vida social de toda persona es suspendida cuando el poder jurídico es un instrumento de dominación.

Con la aplicación mejorada de la justicia instrumentalizada para la dominación el control es total y obscenamente cínico. Los agredidos por la violencia del poder político, por la violencia económica de la acumulación de capital, por la corrupción institucionalizada terminan enjuiciados, condenados y encarcelados, mientras los agresores son protegidos por la Ley. Muestra clara de esta perversión de la justicia es la condena a un año de prisión a los Veedores del Caso Gran Hermano, al tiempo que el  implicado en el mismo (hermano del Presidente) ni siquiera es llevado a juicio, pues según dice la Contraloría y la Fiscalía General no hay méritos para enjuiciarlo, a pesar de que nadie puede dar cuenta de los 650 millones de dólares del pueblo ecuatoriano que se han perdido.    

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