viernes, 7 de abril de 2017

El alfil  escondido en el tablero del ajedrez electoral


Cuando  la oposición al gobierno se empezó  a organizar  para el proceso electoral que se acaba de terminar,  una de las cosas extrañas, de estos  tiempos políticos, era la disputa que se visibilizaba  entre los grupos de la derecha tradicional – Partido Socialcristiano y CREO-  Desde una mirada muy superficial de la política liberal se esperaba que la derecha se unifique frente al “peligro” de la “izquierda” aliancista.  Sin embargo, lo esperado no se dio. Los socialcristianos liderados por Jaime Nebot decidieron en un primer momento hacer una unidad con algunos sectores de la oposición –SUMA, Concertación, Podemos, Avanza – dejando fuera a CREO. Esta jugada  debilitó a la derecha en sus dos más grandes partidos: CREO  y Socialcristiano y, sobre todo, debilitó  a CREO en su búsqueda de alianzas con otros sectores de la oposición.


La segunda jugada de la derecha socialcristiana, en el contexto de decidir los candidatos, fue posicionar a Cinthia Viteri como la figura presidenciable  de la unidad y en poco tiempo deshacerse de los aliados y dejarlos sin ninguna fuerza en el proceso. En medio de las disputas por obtener  candidaturas, y después de haber sido echados de la unidad,  Avanza y Concertación se fueron cada uno por su lado muy débiles, debilidad que se expresó en las elecciones del  19 de febrero, donde quedaron sin representación.  Por su parte Suma y Podemos se plegaron a la candidatura de CREO, en la cual la alianza real era CREO- SUMA, pues Podemos quedo como un añadido sin posibilidad alguna de disputar espacios de poder en esa articulación.

En la primera vuelta, la candidata del partido socialcristiano dirigía sus ataques de campaña tanto al candidato del oficialismo como al candidato de CREO. Más aún, en el primer debate presidencial su embestida al candidato de CREO fue absolutamente evidente.  Al parecer su principal contendiente más que el candidato de PAIS era el candidato de CREO. Si se toma en cuenta que Guayaquil es una base política  socialcristiana y en menos medida de PAIS, la actitud de la candidata Viteri restó apoyo  de sus bases guayaquileñas al candidato de CREO para la segunda vuelta.  

En un análisis breve y también superficial se podría decir que si los dos partidos de la derecha tradicional CREO y Socialcristianos se unían en la primera vuelta - a fin de cuentas al ser la derecha de este país, se supone que deben estar juntos en la lucha en contra de su enemigo la “izquierda” correísta- hubiese sacado un mayor porcentaje de votos que el candidato del oficialismo.  Si esto ya no se dio, para la segunda vuelta, lo obvio era que el partido socialcristiano cierta y efectivamente apoye la candidatura de CREO y no solo pronuncie su apoyo en discurso, sin mover nada para asegura el voto de sus bases para Lasso.  

Realizada la segunda vuelta, con los estrechos resultados electorales que dan el triunfo al candidato oficialista y que provocaron la impugnación del movimiento político de la candidatura de CREO, el líder socialcristiano sale nuevamente a la escena a declarar enfáticamente que: “Guillermo Lasso, Andrés Páez y César Monge deben -porque así la ley lo indica y porque la ética y el respeto al pueblo así lo señalan- presentar las pruebas del fraude”. Es más, recuerda a Lasso que  el Código de la Democracia, hecho por el gobierno de la Revolución Ciudadana, impide abrir  todas las urnas,  excepto  cuando se impugna determinada cantidad de actas.  Esto para ubicarle en la Ley del correato.

En resumen, el líder socialcristiano entre líneas muy claras apoya a su “enemigo” correísta  y  recomienda a su “amigo” de  CREO aceptar la derrota.  

Estas declaraciones del líder de la derecha tradicional,  por decir lo menos, sorprenden. No porque haya o no fraude, pues  ese hecho no se debate en este texto,  sino porque en la apariencia de la política oficial Nebot debería ponerse del lado de su compañero ideológico y en contra de su enemigo histórico: la “izquierda” correísta.  Una cosa que sorprende más aún, que las declaraciones del líder de la derecha ecuatoriana, es que éstas hayan sido replicadas,  reconocidas y por ello valoradas  por el diario oficialista el Telégrafo.  

Mientras el gobierno y sus simpatizantes acusan al movimiento del Candidato de CREO y a los que lo apoyan -valga decir entre ellos, lamentablemente, la izquierda oficial confundida en este relativismo político de la era de la globalización financiera  y el populismo progresista-  de  incitadores, desestabilizadores, de querer desmontar el Estado de Derecho, de no aceptar la derrota, etc., por otro lado reconocen la palabra del líder socialcristiano, que ahora es citada por ellos, quizá porque ven  en él a  un demócrata.  Que tiempos éstos, en cosa de semanas, meses, a veces, días, los “enemigos” políticos pasan de descalificarse con toda la violencia a reconocerse y a aplaudirse.    

¿Cómo nos explicamos estas rarezas del comportamiento de los actores de la política hegemónica? ¿Será cierto que las ideologías ya no tienen sentido en el nuevo  escenario político? Será que ya no hay intereses de grupos económicos y lo que mueve a los actores políticos es la defensa de la democracia y de la transparencia de su proceso electoral? Será que de pronto todos se volvieron tan demócratas que, más allá de sus intereses de poder y de las ideologías que los sustentan, defienden la Patria y la Democracia?

Voy a permitirme dudar de la buena intención de los políticos hegemónicos. No creo que ya no importen los intereses económicos y las disputas políticas articuladas a los primeros, los intereses del capital en el país siguen intactos. Lo que sí creo es que no hay diferencia entre la derecha tradicional y la “izquierda”  correísta, pues ambas son derechas, si creo que hay disputas de intereses de los grupos económicos que se encuentran en las tres fracciones de la  derecha –la correísta, la socialcristiana y la de CREO, disputas económicas que la esconden detrás de la lucha por la democracia liberal y su transparente proceso electoral.

El tablero de ajedrez electoral del Ecuador no muestra un juego político entre la izquierda y la derecha,  aunque el show montado por el gobierno así lo quieran presentar, es una contienda entre grupos de la derecha. La derecha representada por CREO y la derecha representada por A.P., que en este último juego  tuvo su pieza bajo la mesa, el líder  socialcristiano que salió a  patear el  tablero poselectoral en contra del  candidato de CREO.  Esta disputa no es una disputa de clases ni nada siquiera que se le acerque, es una disputa de poderes articulados a fracciones del capital nacional e internacional. El equipo  de A.P. escondía desde el inicio muchos peones, algunos caballos  y uno que otro alfil  del  equipo socialcristiano, hoy salió su mejor alfil, escondido,  para  hacer jaque mate.

Lo único cierto y claro es que en este juego electoral, los pueblos, la gente común  realmente no participa, solo observa  el show que montan para la masa de votantes, detrás del cual ellos hacen las verdaderas alianzas entre sus grupos de poder económico, mientras la gente se come el cuento de sus “peleas públicas” y sus “reconocimientos democráticos”. Lo triste es que los pueblos y sus organizaciones entren a apoyar a una u otra fracción del poder en sus luchas intestinas por asegurar sus intereses económicos de grupo. Al final, más allá de sus disputas políticas y económicas, siempre sale favorecido el reinado del capital. 

Ahora hay que observar cómo se conforma el nuevo equipo de gobierno y detectar cuantos peones de los equipos  de la derecha y también de la izquierda oficial, de repente, asoman en puestos estratégicos del tablero político gubernamental. Ya dirán los primeros que todo sacrificio es válido a nombre de la democracia y la Patria y los segundos a nombre del proceso revolucionario. Otros alfiles de la derecha se quedarán escondidos bajo el tablero, pues sus vínculos con el gobierno está en el terreno  importante de los acuerdos económicos, los que si hay que cuidar haciendo  la pantomima pública de que son enemigos políticos.  Para los peones algunos  privilegios y para los alfiles los grandes negocios, así todos terminan hermanados por la “democracia”, con la cual ha  trapeado  el piso del mercado a lo largo de la historia de este país.

A todo esto, nosotros y nosotras los de abajo, los que no participamos de este  juego de la democracia liberal,  porque obviamente no somos poder económico, solo tenemos la opción de construir nuestros mundos autónomos y profunda y radicalmente democráticos.


    




   
   


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