lunes, 13 de febrero de 2017




La reflexión propuesta tomará como antecedente una breve aproximación al significado del poder, tanto como concepto, cuanto como praxis social. En laperspectiva de leer esta última década del poder en el Ecuador 


El poder, en su significación más amplia, es la capacidad humana de crear mundo en su doble dimensión simbólica-material. Esta capacidad creadora de mundo supone libertad, en cuanto solo un ser libre tiene voluntad de imaginar e inventar su mundo. Así, entonces, el poder es un poder-hacer-crear mundo en libertad, lo que no quiere decir que tengamos la libertad de decidir no crear mundo, pues sin él no es posible la existencia humana. El poder-crear mundo es un poder siempre colectivo, en la medida en que tal tarea exige ponerse-en-común, asociarse, aliarse, vale decir: ponerse junto y en relación con el otro. De esta forma, la apertura de mundo es apertura de lo social.    

Ahora bien, esta capacidad humana, su poder, puede transformarse en instrumento de dominación y devenir en poder de dominación. La dominación, por su parte,  dice del control que un grupo tiene frente a otros grupos, un país frente a otros países, una nación frente a otras naciones y nacionalidades, un Estado frente a otros estados, un Estado y un gobierno frente a los ciudadanos, un individuo frente a otro individuo o individuos, el Hombre frente a la naturaleza.

El control busca el sometimiento y obediencia del sujeto controlado, sujeto de la dominación, sujeto sujetado al poder de dominación, sea esta legal, tradicional o carismática, según dice Weber.  En atención a lo planteado, el poder de dominación debilita la puesta en común para construir mundo y, por lo tanto, la alianza social, esto es, lo social.

Tanto el poder como capacidad humana de crear mundo posible y posibilitante de la apuesta en común, cuanto el poder como instrumento de dominación sobre lo otro, instituyen un tipo de relación social. La relación que se instaura con el poder-crear mundo  es una relación que se abre a su propio movimiento, es decir una relación que estructura relaciones humanas cada vez más amplias y diversas. Al contrario, la relación que se instaura con el poder-dominar se cierra a su posibilidad y cosifica la relación humana en una estructura de dominación, que paraliza la imaginación que inventa y construye mundo. La primera fecunda la apuesta en común, la segunda destruye lo común.

El núcleo articulador del poder de dominación es la propia dominación, es decir el poder de dominación se alimenta de la dominación, lo cual le hace un poder de acumulación de dominación. En otras palabra, mientras más ejercicio de la dominación, mientras más sujetos sujetados al poder de dominación, más voluntad de dominación. De hecho, tanto el sujeto sobre quien se ejerce la dominación, cuanto el sujeto que la ejerce son dominados por el poder de dominación. Esto explica la profunda enajenación humana que provoca el poder como instrumento de dominación, pues el ser humano queda atrapado en la lógica del dominio que ya está hecho estructura de control y sometimiento del otro; otro que no es más que el ser humano frente a la dominación. La cosificación del poder humano de creación de mundo, en su instrumentalización como dominación, termina por debilitar lo humano del humano y fortalecer lo inhumano de lo humano.             

El poder de dominación y su acumulación, es decir esta instrumentalización del poder para el control y sometimiento del otro, puede ser vista a dos niveles: a nivel del ser social y a nivel del ser individual. En el primer caso se puede observar el poder de dominación que la especie humana ha acumulado y ha ejercido sobre el resto de la naturaleza (otro primero); el que una civilización como la occidental ha ejercido sobre el resto de civilizaciones y pueblos no occidentales; el que un Estado (norteamericano) ha ejercido sobre otros estados; el que una nación (blanco-mestiza) ha ejercido sobre otras nacionalidades; el que un gobierno (liberal-burgués) ha ejercido sobre otras formas de gobierno; el que un gobierno ejerce sobre los ciudadanos, sobre los pueblos, sobre las personas. En el segundo caso se puede observar la dominación que los padres ejercen sobre los hijos e hijas;  la que el hombre (s) ha ejercido sobre la mujer (es); la que el capitalista ejerce sobre los obreros y campesinos; la que el blanco (s) ha ejercido sobre los culturalmente distintos; la que los heterosexuales han ejercido sobre los otros diversos sexuales; la que los adultos han ejercido sobre los jóvenes, niños y viejos, etc.

El poder de dominación es, entonces, una estructura de sometimiento que doblega a todos los sujetos que quedan atrapados en ella. Aquellos que son atrapados como sujetos dominados van a sufrir la dominación como explotación, opresión, despojo, humillación. Aquellos que son atrapados como sujetos dominantes, mientras cumplan la función de dominadores, van a acumular tanto poder que terminarán decidiendo sobre la vida y la muerte de los otros. Así, el dominador será el que decida quien vive y quien muere, sea en el nivel biológico, político, social y simbólico de su existencia.            

En la historia humana han existido poderosos (encarnaciones humanas del poder de dominación) que no solo han administrado la vida de los dominados, sino que han tenido el derecho sobre la vida y la muerte socio-simbólica de los dominados. Entre estas encarnaciones del poder de dominación se puede ubicar al Gobierno de Alianza País.

En conclusión, Alianza País no se contituyó en un poder desde abajo que rompa las relaciones de inequidad y busque la justicia social, todo lo contrario, se constituyó en un claro poder de dominación patriarcal y capitalista. 

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