lunes, 4 de julio de 2016

El discurso de la objetividad, encubre el fracaso político de AP




En los últimos meses varios analistas que, con sus análisis de la vida política del país, construyen opinión pública, han adoptado la posición de observadores “objetivos”, desde la cual evalúan el desempeño político del  gobierno de A.P.

Desde este “cómodo” locus de enunciación autoproclamado objetivo se plantean una mirada “ecuánime”  sobre el papel desempeñado por el correato en la administración del Estado. Así, intentan ver, dicen, no solo las cosas “malas” que se puedan criticar del correísmo, sino las “buenas” que hay que aplaudir. Esta manera de analizar al gobierno se autopresenta como racional, académica y objetiva, con lo cual se descalifican las mitradas críticas tachándolas de  viscerales e irracionales.

Curiosamente, esta estrategia discursiva tuvo como primeros practicantes a los voceros correístas, justo en el momento en que se volvió evidente los problemas, sobre todo económicos,  que enfrentaba su gobierno, debido no solo al contexto mundial de disminución del precio del petróleo y el fortalecimiento del dólar, sino sobre todo al mal manejo económico y a la mala administración de los recursos nacionales.  Imposibilitados, por el peso de la realidad económica, de decir que el país es un milagro  económico, que todo marcha bien, que estamos en plena revolución, etc., etc., sin poder ocultar, detrás del derroche de las divisas petrolera, la deficiencia e ineptitud del gobierno que trajo mayor endeudamiento externo, pérdida de más de la mitad de la reserva de oro nacional,  contracción y desmejoramiento de la producción agrícola sobre todo pequeña y mediana, contracción de la producción nacional en general, grave crisis de la Seguridad Social, retorno de los niveles de desempleo y subempleo que tenía el país cuando los “revolucionarios”  llegaron a la administración del Estado, ampliación de los niveles de corrupción en todos los niveles de gobierno, remate de  los bienes públicos,  etc., deciden ser “objetivos”.

Impedidos,  por el peso de su fracaso, de seguir defendiendo el proyecto de la RC, cuando éste empieza a evidenciar claramente sus profundas falencias, la “inteligencia” correísta  decide hacer y propone hacer un análisis fragmentado de su gestión al mejor estilo del positivismo analítico.

Al interior de esta estrategia del discurso, los hacedores correístas  de opinión lanzan la ideología justificadora de todo fracaso político: “no todo es malo”, con la cual quieren debilitar la crítica a su proyecto, sobre todo la que viene de la izquierda y los movimientos sociales a los cuales traicionaron. Lamentablemente, muchos académicos correístas en el closet se hicieron inmediatamente eco de esta estrategia ideológica del discurso del poder en declive, que tuvo y tiene impacto en algunos comunicadores sociales,  en ciertos analistas críticos del gobierno e incluso en algunos pensadores de izquierda.

Si se toma en serio esta ideología de “no todo es malo”, “veamos las cosas buenas”, “no todo es blanco y negro”. Qué pasa si se relee desde esta mirada al nazismo, al fascismo, al totalitarismo, a las dictaduras latinoamericanas, en el país, al mismo Febres Cordero y se rescata “todo lo bueno que dejaron” (infraestructura, desarrollo de la medicina, empleo, crecimiento económico, progreso, aceleramiento de la producción, etc.) haciendo a un lado su horror (violación de derechos humanos, asesinatos, encarcelamientos, genocidios, torturas, persecución, daño al medio ambiente, criminalización de la resistencia, autoritarismo político, censura a la comunicación,  despojo, etc.).


El análisis crítico, por ello coherente, de la gestión política de los gobiernos no puede diseccionar, fragmentar separar  los resultados de un proyecto político como si éste fuese una sumatoria de políticas aisladas que pueden ser evaluadas por separado. Un proyecto político tiene un núcleo duro que lo define que es el que hay que evaluar críticamente y el del correísmo ha sido sin equívoco la promoción y expansión del capitalismo en clave autoritaria.                        

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