martes, 3 de septiembre de 2013

El Interés General: combatir la pobreza
Un argumento tramposo, para acabar con la Iniciativa Yasuní ITT


La decisión gubernamental de acabar con la Iniciativa Yasuní ITT (la misma que buscaba dejar el petróleo bajo tierra y que abría el debate mundial de la necesidad de transitar a un mundo,  no solo pospetrolero sino poscapitalista) es sostenida con el argumento de que es un asunto de interés general, pues  las divisas que se obtengan de la explotación servirán para combatir  la pobreza en el país.  

El argumento presentado por el Gobierno es doblemente tramposo. Tramposo desde un análisis crítico de la economía política capitalista y tramposo desde un análisis crítico del marco jurídico político burgués.



Desde la crítica a la economía capitalista es fácil entender que explotar más petróleo no resuelve la pobreza. Desde los años 70 el país está explotando petróleo y viviendo de ese recurso, y durante estas cuatro décadas  no solo que no hemos salido de la pobreza, sino que se ha agudizado la miseria de la población. El problema de la pobreza no se debe  entonces a que no se ha explotado el petróleo, sino a que existe: a) Por un lado, una enorme concentración del capital, obtenido por la venta del crudo, en manos de grupos de poder económico local vinculados a las grandes transnacionales petroleras. Articulación comercial que no ha cambiado con el actual gobierno, a no ser por la emergencia de nuevos grupos de poder económico a nivel nacional articulados a “otras” corporaciones petroleras recicladas con capital estatal chino, brasileño, etc. b) Por otro lado, al modelo social de producción y consumo desenfrenado que garantiza la acumulación de capital, en otras palabras, la producción irracional y el consumo obsesivo generan necesidades abstractas imposibles de ser satisfechas.  Estas dos lógicas articuladoras de la economía capitalista no solo que no permiten resolver la pobreza, sino que la generan y la reproducen. En este sentido, la única manera de resolver la pobreza es salir del marco de la economía capitalista, de lo contrario toda política contra ella es un paliativo que termina reproduciéndola con mayor fuerza. 

Es necesario puntualizar que el gobierno de la Revolución Ciudadana, en el poder del Estado ecuatoriano los últimos 7 años, es junto con la Dictadura de Rodríguez Lara, el gobierno que más divisas por petróleo ha obtenido. Estamos hablando de un monto de 58.978,0 millones de dólares.  Con todo ese dinero al menos tenían que haber puesto las bases para el tan ofrecido cambio de matriz energética, tenía que haber realizado la reforma agraria proceso necesario para cualquier intento de sustitución de importaciones o, al menos, se debía hacer la infraestructura sanitaria básica del país. Sin embargo, lo único que se ha hecho es parte de la infraestructura del proyecto IIRSA, que como se sabe fue concebida en la época neoliberal en función de la rearticulación del capitalismo en la región, principalmente en lo que tiene que ver con la circulación mercantil, tanto las mercancías primarias que se explota y exportan del continente, cuanto las mercancías con valor agregado que entran a él. No hemos visto en estos 7 años ninguna política económica que muestre la intención del Gobierno de acabar con la pobreza, todo lo contrario, su lógica extractivista  aumenta la miseria en el país.       
Lo que si se ha observado durante estos 7 años, en nombre de la inversión social, es un inmenso despilfarro de recursos en obras, en su mayoría, innecesarias y sobrepagadas. Por citar algunos ejemplos: El Aeropuerto de Quito, el proyecto Metro Quito, las Escuelas del Milenio, el Proyecto Yachay, la nueva infraestructura de la Asamblea Nacional,  etc., todos estos proyectos enmarcados dentro de la noción capitalista de desarrollo que, como sostiene David Harvey están concebidos dentro de la inversión y ganancia capitalista, desde lo que el llama “ajuste espacio temporal”. Sería bueno preguntarse cuales son las empresas y los capitales que van a absorber la inversión social que ha hecho el estado ecuatoriano en este período.     

Desde la crítica al marco jurídico político burgués, es fácil también darse cuenta de la trampa de eso que llaman el interés general. ¿Qué es el interés general? El interés de la nación, del pueblo, de la ciudadanía? Y en ese caso que es la nación, el pueblo y la ciudadanía?

La nación es esa idea abstracta inventada por la ideología burguesa que nos hace creer que pertenecemos a una comunidad compacta, sin fisuras, sin contradicciones. Es decir, la idea  que oculta una sociedad fracturada por efecto del ejercicio de un poder de explotación en el ámbito económico y de opresión en el ámbito social. Por otro lado, la idea de nación encubre una realidad social caracterizada por la existencia de múltiples nacionalidades con proyectos de vida propios y distintos, que en la mayoría de los casos no coinciden con el proyecto de vida de la nación burguesa, administrada por el Estado nacional. A partir de esta necesaria aclaración, invocar al interés nacional y ejecutar políticas en su nombre no es otra cosa que imponer el interés de la burguesía por sobre los  intereses de los sectores sociales subordinados al poder del capital, e imponer los intereses de la nación burguesa por sobre los intereses de las otras nacionalidades y pueblos que cohabitan en el Ecuador. No nos olvidemos que el Estado Nacional que administra el interés general siempre ha sido la estructura de poder que ejecuta la transferencia de la riqueza social a manos privadas.

Se habla en nombre del desarrollo nacional como la manera de salir de la pobreza, pero lo que no se cuestiona es que ese desarrollo (infraestructura de circulación de capital) no solo que favorece fundamentalmente a los dueños del capital, sino que son las mismas empresas capitalistas las que construyen su infraestructura, y por lo tanto se llevan los recurso de la sociedad  concentrados en el Estado. La misma inversión social que supone reduce la pobreza está plagada de esta lógica, basta preguntarse ¿quiénes son los grupos encargados de hacer la infraestructura de educación, salud, movilidad? Cuál es la empresa que se encarga de dar el desayuno escolar? Porque de seguro no son los pequeños productores agrícolas sino los grandes empresas de alimentos? A esto se suma que el desarrollo es una concepción propia de la economía capitalista y que toda inversión social en salud, educación, vialidad, etc., se enmarca dentro de este patrón ideológico-cultural. En  este marco civilizatorio los proyectos de vida y las iniciativas de pueblos y nacionalidades no capitalistas simplemente son desechados porque no son funcionales al interés general burgués. Se entiende entonces porque no se da paso a la construcción del Estado Plurinacional, ya que no tendría lugar la invocación a un interés general abstracto, sino se impondría el interés concreto de los comunes y distintos, lo cual supondría desenmarcarnos del desarrollo  capitalista y sus demandas consumistas que aseguran la acumulación.   
  
Si el interés general se refiere al pueblo o a la ciudadanía, la cosa es similar. ¿Qué es el pueblo como entelequia metafísica? sino aquella masa de sufragantes que configuró la burguesía como fundamentos de su poder en ascenso. El pueblo decían: es políticamente sabio porque sabe a quien elegir como su representante, pero es culturalmente ignorante porque su referencia vital está en el campo y no en naciente ciudad industrial. Que quiere mostrar esto, que el pueblo es sabio en el momento que se convierte en ciudadano, es decir en ese individuo abstracto que ha roto los lazos comunitarios y que tiene el poder y la razón para enajenarse de su poder cada cierto tiempo, y entregarlo a un administrador-representante temporal (gobierno) del interés general (Estado nacional). El pueblo al que hace referencia el Gobierno es esta entidad metafísica concebida como ciudadanía, sumatoria de individuos atomizados que no tiene ninguna capacidad de participación política real. Una masa de votantes sin articulación política propia se adscribe necesariamente al interés general, es decir al interés de la burguesía ejecutado por el Estado Nacional. En este sentido, cuando el Gobierno apela al interés general del soberano pueblo, que le ha ratificado varias veces como su representante, está apelando a la entidad metafísica construida por la burguesía para fundamentar su poder y sus intereses de clase. En este marco analítico, se entiende las barbaridades que dicen los asambleístas correístas como Germán Ledesma (Avanza). “No sé cómo se puede hablar con tanta seguridad de pueblos no contactados, si de hecho no están contactados. Yo no entiendo si hay un antropólogo al interior el que haya hecho el estudio para decir sí están. Además son nómadas, ni siquiera se conciben como ecuatorianos, no tienen número de cédula (…)”. Es seguro que estos asambleístas no deben saber nada de la teoría política burguesa, lo cual no significa que no la ejecuten, de hecho por eso son buenos funcionarios de la burguesía porque defienden eficazmente sus intereses.  Según su argumento, que en lo real obsceno está apegado a los lineamientos liberales, los pueblos contactados ciertamente no son pueblos de ciudadanos, no tienen cédula, no se conciben como ecuatorianos, por lo tanto no son parte del interés general al que el Régimen apela, en consecuencia no importan para este Gobierno, como no importan para los grupos de poder económico y principalmente para las petroleras. Menos aún importa la vida natural.

En atención a lo dicho, se puede entender porque el Gobierno ha ido destruyendo la organización política del pueblo, no como entidad jurídica abstracta sino como existencia concreta. Es por esto que le molesta tanto la propuesta de la plurinacionalidad, por el simple hecho de que el interés abstracto de  la nación burguesa, al que tanto apela,  encuentra límite cierto en el interés concreto de los pueblos diversos. Es por esta razón que la iniciativa Yasuní le complico y desarmó su discurso “ambientalista” y “revolucionario”, porque ella implica el desmontaje real de su proyecto económico capitalista y depredador. No solo por la presencia de pueblos libres o en aislamiento voluntario que habitan en la  Amazonía, y específicamente en el Parque, le quiebran su concepción enajenada de nación y estado, sino porque la iniciativa abría la discusión sobre la posibilidad cierta de poner en marcha nuevos proyectos de vida no capitalista. Semejante decisión histórica le quedó demasiado grande a un gobierno cuyo presidente dice que hay que explotar el Yasuní si queremos mantener la forma de vida que tenemos. La duda que surge con este argumento es: ¿si se refiere a la forma de vida de la nueva pequeña burguesía que maneja el Estado?, a la forma de vida de la burguesía? o a la forma de vida capitalista? Si es a la primera, no creo que mantener el estilo de vida consumista de la nueva burocracia estatal justifique destruir el Yasuní y la vida humana y natural que allí se despliega. Si es la segunda, venimos peleando desde siempre porque la burguesía deje de saquear la riqueza natural y social de los ecuatorianos para tener una vida de privilegios. Si es la tercera, la A.L. agraria, indígena y profunda ha planteado aprender a vivir de otra manera que no deprede el planeta ni los lazos sociales que nos humanizan. Digo esto porque es un hecho que la forma de vida de los sectores populares se ha empobrecido justamente por la explotación capitalista tanto de la naturaleza cuanto del trabajo.          

En conclusión, creo que la alusión al interés general es una trampa que el Gobierno utiliza sin siquiera saber por qué es tramposa, y la idea de que el interés general es resolver la pobreza también es tramposa, porque la pobreza es producto de haber ejecutado el interés general de la nación burguesa, que este Gobierno como los anteriores representa.    





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